Reproducimos el comunicado de la Mesa Sindical de Catalunya frente la nueva reforma laboral que no solo no deroga las anteriores, sino que mantiene aquello más lesivo de la del 2012.
Jueves 13 de enero de 2022
Ambos sucesos, analizados y comprendidos conjuntamente, indican cuál es el talante real de la gestión de los conflictos de clase por parte del gobierno actual. Esta nueva reforma laboral no deroga las reformas laborales anteriores, ni supone ninguna enmienda al despliegue de tanquetas y uniformados para aplacar las luchas laborales y sociales.
Esta nueva reforma laboral no deroga nada. A pesar de las procesos electorales que llevaron al actual gobierno al poder, es evidente que el acuerdo aprobado no consiste ninguna derogación, ni total ni parcial de la de 2012, ni tanto solos de sus "aspectos más lesivos". Tampoco toca nada la reforma laboral de 2010 promulgada por el gobierno Zapatero y que estableció las bases de la gran ofensiva desreguladora promovida en 2012 por el PP.
La patronal está contenta con este acuerdo. También lo están los grandes sindicatos del Régimen y el ministerio de Trabajo y los partidos que apoyan el gobierno español. El ambiguo trapicheo conseguido permitirá en las clases dirigentes cumplir aparentemente con la exigencia de la Comisión Europea de atacar la dualidad contractual en el mercado de trabajo. Lo harán de forma formal, puesto que en ningún caso esta reforma limita el cada vez mayor poder de control de la patronal sobre el conjunto de las condiciones de trabajo y de las relaciones laborales, en el día a día de las empresas.
Esta reforma se define tanto por lo que dice, como por lo que no dice. Define nuevos tipos de contrato y nuevas formas de uso para los ya existentes. Busca un éxito estadístico artificial en la hora de contabilizar la tasa de temporalidad, sustentándose en el hecho que los contratos fijos-discontinuos (a pesar de su esencia fundamentalmente precaria) no serán considerados temporales en las estadísticas.
También proclama como éxito cosas que ya estaban reconociendo los tribunales, porque hasta la misma patronal de varios sectores había visto como un estorbo innecesario la regulación en estos aspectos de la reforma de 2012, como la vuelta a la ultra actividad de los convenios.
Habla fundamentalmente de contratación, desconociendo (o todavía peor, dejando en la penumbra) lo que el fraude empresarial en la determinación de los contratos aplicables ha sido una de las causas principales en el salvaje aumento de la precariedad obrera. Y que este fraude no puede entenderse desde una definición aislada y abstracta del tipo de contrato, sino que es un subproducto más de un conjunto de medidas que alcanzan tanto la tipificación de los contratos, como las posibilidades de despido, la capacidad para modificar las condiciones del trabajo (el horario, los turnos, el lugar,...) y las posibilidades reales de acceso a la acción sindical y a unos tribunales imparciales.
Esto es lo que no dice la reforma. Que el fraude en la contratación no se cura con sanciones más altas porque los trabajadores y trabajadoras en estas situaciones (subcontratación, precariedad, falta de representación sindical efectiva,...) no podrán denunciar gran cosa si pueden ser despedidas en cualquier momento (porque la reforma no toca el hecho que un despido ilícito, ilegal, es decir improcedente, es una cosa que puede hacerse si se tiene dinero), pueden ser trasladados de centro de trabajo, cambiados de turno, sometidos a horarios arbitrarios e infernales, ver cómo no se renuevan sus contratos, ser separados de sus compañeros o sometidos a una hipervigilancia favorecida por las nuevas tecnologías de control, etc.
Esto lo decían hace poco los representantes de los trabajadores de las empresas auxiliares del metal en Cádiz; el problema no es el aumento de salarios del convenio, el problema es que ya no hay convenio, que el convenio es papel mojado. Creerse que lo importante es una cadena de contratos de las dimensiones actuales en muchos sectores es si el convenio aplicable es el de la empresa principal o el de la contrata, es no entender que hace ya mucho tiempo que el convenio se ha convertido en una carcasa vacía en relaciones laborales precarias, esencialmente brutales, convertidas en una dictadura patronal efectiva sin contrapesos reales.
La única reforma laboral posible contra la precariedad pasaría por lo que constituye una herejía manifiesta para todos los firmanes de este acuerdo: el reforzamiento efectivo de los trabajadores en el puesto de trabajo, individualmente y en sus procesos de organización autónoma colectiva. Esto implica acabar con los despidos improcedentes (si es ilegal, no hay despido), acabar con las cadenas de subcontratación (si está en tu cadena de valor, son tus trabajadores), multiplicar la capacidad de actuación de las asambleas de trabajadores y trabajadoras en los centros de trabajo (si te afecta, decides), fijar de nuevo los límites a las decisiones empresariales sobre horarios, turnos, teletrabajo, etc. (pacta sunt servanda).
Las organizaciones sindicales que formamos la Mesa Sindical de Catalunya estamos constituidas por trabajadores y trabajadoras que trabajamos, que vemos lo que pasa en las empresas, que sufrimos la explotación pero que hemos decidido hacerle frente. No le debemos nada a nadie. No vivimos de llegar a acuerdos. Trabajamos, cobramos nuestro salario y luchamos por nuestros derechos.
Sabemos que la precariedad no es producto de ningún artículo aislado del Estatuto de los Trabajadores, que no se resuelve cambiándole el nombre en los contratos, que no nos la regalarán los que siempre nos venden, por mucho que sea el día antes de la Nochebuena.
Y sabemos, también, que tendremos que luchar contra la precariedad, contra la explotación, contra la injusticia, todavía más el día después de que la nueva reforma laboral se apruebe.
Ni la patronal, ni CCOO y UGT, ni el ministerio de Trabajo nos ayudarán. Sus reformas laborales son papel mojado, canciones suaves para dormir a los niños, mientras la brutalidad del día a día de los trabajadores y trabajadoras no les deja otro camino que tomar en sus propias manos su liberación.
Desde la Mesa Sindical de Catalunya lucharemos y nos movilizaremos por la derogación de las reformas laborales que han supuesto un ataque constante a nuestros derechos como trabajadoras y trabajadores. Este, la del año 2012 y la del 2010, para mencionar las más recientes. Hechos tanto por gobiernos supuestamente de izquierdas como por gobiernos de derechas y siempre al servicio del capital.
La lucha es el único camino.
Organizadas somos más fuertes.