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Red Internacional
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BULGARIA REFUGIADOS. Milicias “caza-inmigrantes”, condecoradas por el Gobierno búlgaro

En las últimas semanas se han multiplicado en Bulgaria los grupos nacionalistas “caza inmigrantes” que patrullan la frontera para atrapar a los refugiados y expulsarlos a Turquía.

Josefina L. Martínez

Josefina L. Martínez @josefinamar14

Miércoles 20 de abril de 2016

Un grupo de hombres jóvenes avanza por un camino de tierra, en una zona boscosa en el sur de Bulgaria, cerca de la frontera con Turquía. Algunos van vestidos con ropa militar, pero no lo son. Están al acecho y tienen una misión: “cazar” a los refugiados para expulsarlos del país.

Las milicias civiles “caza inmigrantes” se han transformado en un nuevo fenómeno en Bulgaria desde que Dinko Valez, un comerciante de repuestos de autobuses, salió por televisión anunciando que estaba decidido a “proteger la frontera” con sus propias manos para evitar la llegada de refugiados “peligrosos”.

A principios de abril, otro nacionalista racista llamado Petar Nizamov, de 31 años, difundió en internet un video en el que una milicia amenazaba a tres personas de Afganistán que habían cruzado la frontera hacia Bulgaria. Los hombres vestidos con uniforme atan a los refugiados con bridas, los tiran al piso y les gritan: “Go back to Turkey”. El grupo se proclamó "Destacamentos civiles para defender a las mujeres y a la fe". Otro grupo de extrema derecha que se presentó como "Organización para la protección de los Ciudadanos Búlgaros" detuvo a 23 inmigrantes de Afganistán.

Varios medios búlgaros han denunciado que estas milicias están formadas por sectores vinculados a la mafia, que les gusta “dar palizas” y que roban a los refugiados lo poco que tienen.

El pasado 13 de abril, la Fiscalía de Burgas, en el sureste del país, imputó a Petar Nizamov por detención ilegal y robo. Sin embargo, la política del gobierno búlgaro, de los medios y el Estado ha sido promocionar la formación de estas milicias xenófobas entre la población. Hace una semana la Policía condecoró a una agrupación de extrema derecha por detener a veintitrés afganos, una acción que también fue elogiada por el primer ministro, el conservador Boiko Borisov.

"Hablé personalmente con ellos y les di las gracias. El Estado es de todos y aquel que nos ayude en su protección merece agradecimiento", declaró Borisov, aunque luego tuvo que desdecirse públicamente.

Según una encuesta de Alpha Research, encargada por la televisión privada Nova TV, más de la mitad de los búlgaros aprueban la acción de las milicias "caza inmigrantes". El 29,4 por ciento de los consultados expresaron su apoyo a los "arrestos civiles", mientras otro 25,4 por ciento se mostró "más bien" a favor. La mayoría de los encuestados dijo “temer una oleada de refugiados”, mientras que un 75 por ciento consideró que son “un riesgo para la salud pública”.

El gobierno búlgaro desplegó este mes 300 soldados en sus fronteras para reforzar los controles policiales. Desde el año 2014 está construyendo una valla para cerrar la frontera con Turquía, de la que ya han montado 70 kilómetros.

Bulgaria es uno de los países más pobres de la Unión Europea, de la que forma parte desde 2007. El índice de estándar de poder adquisitivo (EPA), que monitoriza el nivel de vida promedio, ubica a Bulgaria en el último puesto con 47 puntos, muy lejos de los 124 de Alemania, los 130 de Austria o los 266 de Luxemburgo. El salario mínimo alcanzó en 2016 los 215 € al mes, menos de un 20% de los 1.473 € al mes fijado oficialmente en Alemania.

En estas condiciones de pobreza y grave crisis social, con un gobierno conservador y corrupto, la extrema derecha y los movimientos xenófobos estigmatizan a los inmigrantes y refugiados como una “amenaza” para las ya precarias condiciones de vida. Algo que aprovecha el gobierno para construir un “enemigo externo” y desplegar un discurso nacionalista y reaccionario contra los inmigrantes.


Josefina L. Martínez

Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.

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