La denuncia del jugador de no haber sido protegido contra ataques racistas disparó el debate en tiempos donde el discurso xenófobo aumenta entre los gobiernos europeos.
Diego Sacchi @sac_diego
Miércoles 25 de julio de 2018
Como si se tratara de alguna gambeta inesperada o un pase salido de su zurda, que desarma a la más férrea defensa, la carta de renuncia de Mesut Özil a la selección de fútbol alemana dejo descolocados a propios y ajenos y sigue generando un debate que rebasa la esfera puramente deportiva.
“Soy alemán cuando ganamos, pero inmigrante cuando perdemos”, dice el jugador de origen turco en su misiva que denuncia no haber sido protegido contra ataques racistas, en tiempos donde el discurso xenófobo aumenta entre los gobiernos europeos.
Atrás y lejos en el tiempo parecen haber quedado los años en que Özil era el ejemplo de la Alemania multicultural. “Sería ejemplar para la integración de otros extranjeros aquí”, decía el mánager en la Selección de fútbol alemana, Oliver Bierhoff. En el vestuario, luego de un partido entre las selecciones de Alemania y Turquía, aun con el torso desnudo, Özil es sorprendido por la canciller Angela Merkel, que le da la mano y lo felicita.
Hoy a Özil se lo ataca por sus orígenes turcos, cuestión que se agravó luego de que se fotografiara, en marzo pasado, con el presidente Recep Tayyip Erdogan cuando el mandatario turco estaba de viaje en Londres para reunirse con la reina Isabel y la premier británica Theresa May.
Pero a Özil no se lo crítica por su dudoso criterio al fotografiarse con el autoritario mandatario turco que ha detenido a opositores o mantiene verdaderos campos de concentración en la frontera con Siria para evitar que miles de refugiados puedan llegar a Europa, medida esta última que ha sido bien vista por el gobierno alemán. A Özil se le cuestiona su origen y su religión como lo hace el diario Bild, de marcada tendencia ultra derechista, con frases como “un llorón que peregrina a La Meca y al que le gustan las Miss Turquía” o destacando que Mesut no canta el himno y en cambio reza el Corán.
Mesut, el habilidoso mediocampista que con su zurda y su calidad es capaz de hacer “joyas” futbolísticas como el gol al Ludogorets Razgrad jugando para el Arsenal inglés, es el hijo de una familia de origen turco que llego a Alemania en los años 60. Sus abuelos, mineros turcos de Zonguldak, se instalaron en esos años cuando el país germano necesitaba mano de obra barata y recibía a inmigrantes con el estado de ’Gastarbeiter’ (trabajador invitado), teóricamente para trabajar de forma temporal. En la actualidad son más de 3 millones de personas, se estima, que viven en la República Federal y poseen raíces turcas (un 3,7% de la población total).
Más allá del discurso multicultural alemán, la mayoría de esas personas de origen turco siguen siendo discriminadas, algo que el propio Özil vivió como cuenta en su autobiografía recordando que de niño no conseguía club. Su habilidad lo hacía el mejor pero no lo tomaban. “¿Qué sucede?”, preguntaba. “No sos vos, es por tu origen turco, porque te llamás Mesut”, le respondía su padre.
“Soy alemán cuando ganamos, pero inmigrante cuando perdemos” dice Özil. “Cuando las cosas iban bien, los diarios me llamaban ‘el goleador belga’. Cuando iban mal, ‘el delantero belga de ascendencia congoleña’”, recordó el delantero de la selección belga, Romelu Lukaku. No es casual que jugadores exitosos hablen del racismo: Europa vive el aumento del discurso xenófobo, anti musulmán y anti inmigrante, ya no solo por el avance de la extrema derecha, sino que también es amplificado por las medidas que toman los principales gobiernos de la región.
Medidas que están alimentando la peor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial, según informa la ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados). Crisis generada por la acción de las políticas económicas o directamente por la acción militar de las principales potencias, a la que los gobiernos de la Unión Europea y Estados Unidos responden con una mayor criminalización y persecución contra los inmigrantes mostrando la criminal cara imperial.
Diego Sacchi
Nacido en Buenos Aires en 1977, militante del Partido de Trabajadores Socialistas desde 1994. Periodista, editor en la sección Internacional de La Izquierda Diario y columnista de temas internacionales en el programa de radio El Círculo Rojo.