El ministro de Transporte alemán, el socialcristiano bávaro Alexander Dobrindt, exigió a la canciller, Ángela Merkel, un cambio de rumbo en su política de asilo y le aconsejó elaborar un plan B, sin descartar un cierre de fronteras.
Martes 19 de enero de 2016
FOTO: Manifestantes del movimiento islamófobo Pegida, 18 de enero en Dresde, Alemania, EFE/Arno Burgi
"Tenemos que estar preparados ante el hecho de que no podremos evitar el cierre de las fronteras. Tenemos que acordarlo con urgencia con los otros países de tránsito en la ruta que siguen los refugiados", señala al diario "Münchner Merkur" el ministro, miembro de la Unión Socialcristiana (CSU), partido hermanado de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel.
Estas declaraciones se producen después del llamamiento realizado ayer por la cúpula de la CDU a los críticos en las propias filas y en la CSU a "mantener sencillamente la boca cerrada y trabajar", en palabras de la vicepresidenta de los cristianodemócratas y líder del partido en el estado de Renania del Norte-Palatinado, Julia Klöckner.
El ministro de Transportes acusa a la Unión Europea (UE) de “dejar sola a Alemania” en la crisis de los refugiados y se muestra convencido de que, más allá de algunos países que han “mostrado su voluntad de ayudar”, hay "un pacto" contra Alemania de otros países no comprometidos.
Dobrindt subraya la necesidad de que la situación cambie rápidamente y asegura que es consciente de que puede tener consecuencias "para la imagen de Alemania en Europa", pero insiste en que "ahora ya no basta con mostrarle al mundo una cara amable", advirtió.
Por su parte, más de treinta diputados regionales de la CSU en Baviera han exigido en una carta a la canciller que cambie el rumbo de su política de asilo, así como un tope para la llegada de refugiados al país.
"Alemania no puede asumir más de 200.000 inmigrantes al año, sean refugiados de guerra o solicitantes de asilo", comentan en el escrito que tienen previsto entregar mañana a Merkel, cuando asista a la convención que celebran los diputados de la CSU en el Parlamento bávaro en el balneario de Wildbad Kreuth.
Expresan asimismo su temor a que en 2016 vayan a llegar todavía más refugiados que el año pasado, cuando entraron en el país cerca de 1,1 millones de solicitantes de asilo, y muestran su "profunda preocupación" por el futuro de Alemania, donde "los ánimos entre la población están peor que nunca" y son palpables "la desesperación y la ira de los ciudadanos".
Las presiones sobre Angela Merkel desde su propia coalición de gobierno han crecido en los últimos meses, con sectores de extrema derecha y conservadores presionando por medidas aún más restrictivas para los refugiados.
El gobierno alemán ya llevó adelante una modificación de las leyes de asilo para limitar los derechos de los refugiados, desalentarlos en su pedido de asilo y garantizar las “deportaciones exprés” de todos aquellos que no sean aceptados como refugiados, como los provenientes de los países de los Balcanes.
Al mismo tiempo han crecido las tendencias de la extrema derecha y grupos xenófobos, con manifestaciones como las de Pegida en otras ciudades y acciones violentas contra los centros de refugiados.