El Smata, un sindicato modelo en obediencia patronal, cumplió 74 años. Mientras la crisis económica golpea duramente al sector automotriz y a sus trabajadores, su rol fue negociar suspensiones con salarios a la baja y retiros voluntarios. De plan de lucha ni hablar.
Lunes 24 de junio de 2019 22:04
El 1 de junio se cumplió el aniversario número 74 del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata). Su conducción -liderada por Ricardo Pignanelli- lo “festeja” con nuevas suspensiones en las automotrices a pedido de las patronales, fiel a su tradición política entreguista.
Ante el freno de la producción que atraviesa el sector al calor de la recesión nacional, que se agudiza por la caída del mercado interno y la disminución de las exportaciones a Brasil, el Smata volvió a negociar medidas que dejan a la vista de qué lado está el sindicato que (mal) representa a los trabajadores metal-mecánicos. Veamos:
El mismo día del paro general del 29 de mayo, acordaron con Renault de Córdoba un fuerte ataque a los trabajadores que consistió en la suspensión de 1500 trabajadores, reducción de la jornada laboral y baja de salario al 70%.
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Pero este no es un caso aislado, la multinacional norteamericana Ford suspendió durante el mes de mayo a 500 trabajadores en su planta de Pacheco (Pcia. de Buenos Aires), con posibilidad de que se extiendan en el resto del año.
En la planta de Peugeot ubicada en Tres de Febrero, que está enrolada en la Unión Obrera Metalúrgica liderada por Antonio Caló, suspendieron a 2000 trabajadores, la mitad de ellos son contratados.
La japonesa Toyota lanzó su propio plan de ajuste que consiste en: quita de horas extras, la cancelación de producción el día sábado y la suspensión de una semana completa en el mes de julio.
Al principio del año hubieron 700 suspensiones en Honda, 1.500 en Renault, otras 2.000 en Peugeot, 2.000 en Fiat y General Motors que viene con suspensiones rotativas de 1.500 trabajadores desde septiembre de 2018. En junio volvieron las suspensiones en Ford, Peugeot y Volkswagen solo trabaja 4 días de la semana.
La industria automotriz: una caída sin freno
Evidentemente el sector automotriz es uno de los más afectados en el marco de la recesión y el desplome de la industria, alcanzando en 2018 el menor nivel de producción en 12 años. Actualmente su parate se expresa en los datos oficiales que midieron en el mes de mayo la utilización de apenas el 37 % de la maquinaria instalada.
Según los datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) la producción de automóviles en el mes de mayo se ubicó 16.555 unidades por debajo de lo alcanzado en igual mes de 2018, esto implica una caída interanual de 35,3%.
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Sin embargo, las patronales de las automotrices multinacionales y autopartistas que hace años mantienen ganancias millonarias, utilizan el contexto recesivo a su favor para avanzar sobre las condiciones laborales de los trabajadores. Su método just in time les permite utilizar los retiros voluntarios, despidos y suspensiones como variable de ajuste exprés para enfriar la producción cuando lo crean conveniente.
Con la complicidad del Smata intentan trasladar el costo de la crisis sobre los trabajadores que se expresa en rebajas salariales alrededor del 30 %; más de 11.000 suspensiones y retiros voluntarios; 3.500 despidos en las terminales y 1500 en las concesionarias según datos del sindicato. Sin olvidar el caso extremo del cierre de Metalpar en marzo dejando a 600 trabajadores en la calle.
¿Convocará el Smata a un plan de lucha?
Mientras Pignanelli firma y firma suspensiones, bajas salariales, despidos y hace todos los “esfuerzos” que las patronales le piden a espalda de los trabajadores, fue uno de los primeros dirigentes de la CGT que salió a aplaudir la fórmula Fernández- Fernández. Durante la “década ganada” las empresas automotrices fueron grandes beneficiadas, mientras la burocracia del Smata siguió aumentando su poder. Primero al mando de José Rodríguez, un dirigente sindical que colaboró con la triple A y la dictadura genocida; y tras su muerte de la mano de Pignanelli, quien se transformó en uno de los sindicalistas preferidos del kirchnerismo.
En aquellos años, los trabajadores de distintas fábricas se organizaron y recuperaron sus comisiones internas y cuerpos de delegados, presentando listas opositoras que cuestionaban el rol pro patronal de los verdes (lista del Smata). Estas internas con delegados de base, democráticos y combativos protagonizaron distintos conflictos en defensa de los trabajadores, los casos más emblemáticos fueron los conflictos en Gestamp y la lucha heroica de Lear. En ambos casos, hubo un accionar común entre la patronal, el gobierno y el sindicato para derrotar la lucha; y se vio al conjunto del aparato estatal reprimiendo en defensa de las ganancias empresariales.
Bajo el macrismo, el Smata no tomo una sola medida contra el ataque que vienen sufriendo los trabajadores, que empeoro en el último año a partir de las exigencias de ajuste del FMI.
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Ante los hechos consumados, la única respuesta es que la burocracia sindical del Smata, sólo antepone mantener sus privilegios, disciplinando al movimiento obrero. Eso no quita que puedan tomar alguna medida aislada para descomprimir la bronca existente -como una marcha a la Virgen de San Nicolás- pero en términos "estratégicos", su rol es mantener la paz social en las fábricas, y ser funcionales a las patronales.
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Lamentablemente hace décadas el Smata se dedica a traicionar a los obreros, imponiendo en las fábricas un clima de “tumba” que no permite la oposición sindical. Desde la reestructuración productiva del sector en los noventa, este sindicato fue clave para avanzar en la flexibilización laboral. Este proceso implicó mayores ritmos productivos, la precariedad de contratos, engrosar las diferencias existentes entre trabajadores un poco más calificados en las terminales y de menor calificación y peores sueldos y derechos laborales en las autopartistas.
Con un cinismo brutal, Pignanelli declaró sobre la preocupante situación actual que se "nota mucho" en cómo lo sufren los trabajadores ya que en la obra social aumentó mucho la demanda de psiquiatras y psicoanálisis. Pero no dijo nada sobre un plan que enfrente el ajuste.
Hoy esta conducción se acomoda dentro de la interna peronista, alineándose con les Fernández, una fórmula opositora al macrismo, pero que no va a priorizar poner por delante una solución para las penurias que atraviesan las amplias mayorías del pueblo trabajador, sino continuar con los planes de pago al FMI y el ajuste en curso.
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