El intendente de Moscú advirtió este miércoles de una evolución "dramática" de la epidemia de coronavirus en la capital rusa, y decretó la vacunación obligatoria de todos los empleados del sector de servicios.
Miércoles 16 de junio de 2021 10:28
Las autoridades de la capital rusa ordenaron este miércoles la vacunación obligatoria de al menos el 60 % de los trabajadores de los sectores de servicios ante la renuencia de la población a vacunarse y el dramático incremento de los contagios de coronavirus.
"En vista de la compleja situación epidemiológica, la jefa de Sanidad de la ciudad de Moscú decretó hoy la vacunación obligatoria de los empleados de los sectores de servicios", anunció en su blog el alcalde de la capital de Rusia, Serguéi Sobianin.
Hasta este miércoles las autoridades rusas habían insistido en que la vacunación era voluntaria. Sin embargo, al igual que en otros países que llevan un ritmo de vacunación más acelerado empiezan a llegar a un punto en el que la oferta de vacunas comienza a ser más alta que la demanda por sectores de la población que por distintos motivos son reticentes a vacunarse.
Ante esta situación, junto al brusco incremento de contagios en el país, Moscú dio un giro en su política inicial volviendo obligatoria la vacunación, en principio en el sector de servicios.
La decisión fue inmediatamente replicada por las autoridades de la provincia de Moscú, donde también se observa un incremento considerable de los contagios, que superan los picos registrados el año pasado.
El decreto de las autoridades sanitarias moscovitas constata que los positivos por coronavirus se han disparado a partir del pasado día 6, con un incremento diario de entre un 11 % y un 20 %.
El organismo ruso encargado de la protección del consumidor, Rospotrebnadzor, ordenó por su parte a las empresas moscovitas organizar la inoculación de la primera dosis de la vacuna para antes del 15 de julio y de la segunda dosis, para antes del 15 de agosto.
Además, tanto en la propia capital rusa como en la provincia de Moscú se han adoptados medidas sanitarias adicionales para frenar los contagios, como la prohibición a restaurantes, cafetería y bares de atender público en horario nocturno.
Sin embargo, el alcalde moscovita ha descartado de plano la implantación de cuarentenas o confinamientos.
Vacunas y reticencia
Aunque Rusia cuenta con cuatro vacunas anticovid de producción propia -las bidosis Sputnik V, EpiVacCorona y CoviVac, y la monodosis Sputnik Light- la campaña de vacunación en el país, que comenzó en enero de este año, avanza con lentitud debido fundamentalmente a la renuencia de la población a vacunarse.
Una encuesta realizada el pasado mes de mayo por el Centro Levada reveló que el 62 % de los rusos no está dispuesto a vacunarse con la Sputnik V, el principal preparado que se emplea en la campaña de vacunación y que, según sus desarrolladores, tiene una eficacia del 97 por ciento.
De acuerdo con Gogov.ru, una página web que ofrece datos actualizados y detallados por regiones del número de vacunas administradas en el país, a día de hoy en Rusia 19.052.745 personas, el 13,47 % de la población, han recibido al menos un componente de los preparados anticovid rusos.
Del total de las personas vacunadas, 14,5 millones o el 9,9 % de la población han recibido la pauta completa.
Según datos oficiales, en la última jornada en Moscú se registraron 5.782 casos de covid-9 y 75 decesos por esta enfermedad.
La reticencia a vacunarse no es solo un problema de Rusia, se ve en varios países e incluso en Estados Unidos que acaparó el mayor número de dosis para su población. Allí intentan que las personas se vacunen hasta ofreciendo regalos e incentivos, aunque sin éxito.
El punto de llegar a la obligatoriedad de la vacunación está estrechamente ligado con los discursos y las formas en las que los gobiernos capitalistas gestionaron la pandemia.
Tanto los discursos negacionistas, que directamente hicieron creer que el virus era parte de una conspiración, hasta todos aquellos que privilegiaron el funcionamiento de la actividad económica por sobre la salud de las personas, le restaron importancia de una u otra manera a la letalidad del virus, para que millones de personas vayan todos los días a trabajar en condiciones inseguras en todo el mundo.
Por otra parte la "geopolítica de las vacunas" agregó un componente extra que deslegitimó aún más a las campañas de vacunación haciendo propaganda negativa contra una y otra mediante campañas de prensa e institucionales a nivel internacional. La procedencia de las vacunas se convertía así en un sinónimo de éxito o fracaso siguiendo los intereses de las grandes farmacéuticas. Cada país defendió a los laboratorios propios por sobre los del resto del mundo, llegando incluso a sembrar dudas sobre la eficacia de las vacunas que no eran propias.
Finalmente a esto se sumó que la negativa internacional a liberar las patentes para vacunar a la población mundial en forma coordinada, planificada y en tiempo récord, implicó que mientras una decena de países acaparaban la mayoría de las dosis el resto del mundo debía esperar meses o años para poder recibir una parte de ellas.
Esto redundó en la aparición de nuevas variantes potencialmente más contagiosas y letales. Es el caso de India, un riesgo que había sido anunciado en muchas oportunidades, donde tras meses de alta circulación y falta de vacunas la variante Delta terminó siendo el nuevo fantasma, que puede incluso volver ineficaces a algunas de las vacunas actuales o generar nuevas variantes más agresivas en regiones donde la vacunación es muy baja o nula.
Estos elementos son algunos de los que explican la reticencia, y es la irracionalidad de la gestión capitalista del coronavirus lo que ha llevado al mundo a este punto.