Mientras las bombas del Estado sionista asesinan a un niño palestino cada 10 minutos, en Argentina la política capitalista disputa el lugar de la subordinación a un esquema donde grandes potencias como Estados Unidos, Francia o Alemania avalan la limpieza étnica ejercida por el Estado de Israel. Las calles del mundo hablan otro idioma: el del masivo apoyo al pueblo de Palestina.

Eduardo Castilla X: @castillaeduardo
Miércoles 8 de noviembre de 2023 11:11

Alimentados metódicamente por los grandes medios, los escándalos de la “pequeña política” sirven de cortina de humo a otros mayores. Las imágenes bizarras del espionaje ilegal silencian el repudiable alineamiento de la llamada “clase política” con el despliegue asesino que el Estado de Israel realiza en Gaza.
La lluvia torrencial de bombas que inunda el cielo palestino ya asesinó a más de 10.000 personas, casi la mitad niños y niñas. Las dolorosas imágenes de niños muertos en los brazos de sus padres despiertan una incontenible furia; un deseo irrefrenable de romperlo todo.
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Evidencian, al mismo tiempo, la complicidad del establishment mundial. “Estamos viendo cómo se desarrolla un genocidio ante nuestros ojos y la organización a la que servimos parece impotente para detenerlo, escribió -conmocionado- Craig Mokhiber, hasta hace días director en Nueva York de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU.
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El mundo, sin embargo, se conmueve ante el feroz rugido de los bombardeos. En todo el planeta se alzan voces de repudio y reproches. En EE.UU., el nombre del demócrata Biden empieza a asociarse a la palabra genocidio. Bernie Sanders, antaño emblema del progresismo en el país imperialista, recibe durísimos cuestionamientos por su negativa a pedir un alto al fuego. Implacable, el intelectual Norman Finkelstein le señaló: “Cuando usted se opone a un alto el fuego (...) está dando a Israel carta blanca para continuar atacando indiscriminadamente la infraestructura civil y la población civil de Gaza (…) Usted se ha convertido en un monstruo moral”.
Europa aparece, también, atravesada por esas tensiones. La política oficial despliega, en muchos países, un explícito aval a las bombas que caen del cielo sobre la cabeza de miles de palestinos. La crisis por esa decisión recorre a muchas de las coaliciones políticas gobernantes.
La respuesta a ese genocidio en curso viene de las calles. En el corazón mismo del poder imperial, donde el fin de semana pasado marcharon cientos de miles. Nace de una conciencia crítica y combativa que empieza a retomar las mejores tradiciones de los movimientos antibélicos. Se expresa -con furia y potencia- en las ciudades de Estados Unidos, Europa y Asia. En las facultades y escuelas tomadas en Nápoles. En los puertos bloqueados en Oakland y Tacoma (EE.UU) o en Barcelona. En la calles neoyorquinas, de la mano de trabajadores y trabajadoras de la salud.
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Argentina: un ejército de voceros del sionismo
Mientras el mundo se conmueve hasta sus cimientos, la política burguesa argentina ratifica su obsceno alineamiento con el Estado de Israel y sus políticas asesinas. Allí no hay grieta. Hay, por el contrario, una firme unidad.
Javier Milei, vocero de la derecha reaccionaria, apareció desde el primer momento como acérrimo defensor del genocidio sionista. Enarbolando el “derecho de Israel a defenderse”, avaló y avala todos los crímenes que comete el Estado dirigido por el derechista Benjamin Netanyahu.
Al otro lado, fingiendo diferencias sustanciales, Sergio Massa opera bajo la misma lógica político-discursiva. Este domingo, frente a la cámaras de La Nación+, ratificó su alineamiento al orden imperial que avala la masacre en Gaza: “Fui el primero en condenar el atentado terrorista de Hamas. Fui el primero en ir al acto de la DAIA. Fui el primero en manifestar mi opinión a la comunidad (…) cuando todavía no había aparecido el tema éste yo fui el único que planteé poner desde el 10 de diciembre a Hamas como organización terrorista”. El ministro-candidato intenta acaparar las credenciales de vocero del sionismo.
Este martes, esa unidad alrededor de lo que ocurre en Medio Oriente volvió a quedar de manifiesto. Con la excepción de las diputadas y diputados del Frente de Izquierda Unidad, los presidentes y presidentas de distintos bloques de la Cámara baja suscribieron una declaración vergonzosa donde no se menciona la masacre que ejecuta Israel contra Palestina. Donde se guarda un miserable silencio sobre las más de 10.000 personas asesinadas; sobre los niños y las niñas muertos bajo los escombros de edificios derribados a fuerza de misiles; sobre los familias enteras que dejaron de existir por la brutalidad sionista.
Milei y toda la casta de UP y JxC justificando en Diputados el genocidio que se está perpetrando en Gaza bajo el pretexto de los rehenes que le importan un bledo a Netanyahu, que prefiere continuar con la masacre antes que liberar a los presos palestinos#GenocidioEnGaza pic.twitter.com/TraTY8QUGP
— guillo p (@GuilloPistonesi) November 7, 2023
Ese alineamiento político tiene su correspondencia en el terreno mediático. Con muy escasas excepciones, la prensa argentina se ha volcado a legitimar el baño de sangre que tiene lugar en Palestina. Ha asumido como propia la agenda discursiva del Estado de Israel, condenando el “terrorismo de Hamas” y silenciando los miles de asesinatos cometidos en pocas semanas.
Se impone enfrentar esa rigurosa censura mediática. Batallar por la verdad que se oculta. Este mismo miércoles por la tarde, desde las 18 h, tenemos planteado un combate en las redes sociales. Un tuitazo nacional para denunciar el #Genocidio en Gaza. Esa pelea es, también, en las calles. Como ocurre en todo el mundo. Tenemos la obligación política y moral de jugárnosla por la causa de Palestina. De denunciar y enfrentar a los y las cómplices de un orden imperial que avala la masacre de un pueblo.
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Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.