Crónica de un amor que comenzó hace treinta años con cinco shows en Obras, incluyó algunos altercados y se consolidó días atrás con una tríada en el Movistar Arena.
Juan Ignacio Provéndola @juaniprovendola
Lunes 22 de abril de 2024 00:00
Foto: TW @Megadeth_Arg
“Relajá, estaba bromeando. Andá a tomar algún fernet y comer un choripán”, respondió Dave Mustaine por Twitter, en inglés. Una usuaria argentina le había preguntado en enero de 2017 si podía entrevistarlo y él contestó que no, aunque inmediatamente después aclaró que era un chiste. Nueve meses después, un usuario mexicano le pide que elija entre su país o Argentina al portador de la “audiencia más ruidosa y pasional en sus shows”. Y el líder de Megadeth vuelve a hablar de fernet y choripán, aunque en el sentido contrario al imaginado: “Solía ser Argentina, pero muchos fans prefieren decir ‘ahre’, ‘fernet’, ‘choripán’, etc. Así que diría que es México, pero puede cambiar fácilmente”. Otro chiste.
Megadeth tardó casi diez años en llegar a Argentina desde la salida de su primer disco, Killing is my business… And business is good!, publicado en 1985. La primera visita es recordada de manera memorable por quienes asistieron a esa quinteta del 1º al 5 de diciembre de 1994 en Obras. La banda acababa de lanzar Youthanasia, aunque aún cabalgaba el reciente Countdown to extinction: la era dorada con Marty Friedman en la primera guitarra. Y de ese álbum provino un momento canónico: el grito de “Megadeth, Megadeth, aguante Megadeth” durante el riff de “Symphony of destruction” en esos cinco Obras.
Mustaine quedó tan sorprendido por esa novedad sobre su propia canción que, en la primera noche, abandona de a ratos su voz para tratar de entender lo que el público estaba cantando. De la segunda, en cambio, perdura un video que lo muestra al colorado en una situación similar. Cuentan que luego el músico vio esa cinta (la transmisión por cable del canal Much Music) junto a bilingües que le explicaban lo que esa intervención significaba: una reverencia en forma de arenga. Y alucinó. En diciembre de 1994 se instala en Buenos Aires un santo y seña que luego llevará por el mundo una de las bandas fundamentales de la historia del heavy metal.
Esos cinco Obras marcaron también una épica en la cultura metalera doméstica. Porque un año antes se había estrenado Metallica en Argentina con un show en el estadio de Vélez para 30 mil personas, toda una muestra de convocatoria en plena época del álbum negro. Megadeth, en cambio, arrancó por un lugar más recudido y techado, aunque termina llenando cinco funciones para alcanzar, en total, casi la misma cantidad de entradas vendidas que Metallica.
Fue por ese entonces que el Ruso Verea los empezó a llamar desde la Heavy Rock&Pop como “La Filarmónica del Colorado”. Y así quedó para siempre por la propia prepotencia del tiempo: Megadeth volvió a Argentina doce veces, la última de ella para hacer tres funciones en el Movistar Arena, y el denominador común no es otra cosa que Dave Mustaine refrendando su historia junto a parteneires musicales de turno. Una especie de “Colorado y los que se vengan”.
Desde los 90’ en adelante, todos los tótems “en activo” de lo que genéricamente podríamos llamar “rock pesado” llegaron más tarde o más temprano a Argentina. Desde Kiss a Iron Maiden, de Deep Purple a Black Sabbath, de los Guns N’ Roses a Judas Priest. Megadeth, en cambio, hizo un recorrido que le permitió desembarcar en distintos formatos durante esos años posteriores a los Obras del ‘94. Desde festivales en Ferro a apuestas propias en Parque Sarmiento o incluso acústicos en el Centro Cultural Recoleta.
Los 2000, en cambio, encontraron a un Mustaine adverso, conduciendo un Megadeth con sesionistas. El disco de esta experiencia no lo recuerda nadie: se llamó The world needs a Hero y su gira presentación lo iba a traer a Argentina a fines de 2001 para grabar un disco en vivo. Pero el atentado a las Torres Gemelas despertó paranoias y los obligó a recortar desplazamientos aéreos. Finalmente, el único tramo cancelado terminó siendo el sudamericano.
Ya en esos tiempos el colorado estilaba intervenir en la socialmedia, que ahora es X pero entonces era el foro de discusión del sitio web de Megadeth. Allí, un argentino reprochó la supresión de los shows anunciados para Obras y Mustaine contestó enfurecido, aunque utilizando —acaso por primera vez— una metáfora alimenticia local: “Los argentinos son un desperdicio de carne”. El disco en vivo terminó siendo grabado en noviembre de 2001 en Arizona y publicado cuatro meses después como Rude awakening.
La polémica en su momento había levantado cierto revuelo, aunque terminó rápidamente ocultada por otros acontecimientos acaso de mayor relevancia: Argentina se advenía a su Diciembre de 2001. Días después, ya enero de 2002, Dave Mustaine se somete a una serie de estudios y sucesivamente le van apareciendo desde cálculos renales a un severo daño nervioso en su brazo izquierdo. En abril, historia clínica en mano, el músico anuncia por conferencia de prensa la disolución de Megadeth.
Dos años después de las rehabilitaciones, Dave Mustaine rearma la banda ya como una franquicia de su propia historia. Y así es como vuelve a Argentina tras siete años, el 9 de octubre de 2005, para encabezar una de las noches del Pepsi Music, festival que le permitió a Megadeth tocar en el otro aforo emblemático de Obras: el descubierto. Y, como bandera blanca de la paz, Mustaine propone grabar allí el DVD lanzado en 2007 como That One Night: Live in Buenos Aires, material que también incluye tramos del acústico sorpresa en Plaza Francia.
Después de esa saga frenética de los 90’ (que incluyó once shows en un lapso de cuatro años), la Filarmónica del Colorado solo tocó tres veces en Argentina durante la primera década del nuevo milenio: la del DVD y dos a fines de mayo de 2008 en el Luna Park.
Fue recién en 2010 que Mustaine recobró la ruta argentina para la épica cotidiana de Megadeth. Eso incluyó otra visita al Luna Park (2010), su primera excursión más allá de CABA (septiembre de 2012 en el Orfeo, Córdoba) y la recurrencia en el Microestadio Malvinas Argentinas, donde hizo seis shows entre 2011 y 2014.
De allí en más, el regreso incluyó una escala en Tecnópolis para encabezar la edición local del festival Monsters of Rock 2017 y ahora esta tríada en el Movistar Arena, que significa su regreso no solo a Argentina, sino a la música y a la vida después del cáncer de garganta que le apareció hacia el 2020 y que amenazó con dejarlo fuera de pista (tal como sucedió en 2002).
Para la ocasión, el bueno del colorado ideó otro acústico sorpresa (en la puerta del Hotel Madero) y se mandó a plotear una Gibson Flying V con la bandera Argentina para sumar otro cotillón más a una demagogia que igualmente nos cae bien. Y que hace que lo queramos siempre un poco más. A pesar de que todavía no nos quede claro si le gustan o no el fernet y el choripán.