Fortalezcamos un feminismo de la clase trabajadora, solidario con Palestina y completamente independiente del gobierno, para enfrentar a la derecha, la precarización de la vida y conquistar nuestras demandas.
Jueves 28 de noviembre de 2024
Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, recordamos la lucha de las hermanas Mirabal, asesinadas en 1960 por la dictadura de Trujillo. En todo el mundo, especialmente en América Latina, esta fecha nos convoca a enfrentar la violencia patriarcal como un problema estructural, sostenido por el capitalismo, el imperialismo y sus Estados.
Miles nos movilizamos en todo Chile exigiendo el fin a la violencia contra las mujeres. La jornada estuvo marcada por una gran diversidad de expresiones: bailes, performances y pancartas que denunciaban los femicidios y la violencia machista en todas sus formas. Un protagonismo especial tuvieron las agrupaciones de familiares de víctimas de femicidio, quienes exigieron justicia para sus hijas, hermanas y madres asesinadas.
En Santiago, cientos de personas marchamos con fuerza por la Alameda, llevando consignas que abarcaban desde la denuncia de los femicidios y la exigencia de derechos reproductivos, hasta el reclamo por la precarización laboral, la falta de vivienda y la solidaridad internacional con Palestina. Este 25 de noviembre también fue un recordatorio de que la lucha contra la violencia hacia las mujeres es global.
Desde Pan y Rosas Chile, nos movilizamos en Santiago, Antofagasta y Valparaíso, marchamos junto a organizaciones como Acción Global Feminista, el Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), la Marcha Mundial de Mujeres, la Coordinadora por Palestina, La Puebla Insurgente y la Coordinadora contra la Ley Nain Retamal. Juntas demostramos que es posible enfrentar la desmovilización, levantando un feminismo de clase que denuncia la precarización de la vida de las mujeres y disidencias trabajadoras, y que lucha por un movimiento realmente independiente de los gobiernos de turno. Nos movilizamos con consignas comunes: No al genocidio en Gaza, basta de violencia machista y por un feminismo antiimperialista y anticapitalista, con independencia política del gobierno de Boric.
Un balance de la jornada y sus desafíos
El 25N dejó claro que, pese a los intentos de cooptación y desmovilización, el movimiento feminista sigue siendo una fuerza política importante en Chile. Las calles no solo estuvieron llenas de denuncias contra la violencia machista, sino también de reivindicaciones políticas que reflejan el impacto de la precarización de la vida en las mujeres trabajadoras.
Como feministas socialistas, no olvidamos la masacre en Gaza, con más de 45 mil personas asesinadas por el ejército de Netanyahu: un crimen del imperialismo que sostiene la opresión de los pueblos. Las mujeres palestinas enfrentan una violencia que atraviesa sus cuerpos, hogares y vidas, demostrando la brutalidad de un sistema que usa la guerra y el genocidio para perpetuar su dominio.
La participación de organizaciones de familiares de víctimas de femicidio fue un recordatorio de que la violencia machista no solo destruye vidas, sino que también encuentra en el Estado un cómplice que no garantiza justicia ni medidas efectivas para prevenirla.
En este contexto, la marcha también evidenció las limitaciones de un feminismo subordinado a los intereses del gobierno. Este no es un problema moral, sino político: sostener un gobierno que profundiza la agenda de la derecha no es el camino hacia nuestra emancipación.
El gobierno y la derecha: garantes de la precarización
El gobierno de Boric ha profundizado políticas que golpean directamente a las mujeres y disidencias de la clase trabajadora. La Ley Nain Retamal legitima la represión contra los sectores populares, mientras que los cambios a la Ley 21.325 condenan a las mujeres migrantes a vivir sin acceso digno a vivienda, educación y trabajo. La criminalización de las tomas de terreno deja a miles de familias sin techo, reforzando la violencia estructural contra mujeres y disidencias.
Por otro lado, la derecha es hipócrita y descarada; preguntan en los medios de comunicación “¿dónde están las feministas?”, pero no tienen autoridad para hablar de violencia de género, mientras impulsan políticas que perpetúan la desigualdad. En medio de esta crisis, los casos como Monsalve y Macaya demostraron no ser anomalías, sino expresiones del carácter estructuralmente patriarcal y corrupto del Estado, administrado tanto por la derecha como por gobiernos "progresistas".
