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Trinitarias. Monjas abusadoras de Boulogne: ¿cómo está la causa y qué “confesó” Sor Marina en prisión?

Hace dos meses la Policía se llevaba detenida a María Tellez Fajardo. Cinco adolescentes la acusaron de abusos sexuales reiterados en el hogar de las Hermanas Trinitarias de Boulogne, donde residían judicializadas. Silvia Challú, directora del hogar, fue acusada por otras dos chicas. El Obispado de San Isidro intenta defenderlas, pero Sor Marina le complica los planes.

Daniel Satur

Daniel Satur @saturnetroc

Valeria Jasper

Valeria Jasper @ValeriaMachluk

Sábado 7 de agosto de 2021 00:00

María Téllez Fajardo y Silvia Challú

Son dos las causas penales abiertas en la zona norte del Gran Buenos Aires contra monjas de la congregación de las Hermanas Trinitarias. En una de ellas, abierta a fines de abril, María Téllez Fajardo (“Sor Marina”) está con prisión preventiva desde el 9 de junio, acusada por cinco adolescentes, de entre 13 y 18 años, de haber abusado sexualmente de ellas reiteradamente.

En la otra causa, iniciada en octubre de 2020, otras dos chicas acusan a Silvia Challú (”Sor Silvia”) de ataques similares. Si bien la monja no está presa, la causa en los últimos tiempos comenzó a avanzar y ya preocupa sobremanera al Obispado de San Isidro, uno de los más importantes del país y cuyo titular Oscar Ojea preside la Conferencia Episcopal Argentina.

Los hechos por los que ambas monjas están imputadas ocurrieron en el hogar de la congregación de la localidad de Boulogne (tienen otro en San Miguel y un tercero en Núñez). Las víctimas son niñas y adolescentes que, como decenas más, fueron depositadas allí por el Estado, judicializadas en el marco de las llamadas “medidas de abrigo”.

La causa contra Sor Marina se tramita en el Juzgado de Garantías 3 de San Isidro, a cargo de la jueza Andrea Rodríguez Mentasty, y la investigación la conduce el fiscal Marcelo Fuenzalida, de la Fiscalía Especializada en Violencia de Género de ese partido. En la otra causa actúan la titular de esa unidad fiscal, Laura Zyseskind, y el juez Ricardo Costa, titular del Juzgado de Garantías 1.

Las jóvenes denunciantes son patrocinadas por las doctoras Soledad Molina y Karina Marti, especialistas en derecho de niñez y familia y miembros de la Defensoría de Niñas, Niños y Adolescentes del Colegio de Abogados de San Isidro.

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Para las querellantes sería lógico que, por múltiples razones, se unifiquen las dos causas. Pero no parece ser esa la intención del Poder Judicial, sobre todo de la fiscal Zyseskind, a quien en el norte del conurbano la relacionan con el Obispado de San Isidro y quien ya actuó en otras causas de abuso eclesiástico.

Fuentes ligadas al caso dijeron a este diario que desde octubre del año pasado hasta hace unas semanas Zyseskind había prácticamente paralizado la causa contra Silvia Challiú, dejando a las denunciantes sin respuestas. También cuentan que intentó justificar parte de lo sufrido por las chicas apelando a sus propias historias familiares, revictimizándolas.

Recién cuando las querellantes presentaron una queja formal ante el fiscal general de San Isidro John Broyad, por maltrato a las víctimas, la titular de la UFI de Género pareció despabilarse y desempolvó el expediente. De allí ordenó algunas medidas de prueba que se encuentran en curso de realización.

Silvia Challú (Sor Silvia)
Silvia Challú (Sor Silvia)

Las doctoras Molina y Marti buscan a su vez imputar a Sor Silvia en la causa por la que está detenida Sor Marina. Creen que hay sobradas pruebas de que ella (directora del hogar) y otras más sabían de los abusos de Sor Marina pero la encubrieron. Por el momento el fiscal Marcelo Fuenzalida no parece acordar con el planteo y Silvia Challú sigue refugiada en la sede del barrio porteño de Núñez.

