El 6 de septiembre falleció en París la activista y teórica estadounidense Kate Millett, referente de la segunda ola feminista.

Celeste Murillo @rompe_teclas
Jueves 7 de septiembre de 2017
En 1969, Kate Millet egresó de la universidad de Oxford y leyó su tesis doctoral, que se convertiría más tarde en un texto clave del feminismo de la segunda ola, Sexual Politics (Política Sexual). Con su trabajo, le daría andamiaje al feminismo radical.
Kate Millett fue parte de la generación que encendió las calles con la movilización en los años 1960 y 1970 en Estados Unidos. La juventud marchaba contra la guerra en Vietnam, el movimiento negro y latino sospechaban que el “sueño americano” no los contaba entre los invitados y sectores de trabajadoras y trabajadores también cuestionaban la letra chica del contrato, que les exigía dejar la vida en la fábrica para enriquecer a los empresarios imperialistas.
El movimiento feminista, conocido más tarde como la segunda ola, estallaba luego de los años de posguerra en los que las mujeres habían sido devueltas al hogar de un empujón a cuidar de la familia, en un escenario que, contradictoriamente, ofrecía nuevas posibilidades, especialmente para la clase media. El “malestar sin nombre”, bautizado así por Betty Friedan (que dirigiría una de las mayores organizaciones de mujeres en EE. UU., NOW) iba a motorizar un amplio movimiento político y social, con alas radicalizadas que unirían su lucha a la de la clase obrera y otros sectores oprimidos.
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Luego de completar sus estudios en Oxford y Columbia, Millett se sumaría a NOW (Organización Nacional de Mujeres) y más tarde al grupo New York Radical Women. La tesis principal de su trabajo Sexual Politics es el carácter de constructo político que tiene el patriarcado como legitimador del orden social vigente, más allá de las diferencias históricas.
Para Millett, la política es un conjunto de relaciones y compromisos estructurados de acuerdo con el poder, en base al que un grupo de personas es controlado por otro. Por eso define el patriarcado como una política sexual ejercida fundamentalmente por el colectivo de varones sobre el colectivo de mujeres. Desde este punto de vista, señala que “la dependencia económica hace que la afiliación [de las mujeres, NR] a cualquier clase sea tangencial, indirecta y temporal” (Sexual Politics, (ver más en A. D’Atri, Pan y Rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el capitalismo, “Entre Vietnam, París, los corpiños a la hoguera”).
Junto con Shulamith Firestone fue una de las principales referentes del feminismo radical. Esta corriente sostendrá la necesidad de la abolición del patriarcado, transformando al feminismo en una teoría política para la comprensión global de la sociedad, y elaborando una nueva concepción de la opresión de las mujeres basada en la idea de que las mujeres constituyen, ellas mismas, una clase social.
Las diferentes concepciones del origen de la desigualdad y la opresión resultaban en diferentes estrategias políticas que atravesarán el feminismo.
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Es imposible separar el movimiento de liberación femenina de su época, que le imprimió una perspectiva de crítica social y revolucionaria, lo que no significó homogeneidad ni monolitismo. Ante la reacción social y política de los años 1980 que significó la restauración conservadora, encabezada por Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en Estados Unidos, una gran parte del movimiento feminista renunció a la transformación de la sociedad como vía para terminar con la desigualdad.
Ese abandono de las calles tuvo como consecuencia la institucionalización e integración del feminismo a las agendas oficiales (neoliberal), por un lado, y las batallas reducidas al ámbito individual (posmoderno), por otro. La renovada movilización de las mujeres, que mostró su potencia el último 8 de marzo, dejó en evidencia la impotencia de esas respuestas y volvió a interpelar al feminismo y el movimiento de mujeres: ¿nuestro horizonte se va a limitar a la resistencia ocasional frente a los embates de las derechas o vamos a trazarnos una estrategia para, finalmente, vencer?

Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.