Un feminismo de la clase trabajadora contra la precarización de la vida
La violencia machista y patriarcal no es un fenómeno aislado; está profundamente ligada a las condiciones de vida que enfrentamos las mujeres trabajadoras y disidencias. Vivimos bajo un sistema que nos somete a la precarización, con trabajos mal remunerados, falta de acceso a servicios básicos y una constante vulnerabilidad. La respuesta del feminismo debe ser organizada, radical y centrada en enfrentar el capitalismo, no en aceptar las migajas que el gobierno nos ofrece.
Las empresas, que se enriquecen a costa de nuestra explotación, y la Iglesia, que históricamente ha validado nuestra opresión, son cómplices de un sistema que sostiene y reproduce la violencia contra las mujeres. El Estado no puede ser la solución cuando se arrodilla ante estos poderes.
Contra la cooptación del movimiento
El problema no es la capacidad de convocatoria actual de sectores como la Coordinadora Feminista 8M, sino que han abandonado en los hechos la perspectiva de organizar efectivamente al movimiento de mujeres y disidencias, supeditandonse asi a la agenda politica del gobierno de Boric. Hoy, con la crisis abierta en el gobierno, resulta más importante que nunca retomar la autoorganización del movimiento. La independencia política no es un gesto, sino una necesidad para conquistar nuestras demandas y enfrentar a quienes administran este Estado capitalista y patriarcal.
Caminemos en unidad hacia el 8 de marzo
El 25 de noviembre marcó el inicio de una campaña que nos proponemos para retomar la fuerza del movimiento de mujeres y disidencias. Desde Pan y Rosas creemos que es necesario impulsar la lucha por un plan de emergencia contra la violencia machista. Este Plan de Emergencia debe ser financiado con impuestos a las grandes fortunas y a las inmobiliarias, quienes han contribuido al despojo de nuestras viviendas y la precarización de nuestras vidas. Esto porque la ley del gobierno es impotente para erradicar la violencia patriarcal; no basta con sensibilizar y capacitar a los organismos del Estado ni aumentar las penas a los agresores.
Proponemos un plan de emergencia que se enfoque en nosotras, mujeres y disidencias, y que sea gestionado por las organizaciones sociales y equipos interdisciplinares, con recursos garantizados y un enfoque integral que combata la violencia en todos sus niveles.
La campaña se complementa con el llamado a construir un Encuentro de Mujeres y Disidencias, un espacio de coordinación para fortalecer la organización desde las bases y proyectar el próximo 8 de marzo. Este Encuentro será fundamental para organizar nuestras luchas, reunir nuestras demandas comunes y reafirmar nuestra independencia política.
La lucha organizada desde abajo, como respuesta a la desmovilización impuesta desde arriba
El 25 de noviembre nos mostró que la clave para romper con la desmovilización impuesta por el gobierno y la derecha está en la construcción de un feminismo que sea una herramienta de lucha para las mujeres trabajadoras y los sectores populares, anticapitalista y antiimperialista. No podemos depender de gobiernos que no priorizan nuestros derechos ni nuestras necesidades. Es urgente fortalecer nuestra organización y acción, para que el movimiento de mujeres, disidencias y trabajadoras sea capaz de disputar un feminismo que construya desde abajo, en las calles, en los lugares de trabajo y estudio, sin confianza en los despachos del poder.
Este Encuentro Nacional será un primer paso para articular nuestras luchas y avanzar en un proyecto de feminismo realmente transformador, que no dependa de las promesas de ningún gobierno, sino que se base en la fuerza organizada de las mujeres y disidencias.
Desde Pan y Rosas, extendemos una invitación a todas las organizaciones feministas, sociales y políticas que nos movilizamos este 25 de noviembre: a que levantemos juntas un Encuentro Nacional de Mujeres y Disidencias, que sea un espacio para coordinar nuestras luchas, fortalecer la organización desde las bases y proyectar el próximo 8 de marzo y un 2025 en las calles.
Pan y Rosas - Teresa Flores
Agrupación de mujeres y diversidad sexual