Del dolor a la acusación

Las denunciantes de Sor Marina actualmente tienen entre 13 y 18 años y los hechos se produjeron entre 2017 y abril último, cuando con la primera denuncia se inició la investigación penal, se detuvo a Tellez Fajardo y se clausuró el hogar de Boulogne. Dicho sea de paso las chicas que quedaban en el hogar fueron nuevamente revictimizadas al ser “repartidas” en otros hogares (algunos a 500 kilómetros de distancia) impidiendo que al menos conserven el vínculo de amistad entre ellas.

En todos los casos las adolescentes denunciaron que la monja realizaba los abusos en la cocina y el depósito de mercaderías (otras exinternas también relatan hechos que, si bien no alcanzaron el grado de abusos sexuales, ocurrieron en ese subsuelo). En un par de casos, además, los abusos se consumaron en otras dependencias del hogar e incluso en la sede de Núñez.

Las chicas describieron situaciones de “tocamientos” (casi siempre por encima de la ropa pero también hubo cosas en los que fue por debajo), “nalgadas” seguidas de un recurrente “¡apurate!” (en el manejo de la mercadería) y comentarios del tipo “buen trabajo” mientras tomaba a su víctima de la cintura y proseguía hacia los genitales.

Los cargos que pesan sobre Tellez Fajardo son de abuso sexual reiterado, gravemente ultrajante y agravado por haber sido cometido por una persona del culto religioso, por ser una persona encargada de la guarda y aprovechando la situación de convivencia preexistente, su relacion de autoridad y que la víctima no haya podido consentir libremente dicho accionar.

En estas semanas se están realizando las correspondientes pericias psicológicas y psiquiátricas a las chicas y la querella espera que la Fiscalía finalice las pericias a Sor Marina, fundamentales para poder comprobar su psicopatía y avanzar hacia un juicio donde no la quieran hacer pasar por inimputable.

Hogar de las Hermanas Trinitarias de Boulogne
Hogar de las Hermanas Trinitarias de Boulogne

“Hagan lío”… pero no tanto

La monja de 64 años cumple prisión preventiva (recientemente confirmada por el Juzgado de Garantías 3) en una sede del Servicio Penitenciario Bonaerense. Desde allí el 5 de julio prestó declaración indagatoria por videoconferencia, a través del sistema Simp. Junto a ella se encontraba su abogado Alejandro López Romano y del otro lado la escuchaban la jueza Rodríguez Mentasty, el fiscal Fuenzalida y el instructor judicial Daniel Ciapponi.

Sor Marina dijo que el día que fue detenida hizo su primera declaración “en un estado de agobio total”, donde “no sabía qué estaba pasando. Fui sorprendida por un gran dispositivo policial que me arrestó, fue un día muy terrible, estuve esposada y a eso de media mañana llegó quien era mi abogado, al que no conocía, y me dijo que debía declarar. Pero no estaba preparada, yo no sabía lo que estaba pasando”.

El abogado al que se refiere no es Romano, sino Manuel Beccar Varela, de estrechísima relación con las trinitarias y uno de los letrados más caros de la zona norte del Gran Buenos Aires. Apenas detuvieron a Tellez Fajardo, él se hizo cargo de la defensa, probablemente por pedido de la Iglesia. Pero duró poco.

Beccar Varela dice que dejó de defender a Sor Marina “por la exposición mediática” que tomó la causa, lo que le jugaba en contra por su propia situación judicial (en 2018 protagonizó un accidente en lancha en el Tigre, producto del que perdió la vida una joven de 25 años). Pero hay quienes tienen otra versión.

Según fuentes cercanas al caso, desde el Vaticano obligaron al Obispado de San Isidro a reemplazar a Beccar Varela porque habría sido el autor del comunicado difundido por la Congregación de las Trinitarias apenas detuvieron a la monja, donde se hacía una defensa incondicional de Sor Marina y no se tendía ningún “puente” con las víctimas.

