Edith migró desde La Paz a la Ciudad de Buenos Aires en el 2005. Rápidamente debió sumergirse en los ritmos duros de la explotación textil y en los alquileres de piezas diminutas en la villa 1-11-14. A continuación la entrevista.
Sábado 4 de octubre de 2014
Varela y Eva Perón (Bajo Flores). Nos encontramos a la salida de la escuela donde termina sus estudios primarios. Es menos complejo volver al aula que tramitar el título desde su país natal. Antes de saludar a sus compañeras, les cuenta que realizará una entrevista para contar “en qué condiciones vivimos”. Es un guiño a aquellas mujeres, que como ella, deben hacer malabares entre salarios magros y alquileres especulativos.
¿Dónde viviste cuando llegaste?
Cuando llegué a la Argentina tuvo que ir a vivir a la villa (la 1-11-14) por conocidos que estaban ahí. Cuando llegué no lo podía creer, era como entrar en una jaula…una cárcel. Me sentía prisionera. Yo estaba con mi nena, la más pequeña (8 años). En una pieza 3x4 estábamos como 3 familias. Alrededor de 10 personas éramos. Dormíamos en camas cuchetas, muebles no había, no entraban. Yo en ese entonces no tenía cucheta y el día en que yo llegué había un pequeño lugar donde me armaron una cama en el suelo. Y en el suelo como hacia frío fui a buscar cartones. Y ahí dormía con mi nena. Me acuerdo que me enfermé bastante grave por estar sobre el piso tan frío. Ya me dije que tenía que buscar la forma de salir de ahí.
¿Cuál fue tu primer trabajo?
No fue fácil encontrar trabajo. Pero era necesario porque ya no entrábamos y tenía que buscar un lugar donde vivir con mi hija. Ya nos sentíamos asfixiados. A los meses empecé a trabajar en un taller textil de un paisano de 8 de la mañana a 10 de la noche. Y comencé a buscar donde vivir. Se me hacía difícil porque preferían sin hijos para alquilarte. Y por lo general preferían gente de su misma zona. Por ejemplo si son de Potosí prefieren potoseños. Hasta que encontré que uno me alquilara. Me pedía dos meses de depósito.
¿Actualmente dónde vivís?
Hoy vivo en la villa como al principio pero sola porque mi hija ya es grande. En una habitación aún más pequeña. Es de 3x3. Para ingresar tenés que pasar una puerta, luego un pasillo largo, otra puerta y una escalera. Ahí está mi habitación prácticamente sin ventilación. Tiene una ventana diminuta, debe ser de 40 cm. Busqué precio porque los alquileres están por encima de los mil y actualmente estoy pagando alrededor de $800. Para mi es mucho porque estoy trabajando de empleada doméstica en negro y cobró un poco más de $2000. Así que imaginate que casi la mitad del sueldo se me va en alquiler.
La entrevista se interrumpe. Edith se deja llevar por las imágenes de la pantalla del televisor que muestran el debate sobre el Código Civil, está hablando el diputado Nicolás del Caño. Se sonríe. Vuelve sobre mí y me pregunta: “¿en qué nos quedamos?”.
¿Qué servicios tenés?
No tengo nada. Hay luz, claro, aunque a veces se corta así como el agua. Obviamente que gas natural no hay y tengo que comprar una garrafa que hago durar lo más posible. Tengo un baño compartido con 3 familias más. Y dentro está la ducha compartida que es eléctrica, así que el agua caliente para bañarnos depende de si hay luz o no.
En algunas piezas que se alquilan tenés un horario restringido de entrada. Más allá de las 12 por ejemplo, puede ser que te traben la puerta y no podés ingresar. En donde estoy no.
¿Nunca pensaste en alquilar fuera de la villa?
Imposible. Tengo un salario muy bajo y no me alcanzaría y aunque, por ejemplo, me vaya con otros amigos a alquilar en otro barrio sería imposible porque no tengo a nadie que me preste la garantía. Nadie de mi familia tiene título de propiedad para salir como garante.
Antes de dar el cierre me cuenta de su hija. Actualmente está parando con ella en esa habitación que describió.