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México

OPINIÓN. México: del enojo y el ingenio popular en las fiestas decembrinas

Diciembre tradicionalmente se viste de fiesta en México. Pero esta vez, el dolor y la ira que provocó la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y la crisis desatada en el país se hicieron sentir.

Bárbara Funes

Bárbara Funes México D.F | @BrbaraFunes3

Sábado 3 de enero de 2015

Imagen: Mario Flores

Imagen: Mario Flores

Piñatas: una tradición que Italia legó al mundo y que llegó a México con los franciscanos que vinieron a colaborar en la conquista de estas tierras y en la tarea de sometimiento de los pueblos originarios.

Las piñatas tradicionales se fabrican a partir de una olla de barro, de formas redondeadas, que se forra con papeles coloridos, se decora con siete picos y se rellena de naranjas, otras frutas y dulces tradicionales. Son parte ineludible de las fiestas, y los niños, con los ojos vendados, por turnos, la golpean con un palo, al son de “Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino…”, la canción tradicional que suena en cada calle.

¿Pero qué simboliza la piñata? La tradición dice que los siete picos representan los siete pecados capitales (la Iglesia ha dejado su impronta), y que romper la piñata significa acabar con el mal comportamiento, las malas costumbres, y un largo etcétera.

Hete aquí que 2014, que cerró con una marcha de los padres de los normalistas a Los Pinos, la residencia presidencial, reclamando por la aparición de los jóvenes, apareció un nuevo modelo de piñata. La “peñata”: una piñata que recrea la imagen de Enrique Peña Nieto, con su jopo, su traje y su cinismo, el representante de la corrupción de la clase política en México, de la entrega de los recursos energéticos a las trasnacionales, de la represión institucional.

La “peñata” estuvo presente en el último mitín del año, el día 31 de enero, en el de los padres que no se rinden, que denuncian que “¡Fue el Estado!” el responsable de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Y la golpearon hasta romperla.

Fabricantes de piñatas vendieron muchas más “peñatas”, para que la gente “se descargue”.

Una metáfora ingeniosa para el pueblo mexicano: “Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino…”.

Hay que terminar con todo lo malo en México: la colusión entre gobierno, narco y capitales privados (nacionales y extranjeros), con los feminicidios, con las desapariciones forzadas, con la precarización laboral, con los salarios de hambre, con los ataques contra la salud y la educación, con la expoliación de los pueblos originarios. Hay que echar abajo el gobierno.

Como plantea Pablo Oprinari en su artículo “Una democracia bárbara forjada bajo el látigo imperialista”: “Hacia adelante, la protesta social y el surgimiento de una nueva generación combativa tienen planteado fortalecer la movilización, organizarse para enfrentar la represión y los ataques del estado y su aparato de seguridad y espionaje, y levantar una perspectiva política que confronte con el estado y el régimen político.

En ese sentido enarbolar un programa que enfrente la dominación imperialista sobre el país y denuncie los pactos y acuerdos que nos atan a EE.UU. y buscan convertirnos en una nueva estrella de su bandera es crucial. Sólo logrando la emancipación integra y efectiva de la nación, derrotando al gobierno y a las instituciones de esta democracia asesina y conquistando un gobierno provisional de las organizaciones obreras y populares en lucha, es que podrá revertirse la catástrofe y la barbarie capitalista.”

Porque si a esta crisis no le dan una salida los trabajadores y los sectores populares, lo harán los poderosos de siempre: los Slims, los Hinojosas (Grupo Higa), los Subervilles (tiendas Liverpool).