No sería nada extraño que haya sido así. Si la noticia llegó a Jorge Bergoglio, no le debe haber gustado nada que en su país una institución religiosa demuestre públicamente que encubre los abusos. Acostumbrado al doble discurso, el papa puede aceptar que salgan a la luz miles de crímenes cometidos por curas, pero no que la institución los avale tan descaradamente. Y menos en la diócesis de monseñor Ojea.

Al ver el comunicado escrito por la congregación de las trinitarias, el Obispado enseguida difundió uno propio, despegándose nada elegantemente de las monjas. Luego reemplazó a Beccar Varela por Romano, un verdadero “orgánico”. Además de dirigir el Instituto de Derecho Canónico y Eclesiástico del Colegio de Abogados de Quilmes, López Romano es titular de Derecho Canónico en la Universidad Católica de La Plata, uno de los mayores reductos de formación ultraconservadora del país.

Él mismo se presenta en redes sociales como “especialista en defensas penales de clérigos” y “asesor de obispos y superiores de congregaciones religiosas en la disciplina penal canónica”. Era el número puesto para intentar torcer los destinos de un expediente endemoniado.

María Téllez Fajardo (Sor Marina)
María Téllez Fajardo (Sor Marina)

Las “confesiones” de Marina

En la indagatoria, Sor Marina quiso hacer una aclaración: “no se dónde salió que soy ministro, yo soy simplemente una laica consagrada, desde hace más de cuarenta años en la congregación. No ejerzo ningún ministerio”. Y dijo que no es “encargada de nada” ni “educadora”, sino sólo “una religiosa que colabora” con la congregación y cuida “a las hermanas mayores”.

Pero en el comunicado del Obispado de San Isidro del 9 de junio la reconocían como monja, al decir que habían tomado “conocimiento de la detención de una de las hermanas denunciadas”. Si no es monja, como ella dice, nadie se dio cuenta.

Frente a los funcionarios judiciales, la monja se siguió hablando encima. “Con respecto a la acusación que me hace esta joven (por la primera denunciante), lo vuelvo a decir, no ocurrió absolutamente nada, estos dichos no son más que calumnias hacia mi persona, en ningún momento toqué a esa menor ni a ninguna otra”, afirmó.

Luego reiteró que en la primera declaración “estaba muy shokeada. No brindé detalles porque tampoco sabía qué tenía que decir ni en qué términos”. Se ve que aún esperaba que le tiraran letra desde arriba.

La monja reconoció que era habitual que anduviera por la cocina en diferentes horarios, pero que “no es cierto” que allí estuviera “sola con las chicas”. Y agregó que quienes en verdad la “buscaban” eran ellas. Llegó a decir de una de las menores, de 13 años: “si me veía en el pasillo se me tiraba para abrazarme, donde me cruzaba me abrazaba, y yo la separaba (...) y se enojaba, me decía ‘quiero un abracito’”.

“Tengo 64 años y jamás tuve un problema con ninguna chica y ahora se supone que me dediqué a tocar chicas y todas dicen lo mismo”, protestó Tellez Fajardo ante el fiscal y su abogado, como si quienes la denuncian no fueran las mismas adolescentes vulneradas que tuvo a su cargo y que hoy son más que precisas en sus relatos.

Provocadora, la monja afirmó que “hay cientos de chicas” que la conocen y que “están clamando” por su libertad. Pero sólo pudo recordar a una, de nombre Luciana, que según ella “puede dar cuenta” de todo. Lo cierto es que hasta el momento no hubo movilización alguna reclamando por ella. Apenas un puñado de exalumnas del colegio (no del hogar), bastante adultas, se cocinan en su propia salsa en un grupo de Facebook y descargan su odio e impotencia contra las denunciantes.

En medio de todas las negativas, Tellez Fajardo reconoció algo, que ya habían relatado otras cinco exinternas del hogar a La Izquierda Diario en una extensa entrevista publicada el 10 de julio. La monja reconoció, muy tranquilamente, que una forma de “educar” a las jóvenes es prohibiéndoles el uso de celulares. “De domingo a jueves tienen que entregar el celular, salvo el fin de semana que se lo pueden quedar”, dijo.

