La “renuncia” duró menos que el aguinaldo de quien lea esta nota: “la Pulga” vuelve a la Selección. Cierto periodismo deportivo especuló durante semanas con la decisión que era obviamente inverosímil.

Augusto Dorado @AugustoDorado
Sábado 13 de agosto de 2016
Tal como lo anticipamos en La Izquierda Diario: todo indicaba que la renuncia de Messi era poco creíble: “Casi imposible que se concrete: ni Coca Cola, Claro o Visa, ni Gianni Infantino y Vladimir Putin van a querer un Mundial –que se jugará en Rusia– sin Messi. Pero además el crack sabe que es el último que puede jugar en plenitud física y buscará revancha”, escribimos días después de la final perdida ante Chile por Copa América y del anuncio de Lionel. Tampoco volvimos a tocar el tema: ni los rumores, ni las idas y vueltas, ni especulaciones. No nos gusta el circo si no es dentro de una carpa y con payasos. No nos equivocamos.
Lo de Messi fue bronca del momento y a la vez una maniobra (sólo él sabe en qué medida conciente) para dar cuenta de su molestia con la desorganización institucional que se vivía en AFA; y también para que lo dejaran de molestar por un rato. Al menos durante sus vacaciones, el período de descanso con su familia. Eso fue la “conmocionante” renuncia de la que casi todos los medios se hicieron exagerado eco.
Todo el mundo sabía cómo seguiría la novela, tan previsible como algunas rutinas de los programas cómicos. Como el cachetazo de Doña Florinda a Don Ramón. Iba a surgir un clamor popular por la vuelta de Messi a la Selección. Pedidos de figuras famosas. Un “¡No te vayas, Chavo!” multitudinario de millones en todo el planeta, salvo escasas excepciones. El DT que asumiera el lugar del Tata Martino iría a buscarlo. Fue lo que hizo Bauza.
Y sin que pasara un sólo partido sin el crack, Messi ya está otra vez con la celeste y blanca. Ya figura en la lista de convocados por Edgardo Bauza al partido por eliminatorias frente a Uruguay.
El mejor jugador del mundo en el fútbol actual declaró que vuelve a la Selección porque “amo demasiado a mi país y a esta camiseta”. También ama –quizás sin saberlo- a ese periodismo deportivo que se nutre de chismes y especulaciones, que rellena horas y horas de debates sin sentido sobre lo que pasaba por la cabeza de Messi, como si se tratara de un gran problema de Estado. Fue para lo único que sirvió el “dilema” nacional de la renuncia de Lio.
Es el mejor ante su último gran desafío: el Mundial 2018 en Rusia. Ama a la pelota más que a cualquier país. Su país es el césped. Y la pelota lo ama a él, porque le hace más caso que a los otros 21 jugadores. Era todo lo necesario para saber que esa renuncia nunca se concretaría. Fue el peor amague de la historia de su carrera, aunque muchos simularon creerlo. Es tan incondicional su amor por la pelota que no se banca salir o quedarse en el banco de suplentes. ¿Cómo iba a quedarse en su casa mientras la Selección compitiera por un Mundial?
La Selección Nacional sin Messi es como la vecindad sin el Chavo. Pero le vino bien a Lionel escuchar ese “¡No te vayas!”.