La semana pasada estuvo marcada por el rechazo generado en importante sectores de la población por la aprobación del megaproyecto minero Dominga, generando indignación en redes sociales, y generándose convocatorias en distintos puntos del país. Resulta necesaria la movilización para poder frenar este proyecto.
Lunes 16 de agosto de 2021
FOTO: Agencia UNO
Se mantiene candente el debate por el megaproyecto Dominga, luego de que el miércoles pasado, fuera aprobado con 11 votos a favor y tan sólo uno en contra, por la Comisión de Evaluación Ambiental de Coquimbo. Una decisión bastante polémica, siendo que en pleno 2017 ya se había desistido de su viabilidad.
La indignación ha sido inmediata, viralizándose distintas muestras de rechazo a través de redes sociales, e incluso habiendo importantes convocatorias y manifestaciones la semana pasada, como La Serena, Valparaíso, y Santiago -entre otros- nivel nacional, debido al daño ambiental que produciría un proyecto como este afectando al ecosistema de zonas aledañas, como es el caso del Archipiélago de Humboldt.
El proyecto se encuentra a cargo de la empresa Andes Iron, vinculado al conocido empresario Carlos Alberto Délano (caso Penta), y amigo personal del presidente Piñera, manifestando "nuestro compromiso con el cuidado del patrimonio ambiental de la zona, el cual vamos a proteger y no a destruir como señalan algunas personas sin ningún sustento".
Por su parte distintos organismos y referentes relacionado a la protección del medio ambiente, como la ONG Oceana Chile, y Greenpeace, han mostrado un rechazo por esta decisión, y pensando sobre cuáles serán las medidas a seguir.
“Obviamente estamos esperando la decisión final de la Corte Suprema. Pero, no sabemos cuál es la estrategia que se quiere tomar y creemos que hay que frenarlo para que no siga avanzando en paralelo” señaló Liesbeth Van Der Meer, directora ejecutiva de Oceana Chile.
En el caso de Greenpeace, por medio de su director, Matías Asún se refirió a la situación de Dominga, manifestando que “la zona se va a transformar en una zona repleta de embarcaciones, con riesgo de derrame, con contaminación, la van a transformar en una zona de sacrificio más. Esto es completamente contraproducente, que va justamente en la dirección contraria y que solo comprueba en que en realidad tenemos un discurso ambiental hipócrita.”
En el caso de uno de los referentes más visibles, el actual gobernador de la región de Valparaíso, y dirigente de Modatima, Rodrigo Mundaca, también se refirió lo escandaloso del megaproyecto Dominga.
“Lo que ocurre con Dominga da cuenta de cómo no se escucha a las comunidades y a los territorios, cómo se hipoteca los bienes naturales comunes, cómo se fractura las funciones bióticas y abióticas del medio natural, más aún cuando hoy día la situación provocada por el Covid-19 da cuenta de una crisis que es también ambiental que tiene que ver con la destrucción de los ecosistemas, la biodiversidad y con el avance de la frontera de los monocultivos”, expresó Mundaca apuntando también sus dardos a la figura del delegado presidencial.
“Entendemos que los delegados de Piñera tienen un profundo compromiso con este modelo de desarrollo extractivista, que se ha apropiado de los bienes naturales comunes y que ha comprometido la vida de nuestras comunidades y territorios.”
La institucionalidad ambiental a la medida de los empresarios
Claramente la situación del megaproyecto Dominga, ha colocado nuevamente en tela de juicio, la institucionalidad que hay en Chile sobre el medioambiente, donde el historial de situaciones catastróficas por el nivel de daño en los ecosistemas, afectando la vegetación, especies, incluyendo vidas humanas, es bastante extenso.
Tan sólo basta recordar las jornadas revueltistas en Chiloé y en la zona sur del país, producto de los estragos vinculados a la industria salmonera y la acuicultura, el conflicto entre la comunidad de Caimanes y Antofagasta Minerals del grupo Luksic por la escasez de agua, o las intoxicaciones de comunidades de Quintero y Puchuncaví provenientes de la industria, dando pie a ser denominadas como “zonas de sacrificio”.
Los grandes empresarios, siguen siendo quienes se llevan la mejor parte, agotando todas las posibilidades de seguir adelante con sus proyectos, aun pasando por encima de la salud de las personas y la naturaleza gravemente afectada por estas incursiones.
El modelo de desarrollo extractivista vuelve a estar en cuestión, como también una salida a esta clase de conflictos, en que el empresariado siempre buscará arrogarse la generación de empleo, buscando empalmar con la necesidad de trabajar por parte de las comunidades y el pueblo trabajador, pero que sólo es una careta que oculta las enormes y muchas veces irreversibles consecuencias que generan proyectos como Dominga, sobre el medio ambiente y las personas.
Es en este sentido, la semana pasada se mostró el impacto del proyecto, generando un enorme rechazo en importante sectores de la población. Y es por tanto necesario, movilizarse contra el proyecto Dominga, junto con hacer un llamado a volver a ocupar las calles, junto a los organismos que luchan por la defensa del medio ambiente y contra la predación capitalista de la naturaleza, las principales centrales de trabajadores y estudiantes, y las comunidades de la zona que buscan defender su territorio. Por la nacionalización de los recursos naturales, y contras los intereses empresariales que siembran la destrucción de los ecosistemas.