Teatro. Memorable interpretación de Lautaro Delgado en “Seré”

“Yo es otro” escribió Rimbaud. Acaso sin saberlo se refería a la construcción estructural del ser humano, dado que la construcción del yo no podría llevarse a cabo sin cierto sometimiento a ese otro con el que nos identificamos. Pero también somos hablados por otros y las sociedades construyen el sentido común creyendo que cada uno de sus integrantes habla por sí mismo, cuando en realidad está sometido a los usos y costumbres que quieren imponerle desde las usinas de poder.

Lautaro Delgado, en un trabajo memorable, a partir del testimonio que dio Guillermo Fernández en 1985 durante el Juicio a las Juntas, se convierte en el cuerpo de ese joven que fue secuestrado y torturado, pero que logró fugarse con otros compañeros del campo de concentración conocido como la Masión Seré. El que habla es Guillermo Fernández a través de la cinta original del juicio. Pero el que presta su cuerpo, por decirlo de alguna manera, el que maneja los quiebres y las inflexiones, el que padece las heridas, el que soporta a la “pequeña Lulú”, más conocida como la picana eléctrica que manejaban los torturadores, el que sueña con la libertad en el medio de la pesadilla más atroz, el que tiene miedo y a la vez es el más valiente, ese es Lautaro Delgado. Como sostiene Shakespeare en Hamlet, el oficio del actor es monstruoso “porque vierten sus ojos lágrimas, todo por nada”.

Si muchos de los espectadores lloramos al terminar la función es por lo que produce el milagro de una actuación. En el cuerpo del actor vimos las atrocidades de la dictadura, la deshumanización de buena parte de la sociedad, los inclasificables juegos de los genocidas y la entereza de quienes los soportaron. Vimos también los muertos, los que no lograron escaparse, la arquitectura del espacio en el que vivían los prisioneros, el tren Sarmiento a lo lejos, los sonidos del silencio, y todos los fantasmas que se dieron cita en aquellos años y que ahora pugnan por volver otra vez a la luz.

Lautaro Delgado Tymruk y Sofía Brito han construido un espectáculo que quedará en la memoria de los espectadores. Ambos muestran un talento excepcional para mostrar lo invisible en lo visible. “Seré”, por su conmovedora belleza y porque roza lo real y bordea el límite de lo que podemos soportar, toca nuestra fibras más íntimas y habla también de la deshumanización de buena parte de la sociedad contemporánea. El teatro, una vez más, muestra que lo íntimo es político. Cuánta razón tenía Spinoza en su célebre aforismo: “No sabemos todo lo que puede un cuerpo”. El cuerpo del actor, como el de los actores de Hamlet cuando ponen al descubierto el crimen de Claudio, puede dar cuenta de todo un mundo. Es lo que hace Lautaro Delgado. El resto es silencio.

(“Seré”. Dramaturgia y dirección: Lautaro Delgado y Sofía Brito. Iluminación: Ricardo Sica. Escenotecnia: Richy Salguero. Producción ejecutiva Adriana Yasky. En el Teatro del Pueblo, domingos, a las 20).