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Red Internacional
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Por Correo. Mis abortos, tu mirada y yo

Viernes 15 de mayo de 2015

Pauli Daverio
@pupitapupi
Estudiante de la carrera de Lengua y Literatura del IES Alicia Moreau de Justo.

El primer aborto me lo hice a los 18 años. Tenía un novio hacía 3 años y nos queríamos mucho pero no cabía la posibilidad de ser papás a esa edad y con tantos proyectos por delante. Ninguno quería. No hubo miedo. Hubo culpa. Ninguno era religioso pero con los años entendí que algo de eso se nos atraviesa aún sin quererlo, aún cuando lo queremos sacar a patadas. La culpa. Matar al hijo. Ese enunciado. Matar al hijo. Matarlo, lo mataste pensaron muchos sin decirlo. Puta habrán pensado otros.

El procedimiento fue corto, fuimos a una clínica privada ya que en el estado no encontré contención ni solución; decía que fue corto. Fuimos con mi novio y un pariente mío, me llamaron, me recosté y antes de perderme en la anestesia dije que había quedado embarazada en Entre Ríos. Me desperté atontada y recuerdo que me dieron un té tibio que tomé de un sorbo y empecé a agradecer a las enfermeras y al médico ¨gracias, gracias¨ les decía angustiada y aliviada. Esas gracias sólo las entendieron ellas, el médico y yo. Mas tarde algunas amigas. Otra no me habló mas. ¨Matar al hijo¨ pensaría, ¨lo mató¨. Nunca me dijo nada sobre el aborto, sólo dejó de hablarme no sin antes mencionar a Dios a quien ella debe querer mucho pero yo no.
Los meses pasaron y el asunto quedó olvidado; seguí de novia y jamás ninguno le reprochó al otro la decisión. Nos separamos un año mas tarde cuando ya estábamos cansados el uno del otro. ¨Ese hijo que mataste hubiese salvado la relación¨ escuchaba yo en mi cabeza. Y estudiaba.

A los 25 tuve un novio cocainómano y muy agresivo; me dejé llevar por algún impulso autodestructivo y quedé de nuevo: esta vez lo tengo, pensé. Y pasaron casi tres meses en los cuales la merca era moneda corriente en mi casa (yo no consumía pero era inevitable que él lo hiciera); una vez conseguí un trabajo cerca de casa, de camarera; el dueño sabía que estaba embarazada y me dio el trabajo igual. Yo me puse contenta y cuando llegué a casa estaba ansiosa por contarle a mi novio, pero todo se vino abajo al ver el panorama: tres de la tarde, la mesa baja llena de latas de cerveza, dos papeles de merca vacíos, música a todo volumen, ropa en el piso, el piso mojado, el hijo que ya no quería.

Novio cocainómano me mira y me pregunta en dónde estuve, me dice puta qué hiciste que no atendías el celular? Me empuja con ojos de animal. Lloro. Se ríe. Lloro. Yo no quiero este hijo, yo no quiero esta vida, yo no quiero a este hombre como padre de mi hijo. Mato a otro, pienso. O me mato yo aunque sea en un sentido metafórico. Algo de mi se muere si tengo un hijo con este hombre. Los golpes eran tan comunes que en el relato ni los nombré porque lo importante claro, es que una MATA al HIJO. Después de esa escena sumada a otras que negaba, decidí abortar; si, de nuevo. Otra vez a la clínica. No me acompañó él sino mi ex, con quien había abortado la primera vez y quien se convirtió en un gran amigo. Esa vez me desperté llorando de la anestesia. Me repetía el discurso del otro ¨lo vas a matar¨ y ese discurso hizo carne en mí. Tuve días difíciles por la culpa que no elegí pero después de eso retomé los estudios. Lo que se me hizo siempre difícil nunca fue contar la historia sino ver la respuesta del otro; muchas veces conté esto a gente que no conocía porque salía el tema y yo lo contaba con soltura ¨si, yo me hice dos¨y las caras se transformaban como mariposas en capullos, si, no al revés; las caras abrían bocas y ojos, las palabras desaparecían y las miradas me esquivaban.

Eso dolió años pero yo repetía mi historia cada vez que podía, porque estaba segura de que había actuado en pos de mi felicidad y tranquilidad; aún siento eso a veces pero por suerte la culpa es sólo una palabra mas como ¨pulpa¨o ¨batata¨ aunque la mirada sigue firme y letal: asesina. No quiero terminar mi relato sin resaltar la comprensión de amigas, conocidas, amigos, amigos de amigos, contactos de redes sociales etc con quienes hablé y que me hicieron sentir comprendida.

Mi cuerpo no quiso ser madre; no se aborta porque una es violada nada más, se aborta porque una no quiere un hijo, porque no está en una situación ideal para eso, porque prefiere dedicar el tiempo a la carrera, al trabajo, a la pareja. Y todo eso es lícito por mas que pataleen, griten o puteen los fundamentalistas de la familia. Pienso en la suerte que tuve de poder abortar en una clínica digna y me declaro en contra de un sistema que no nos contiene ni ayuda cuando decidimos no ser madres.

Y lo peor saben que es? ¨ahora que se lo banque¨; un hijo no debería nunca ser producto de una acción irresponsable, un hijo no debería ser una ¨cosa¨que hay que bancarse porque una fue irresponsable o se dejó llevar por un impulso. Un hijo debería ser producto de unas ganas. Disparen con lo 0que quieran pero no van a frenar nunca el derecho que tenemos sobre nuestro cuerpo. Lo que sí pueden hacer es luchar en contra de un sistema que nos obliga a parir como animales y que si no lo hacemos nos convierte en delincuentes. Me la banco de parada. Y a todas las mujeres que pasan todos los días por lo mismo. Eso si, no se olviden de las que mueren sólo por cargar con la culpa ajena.

Una mujer muere cada 30 horas en Argentina a manos de un hombre que la considera de su propiedad. Trescientas mueren por abortos clandestinos por año. Negarnos el derecho al aborto TAMBIEN ES FEMICIDIO.

Sumate al plenario de Pan y Rosas este sábado 16 de mayo a las 14hs en la Facultad de Psicología de la UBA, sede Independencia. Para que el 3/6 SEAMOS MILES EN LAS CALLES gritando bien fuerte VIVAS NOS QUEREMOS!