Javier A.A, oficial de vialidad en el Ayuntamiento de Zaragoza, falleció el pasado martes 28 de Noviembre por asbestosis (fibrosis pulmonar). Javier se une al negro listado de más de 40.000 personas fallecidas en el Estado español por el uso de amianto en las últimas décadas.
Lunes 4 de diciembre de 2017

La historia del amianto viene de largo: el amianto se usó a partir de la revolución industrial pero no es hasta los años 30 y 40 cuando los gobiernos europeos declararon la asbestosis enfermedad laboral. Muchos cánceres de pulmón y laringe en trabajadores se achacaron al uso del tabaco cuando en realidad el causante era el amianto. No fue hasta 1978 cuando el Parlamento Europeo lo declaró cancerígeno laboral y hasta el 2003 no se prohibió en la UE.
Los gobiernos del Estado español no se han hecho responsables de la retirada
Las autoridades europeas y españolas permitieron su uso durante décadas por su rentabilidad en tuberías, tejados tipo uralita, para pastillas de freno en los coches y también en otras industrias como la textil en la fabricación de trajes de bomberos. El amianto es un material que soporta muy altas temperaturas y es muy barato. El amianto generó millones de beneficios y se desoyó sus efectos en la salud.
Hoy en día, hay todavía en el Estado español más de 80.000 km de tuberías con amianto sin retirar y y cerca de 8,5 millones de toneladas de placas. La manipulación y uso de material dañado que tenga amianto es muy peligroso y por ello sigue afectando a las personas que trabajan en labores de demoliciones o mantenimiento. A partir de que tiene 30 años el amianto se empieza a degradar y las microfibras se esparcen y se suspenden en el aire. Esto lo convierte en un material fácilmente respirable.
Los distintos gobiernos del estado español se han lavado las manos en cuanto a la retirada del amianto. No se responsabilizan de su retirada ni de las indemnizaciones por las personas afectadas y permanece incluso en cientos de colegios y otros edificios públicos. Para Javier A.A. ni para ningún obrero habrá grandes homenajes ni palabras de hipócritas de condolencia por parte de los gobiernos de turno. Les importamos bien poco.
Sus beneficios son nuestros muertos
El amianto es para la clase obrera un asesino silencioso: tiene un período de latencia de entre 30 y 50 años, por lo que sus efectos en la mayoría de los casos no se manifestaron en el organismo humano hasta mucho tiempo después. La situación sigue siendo muy grave porque todavía se permite su uso en decenas de países.
La OMS estima que van a morir unas 100.000 personas en el mundo cada año por enfermedades causadas por el amianto y el mayor pico se dará en el 2020. Actualmente el 50% de los casos de cáncer ocupacional en el mundo están relacionados con esta sustancia asesina.
Para los obreros se constata una vez más que nuestra salud les importa poco a los gobiernos de turno. Muchos menos a los capitalistas que gobiernan en las fábricas. Si se enferma un obrero ya engañarán a otro. Todo con tal de aumentar el beneficio. Para el imperialismo y sus multinacionales, el estar prohibido en Europa no impide seguir haciendo beneficio en países del tercer mundo.
En contra de gobiernos y patronales, la clase trabajadora tenemos que seguir luchando por llevar a cabo una lucha de clase e internacional que pelee por una salud digna para toda la clase trabajadora por encima del beneficio capitalista. Cada año cargan en nuestros hombros más recortes y más precariedad. Es por eso que tenemos que luchar y organizarnos, nuestra salud y nuestras vidas están por encima de cualquiera de sus beneficios.