Debate. Montoneros, el setentismo y los dos demonios

El documento de la ex conducción montonera lleva por título “Murieron para que la patria viva” y se inscribe dentro de la reivindicación de la militancia del llamado peronismo revolucionario como combatientes de “una guerra civil intermitente que la Argentina ha vivido desde 1955”. La fecha elegida, 7 de septiembre conmemora la caída en un enfrentamiento en William Morris de los jefes montoneros Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina.

El 5 de septiembre el Ejército publicaba en Twitter un homenaje a los soldados caídos en Tucumán en el “combate” de Potrero Negro. Los “militares de la democracia”, tal como los definiera Alberto Fernández, hacían de esta manera una reivindicación abierta del terrorismo de estado que actuó bajo la orden de un gobierno peronista. La Escuelita de Famaillá es el símbolo siniestro de los crímenes de lesa humanidad cometidos por las FFAA en Tucumán, donde más de 200 delegados azucareros desaparecieron mostrando el carácter de clase de la masacre que perpetraron.

Dos demonios

El documento de Montoneros señala correctamente como la “teoría de los dos demonios”, que iguala la violencia del terrorismo estatal y paraestatal a la violencia de la resistencia obrera y popular y de las organizaciones guerrilleras, fue utilizada para perseguirlos políticamente. La publicación recuerda que los Montoneros ofrecieron ponerse al servicio del gobierno constitucional en 1983 haciendo fe de “vocación y voluntad política democrática” para trabajar a favor de que el “proceso de institucionalización que vive la república ofrece, una vez más, la posibilidad de pacificación y democratización definitivas”.

Como bien señala el texto, la teoría de los dos demonios fue utilizada a su favor por los partidos que fueron cómplices de la Triple A y la dictadura genocida, como la carta de reconstrucción democrática con que se intento montar un operativo de reconciliación nacional que dura hasta nuestros días. La dirección de Montoneros recordemos, fue participe y beneficiaria de los indultos a los genocidas de Carlos Menem, con quien colaboraron económicamente a cambio de la libertad. Con ese acto, como conducción de un movimiento que fue perseguido por los genocidas y la Triple A, aceptaron convalidar la teoría de los dos demonios en los hechos igualándose a los genocidas en el beneficio del perdón.

Proscribir al setentismo

La restauración democrático burguesa de 1983 necesito proscribir y silenciar el debate sobre el setentismo para hacer posible la operación ideológica de hacer aparecer como verdaderos demócratas a los partidos pro-golpistas del ‘76 y colaboracionistas con la dictadura (como la UCR) o participes de la Triple A (el PJ y la burocracia sindical) en los años previos al golpe. La teoría de los dos demonios al poner a la sociedad como victima de dos violencias mesiánicas, borra la complicidad de los partidos “democráticos”, encubre el carácter de clase del genocidio y le baja el precio al terrorismo de estado que es igualado a la acción de la guerrilla, que solo fue una expresión política de un fenómeno de radicalización producto de la insurgencia obrera y popular que se desató en Argentina luego del Cordobazo de mayo de 1969.

La reescritura de la historia del periodo bajo el lema de los dos demonios, buscaba enterrar las raíces profundas de la insurgencia obrera y popular que puso en jaque al capitalismo argentino en grandes acciones de masas entre 1969 y 1976, creando instituciones de democracia obrera que representaban la emergencia de un doble poder fabril como las comisiones internas antiburocráticas y las coordinadoras interfabriles. La estrategia guerrillerista de llevar a cabo una guerra de aparatos por fuera de la lucha de clases real, se ofrece como argumento para reducir la violencia setentista al enfrentamiento de grupos minoritarios. Se utilizo además para condenar los proyectos políticos revolucionarios y antiimperialistas como utopías sangrientas en detrimento de la convivencia democrática.

Pasado y presente del setentismo

Mientras la UCR y el PJ desde 1983 representaron las políticas de reconciliación con los genocidas y llevaron adelante las leyes del perdón, las movilizaciones populares y la persistencia de los organismos de derechos humanos lograron a lo largo de los años derribar la nefasta teoría de los dos demonios y conseguir el juicio y castigo a una parte de los responsables del terrorismo estatal. La reapertura del debate sobre el setentismo desde fines de la década del ‘90 es una consecuencia de la movilización democrática del pueblo.

Pero como toda reconstrucción histórica no esta libre de operaciones ideológicas para salvaguardar a las clases sociales y los proyectos políticos del presente. En el caso de las FFAA la reivindicación del terrorismo de estado, es parte del operativo negacionista que defiende la derecha argentina. Pero también viene a derribar el mito de los militares de la democracia, que fue enarbolado por el gobierno para justificar la participación de los uniformados en las barriadas populares durante la pandemia.

En el caso del documento de Montoneros viene a tratar de cubrir bajo el manto de los caídos, una estrategia, el guerrillerismo, como política que separaba a la vanguardia de las grandes masas y practicaba una guerra de aparatos por fuera de la lucha de clases real, cuyo resultado era desorganizar las fuerzas de los trabajadores. Por otro lado Montoneros se sumo por izquierda al operativo de desvío de la insurgencia que encarnó Juan Domingo Perón con la formula de Héctor Campora y Vicente Solano Lima, que luego fuera volteada por un golpe palaciego de la derecha peronista para imponer al binomio Perón-Perón. El texto parte de reivindicar a los que cayeron luchando “por construir una patria sin explotadores ni explotados, tal el norte prefigurado en la Revolución Inconclusa que se originó el 17 de octubre de 1945”. Pero la política de seguidismo a Perón fue la de subordinarse a los intereses de los explotadores y la “revolución inconclusa” de 1945 fue combatida por los pistoleros de la Triple A que con la venia de Perón se lanzaron a liquidar a la vanguardia militante de los trabajadores y la juventud en defensa del capitalismo argentino. Llama la atención en este sentido que ni Perón, ni Isabel ni el peronismo como tal sean señalados en el documento como responsables de las masacres de la ultraderecha peronista y del Operativo Independencia que fue la antesala del genocidio.

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En la declaración los jefes montoneros culminan sosteniendo que la “opción de hierro para nuestra patria es Liberación o Dependencia”, pero en todo su texto no se delimita de una fuerza política que encarno en los ‘90 la vanguardia de la dependencia, llevando hasta el final el programa económico de la dictadura y hoy capitula frente a los bonistas y el FMI para pagar una deuda externa ilegal e ilegítima que refuerza todos los mecanismos de la opresión nacional.

La vindicación de las luchas y mártires que nos precedieron, es una tarea pendiente que la clase obrera, las mujeres y la juventud tienen que retomar en sus manos construyendo una fuerza política revolucionaria propia, perspectiva para la cual Montoneros fue un bloqueo que terminó sirviendo a los objetivos de la burguesía.