Pero quizás lo más patético es que quiso “aclarar” el uso de una palabra y sólo logró hundirse más. En su primera declaración negó haber abusado de las chicas, pero sí dijo que “un roce pudo haber ocurrido” en la cocina, producto de las mismas tareas. “Fue un término mal usado ya que yo soy colombiana y viví mucho en España”, se excusó. “Quise decir choque, porque la palabra roce es sinónimo de choque, pudo haber un choque en ayudar en acomodar algo, la pude haber chocado con el brazo”, graficó.

Tellez Fajardo puede no haber perdido su acento colombiano. Pero en los 30 años que lleva en Argentina, con muchas adolescentes a cargo, ¿no aprendió aún que roce no es sinónimo de choque, sobre todo cuando se habla de sexualidad?

El final de la declaración de Tellez Fajardo es otra provocación hacia sus víctimas y quienes la recuerdan con desagrado. “Es muy curioso que todas dicen lo mismo y las chicas son del mismo grupo”, afirmó, como si eso la hiciera menos culpable. “Esto está todo muy armado y no sé cuál es el motivo, si perjudicarme a mí o a la congregación”, agregó.

¿Es creíble que siete adolescentes vulneradas desde hace años (más otras que siguen apareciendo a contar su historia) se hayan confabulado con un par de abogadas (a quienes la mayoría desconocía previamente) para inventar que sufrieron todo tipo de maltratos? ¿Sabe la monja que la humanidad ha evolucionado desde la edad media y que hoy hay métodos científicos de sobra para poder determinar si un grupo de personas se confabula para mentir o dice la verdad?

Fiscal Laura Zyseskind y Monseñor Oscar Ojea
Fiscal Laura Zyseskind y Monseñor Oscar Ojea

Manual de operaciones

La Izquierda Diario desde hace años cubre casos de abusos sexuales cometidos por curas, obispos y monjas contra menores de edad que están bajo su guarda e incluso contra jóvenes novicias y novicios que aspiraban a consagrar sus vidas al apostolado.

Una constante en todos los casos, más allá de las épocas y las geografías, es el modus operandi tanto de los abusos cometidos en instituciones católicas como de los procedimientos posteriores en pos de encubrir a los criminales e intentar marginar y silenciar a las víctimas.

Además de negar todo, las trinitarias acusan a las propias chicas de confabularse para hacerles daño. A su vez buscan, aún sin éxito, que salga gente a decir que son buenas y que las denunciantes no son creíbles. Y en el límite de la psicopatía, intentan hacerles llegar a las víctimas mensajes para convencerlas de que cesen en sus denuncias.

Del lado del Obispado y la curia en general, la primera reacción “de manual” es mantener silencio mientras se opera a fiscales y jueces, apelando para ello a los servicios y la expertiz de onerosos letrados y peritos chupacirios. Una vez que el panorama está más o menos definido, se emiten comunicados de prensa anunciando “investigaciones canónicas”(que nunca llegan a nada) y se envía una falsa solidaridad a las víctimas (siempre citando a Francisco, claro).

Y mientras se procura llegar a algún tipo de acuerdo con quienes denuncian para intentar evitar el escándalo público, se hace el máximo lobby posible con grandes medios de comunicación para que se escuchen “las dos campanas”. La idea es amedrentar a quien denuncia demostrando poder de fuego e influencia.

Todo eso vienen haciendo desde fines de abril las Hermanas Trinitarias y el Obispado de San Isidro, probablemente con seguimiento y directivas del Vaticano. Por eso las denunciantes y sus abogadas saben que cualquier paso que se dé en dirección a la verdad y la justicia no vendrá por obra y gracia de un Poder Judicial por demás evangelizado sino por imposición de la propia lucha. En eso están.


Daniel Satur

Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc

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