Gustavo Eduardo Soria Di Blasi, muralista argentino invitado por el Movimiento de Muralistas Mexicanos a colaborar en la elaboración de un mural para la Universidad Autónoma Chapingo, es expulsado del país a su llegada al Aeropuerto, en migración le dicen: “si ahí siembran, nadie pinta”.
Sábado 4 de diciembre de 2021
La política migratoria mexicana, impuesta desde el gobierno de EEUU, no sólo ha sido un mecanismo de control para regular la migración centroamericana, también sirve para censurar expresiones del movimiento popular latinoamericano.
El 21 de noviembre del año en curso, el ciudadano argentino Gustavo Eduardo Soria Di Blasi llegó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), en un vuelo que partió de Buenos Aires, Argentina, e hizo escala en Colombia.
Una de sus actividades en México sería participar en la elaboración de un mural en la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) a invitación del Movimiento de Muralistas Mexicano, la Asociación Cuenteros y Cuentistas AC y la asociación de abogados culturales Artículo 27, para conmemorar los 500 años de la caída de Tenochtitlan y los 100 años del nacimiento del Muralismo Mexicano.
En un interrogatorio de 30 minutos, lo retienen al pasar por migración; como él mismo lo narra, le preguntan los motivos del viaje, hasta cuándo pensaba quedarse, cuánto dinero llevaba, si tenía tarjeta de crédito, qué pretendía en el país, etc., ante lo cual responde mostrando su pasaporte vigente, las cartas de invitación de intercambio cultural que le extendieron los artistas mexicanos, también muestra su boleto de regreso, entre otras cosas.
El oficial que lo interroga lo cuestiona en todo momento y por cualquier detalle: la poca cantidad de dinero que lleva consigo, el tiempo que se va a quedar, en dónde y con quién se va a quedar, etc. El muralista, por su parte, contesta a todos sus cuestionamientos, los cuales se hacen cada vez más privados y específicos (como la dirección en donde se hospedaría), incluso tiene que hablarle sobre el mural que se haría en la UACh, a lo cual -el oficial- le responde burlonamente "Já (se ríe) …Chapingo… si ahí siembran, nadie pinta".
Un clima de hostigamiento, hacinacinamiento y exposición sanitaria
Después de todo el acoso policiaco, Gustavo narra el desenlace, del cual citamos a continuación algunos fragmentos, para visibilizar la denigrante situación y los tratos inhumanos que existen en el país, que no está demás decirlo, es similar al que existe en EEUU.
"Entonces mi entrevistador me dice: pero tu necesitas como 4 meses o más y no tienes dinero, y le vuelvo a explicar que hay colegas (quienes me habían dado las cartas de invitación) que se hacen cargo de mi estadía [...] Me dice que espere un minuto, se va y se lleva todos mis papeles, incluido mi pasaporte. Cuando vuelve me dice que lo acompañe y, sin decir nada más, me guía hacia un pasillo donde había un hombre en una mesa, como ‘cortando el paso’, con esas cintas que dividen, me piden que entregue el celular y que escriba mi nombre , fecha de nacimiento en un papel y se lo pegan al celular, me dicen que entre a un cuarto.[...]
"Desde este cuarto se podía ver parte de las ventanillas de migración, era un cuarto de 3m x 7m sin ventanas, sin circulación de aire, sin agua, sin distanciamiento, era imposible mantener un protocolo sanitario, pasadas 3 horas éramos 40 personas, solo había 15 lugares para sentarse, filas de 3 butacas, la del medio con una cruz para que se deje libre y mantener el protocolo del covid…eso fue imposible, adultos, ancianos, niñas, bebés, jóvenes, caminantes, todos en ese limbo, sin poder ir al baño o recibir una explicación, había gente esperando hace más de 20 hrs, alguien dijo que se debería sacar una foto y denunciarlo, pero nadie tenía móvil, en un momento hay algunos que se quejan, por el calor, la esperada, el hacinamiento, el Covid, y el ‘guardia (porque para el caso lo era, controlaba la salida, nadie podía salir por esa puerta) dice: jajaja (se ríe), pues es su problema, en el avión estaban igual, aquí se van a quedar hasta que los llamen [...]"
Después de varias horas en la incertidumbre y a merced del Instituto Nacional de Migración, aparato de carácter judicial reglamentado conforme a los designios norteamericanos, dependiente de la Secretaría de Gobernación, le comunican de la cancillería argentina que había sido rechazado para ingresar a México, para lo cual pasa otras horas más en un secuestro de facto por parte del Estado mexicano, hasta que sale un avión de regreso hacía Argentina, con escala otra vez en Colombia, el cual aborda bajo escolta policial todo el tiempo.
Mientras esto le ocurría al muralista, en las salas de llegada del AICM se encontraba esperándolo un equipo del proyecto, entre ellos el también muralista Leopoldo Hernández Castellanos (Polo Castellanos), coordinador Nacional del Movimiento de Muralistas Mexicanos y Delegado para México del Movimiento Internacional de Muralistas, quien después de una hora y media de ver que no llegaba nos dice:
Como a las siete y media yo fui a migración a preguntar qué estaba pasando y me dijeron que no había información, que era un tema de seguridad nacional.
Como a las siete y media yo fui a migración a preguntar qué estaba pasando y me dijeron que no había información, que era un tema de seguridad nacional.
Después se enteraron, pero por medio de la aerolínea Avianca, que lo subían en un vuelo de regreso pasadas las 12 a.m., es decir, seis horas después de su llegada. Por lo acontecido, el 23 de noviembre enviaron una carta al Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas, y a la Secretaría de Gobernación, solicitando la reparación del daño cometido contra la comunidad artística latinoamericana. Es la fecha que no obtienen respuesta de ninguna autoridad. Y eso que la 4T se ostenta como progresista y humanista.
Por este medio, nos sumamos a la exigencia de reparación del daño, así como deploramos la política migratoria que el Estado mexicano ha emprendido contra nuestros hermanos centroamericanos.
¡Ningún ser humano es ilegal!