Los estudiantes se pusieron en movimiento en una lucha que es más que universitaria. Editorial de “El Círculo Rojo”, programa de La Izquierda Diario que se emite todos los jueves de 22 a 24 por Radio Con Vos 89,9.
Fernando Rosso @RossoFer
Jueves 17 de octubre 23:36
- Triunfo parlamentario, ¿derrota política? El interrogante que dejamos planteado en este espacio la semana pasada, a esta altura, se responde solo. Javier Milei alcanzó —por muy poco— a formar la minoría de legisladores que le permitió sostener el veto a la ley de presupuesto universitario votada por el Congreso, pero inmediatamente comenzó a pagar un alto costo político por el extendido movimiento que desató en todas las universidades del país.
- Sobre la dinámica del conflicto pueden hablar mejor sus protagonistas (como lo hicieron nuestras entrevistadas y lo hacen decenas de referentes en todo el país).
- A mí me interesaría destacar las consecuencias políticas que ya tuvo el conflicto universitario y que pueden ser mayores de acuerdo al alcance que finalmente tenga ¿Qué quiero decir? Qué salvo un cambio dramático de los acontecimientos, el Gobierno sólo puede aspirar a hacer “control de daños” o magnificar la derrota.
- La primera muestra de estupor frente al movimiento que se desató en las universidades la dio el mismo Milei, el martes cuando —a las 8 am— fue al canal oficialista LN+ a explicar lo inexplicable frente al periodista Antonio Laje. Dos cuestiones ante esto: cuando hay una disputa política, el que tiene que salir apurado a explicar demasiado, es porque está perdiendo (“El que explica, pierde”, dice el refrán); segundo: tuvo que afirmar algo que contradice todo su discurso histórico: que la universidad va a seguir siendo pública y que no se va a arancelar. El que explica, pierde; el que se contradice de manera tan evidente, ni te cuento.
- El movimiento estudiantil es un factor actuante en la relación de fuerzas más histórica de la Argentina que le está poniendo un primer límite serio al desangelado proyecto libertariano. Digo “desangelado” porque el movimiento irrumpe en un momento de retroceso político del Gobierno que vienen verificando todos los estudios de opinión. Es causa y consecuencia de este retroceso; aparece en el momento en que se está produciendo y lo acelera.
- También deja al rey desnudo en muchos otros aspectos: le demuestra a los libertarianos que la calle o las universidades no son las redes; deja en evidencia que el mileísimo (tanto que se habló de su ascendencia entre los jóvenes) no tiene prácticamente referentes que defiendan su política, por eso tiene que armar “patotas” (con perdón de las patotas) con elementos extraños a la universidad, entre otras cuestiones.
- Pero, además, por el carácter masivo y extendido, el movimiento actúa como un síntoma político que va más allá del conflicto en sí mismo. Como sucedió en otras crisis de las características de la que en este momento atraviesa la Argentina, la emergencia disruptiva del movimiento estudiantil muchas veces es anticipatoria de giros posteriores del conjunto del escenario político.
- Acá es cuando aparece aquella vieja metáfora de la “caja de resonancia”, ¿no? ¿Por qué? Porque suele vibrar, al compás de los avatares, de los malestares, de las tensiones que atraviesan al conjunto de la sociedad. Por varias razones: porque es un sujeto social heterogéneo, policlasista, generalmente más politizado que el promedio y ligado a otros actores sociales, políticos y económicos. Esto, hasta cierto punto, está magnificado en el último tiempo por el ingreso masivo de estudiantes a la universidad.
- Para no irse tan atrás (por ejemplo, hasta los años previos al Cordobazo o incluso hasta la misma Reforma de 1918), hay ejemplos en la historia reciente. En el año 1995 tiene lugar la lucha contra la sanción de la Ley de Educación Superior que desata un movimiento estudiantil bastante radical. Tomas y movilizaciones en todo el país con epicentro La Plata, la Universidad de Comahue y la UBA. Su fuerza sorprende a todo el arco político. En concreto, es un movimiento contra una ley, pero también fue anticipatorio del viraje político y social que tendrá el país en la segunda parte de la década del ’90 cuando comienza la decadencia del menemismo.
- Otro ejemplo tuvo lugar en el contexto de la recesión económica que comenzó en 1998 e impactó también en la universidad. Entre 1999 y 2001, los sucesivos ministros de Economía (Roque Fernández en 1999, López Murphy y Cavallo en 2001) intentan recortar el presupuesto de las universidades, hay resistencia y estos intentos son derrotados. Otra vez, eran movimientos que respondían a determinados ataques, pero también expresaban algo más que esa respuesta. Esto se constata cuando se observan los acontecimientos posteriores.
- Bueno, el mileísimo comprimió los tiempos y ya desencadenó (a los 10 meses) un movimiento estudiantil que, valga la redundancia, entró en movimiento.
- ¿Es sólo una lucha por el presupuesto universitario? ¿Un conflicto que no tiene nada que ver con el nuevo “clima” de declive del Gobierno, de 10 meses de ataques, de maltrato a los jubilados y jubiladas, de ataque a la salud, etc.? Tiendo a pensar que tiene muchos puntos de contacto con esto y que es anticipatorio de cambios más importantes.
- Como un plus (más allá del desenlace específico del conflicto) asistimos al despertar político, a la politización, a la experiencia en la acción colectiva, de una nueva generación que no se va a extinguir con el conflicto. De hecho, cuando Guillermo Francos quiso demonizar al movimiento y dijo que cuando se politizan, después se hacen guerrilleros y “provocan” la represión; además de decir cualquier cosa, expresó un miedo real: cuando una nueva generación se involucra puede renovar las aspiraciones y los objetivos y se parte de las transformaciones de un país, eso hizo grande a la generación del 70, más allá de las discusiones sobre estrategia política.
- Además el movimiento impone el sentido de una urgencia: es aquí y es ahora. Y siguen con el paso cambiado quienes se manejan la temporalidad burocrática de los tiempos electorales.
- Todo eso trae consigo este movimiento estudiantil para sacudir tanto a los escépticos que sobrevaloraron a Milei y dieron por muerta a la Argentina contenciosa como a quienes especulaban con los tiempos rutinarios del calendario electoral.
Fernando Rosso
Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.