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Red Internacional
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Derechos Humanos. Mujeres embarazadas detenidas desaparecidas en dictadura (IV)

María Cecilia Labrín Suazo tenía solo 25 años al momento de su detención, el 12 de Agosto de 1974 y estaba embarazada de tres meses. “Yo no voy tan sola, llevo a mi hijo y él me dará fuerzas” le dijo a su madre al ser detenida. Es una de las mujeres embarazadas detenidas y desaparecidas en la dictadura cívico-militar encabezada por Pinochet.

Natalia Cruces Santiago de Chile

Lunes 10 de agosto de 2015

María Cecilia era militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, había participado del gran proceso de reforma universitaria que se vivió en las universidades chilenas desde mediados de los 60, cuando se buscó transformar la estructura universitaria para abrirla hacia los trabajadores y el pueblo, siendo estudiante de Asistencia Social de la Universidad de Chile.

Según indican distintos testimonios era una persona alegre y de muy buen carácter, que fácilmente hacía amigos. Trabajaba y estudiaba, ya que su familia tenía grandes necesidades económicas.

María Cecilia fue detenida un 12 de agosto de 1974, hace 41 años atrás, en su domicilio, estando presentes su madre y hermana, que recuerdan que a pesar de que se sentía mal producto de su embarazo, se la llevaron en una camioneta Chevrolet roja. Su madre recuerda que poco antes de la detención algunas personas habían ido a su casa a preguntar por ella. Como tantos otros familiares, presentó un recurso de amparo y también, como en tantos otros casos, no tuvo respuesta.

Hay distintos testimonios de personas que vieron a María Cecilia en el centro de detención clandestino de Londres 38, entre ellas Erika Hening, que recuerda que en fecha cercana al 13 de julio estando en una sala de ese lugar, vio a una mujer joven que acaba de llegar, le dio su nombre y le dijo que era asistente social y trabajadora, además de señalarle que estaba embarazada. Más tarde Erika fue trasladada y no sabe qué pasó con María Cecilia. Por otro lado, su madre recuerda haber recibido una información de parte de un militar señalando que podría haber estado también en Tres Álamos e inclusive que habría tenido una niña a inicios de marzo de 1975.

Condenas por su secuestro y desaparición
En abril de 2013 el juez Leopoldo Llanos sentenció a Manuel Contreras Sepúlveda, Marcelo Moren Brito, Miguel Krassnoff Martchenko y Basclay Zapata Reyes a 10 años y un día por la desaparición de María Cecilia. Además el juicio mostró la responsabilidad de los agentes de la DINA.

Palabras de su madre Olivia Saso
La madre de María Cecilia falleció en el año 2012 y fue una activa colaboradora y socia fundadora de la Corporación Villa Grimaldi, en el que está publicada esta carta.
Mi hija, Maria Cecilia Labrín Saso, nació el 15 de mayo de 1949, en Santiago. Era Asistente Social.

Sintetizando todo lo positivo y hermoso que ha sucedido en mi vida, puedo decir con toda convicción y certeza que ese todo es ella, mi querida hija.

En una etapa triste de mi vida necesité de toda mi entereza y lucidez para enfrentar el problema y ahí estaba ella con solo 12 años, consolándome y dándome ánimos para sobrellevar y solucionar en parte esa etapa negativa. Sólo me daba satisfacciones, en el colegio fue siempre muy buena alumna, los testimonios de sus profesores lo confirman, aún más, estando ya en la Universidad de Chile, la Directora del Colegio de Asistentes Sociales me escribió unas lindas palabras respecto a su quehacer dentro del Colegio, las transcribo, pues testimonio tan valioso no puede quedar sin salir a la luz: “Su curso fue uno de los que promovió el proceso de Reforma Académica y profesional de nuestra Escuela. Ella siempre estuvo presente en las primeras filas de vanguardia enfrentando a profesores y estudiantes temerosos. Nunca transó los principios e ideales por los cuales luchaba. Su generación gestó y realizó el proceso de Reforma de la Universidad de Chile, intentando ponerla al servicio de las grandes mayorías nacionales”. Cuando estaba viviendo la etapa más trascendental y feliz de su vida ya que esperaba su hijo, que ya tenía casi tres meses dentro de ella, fue detenida y sacada de nuestro hogar ante la triste y horrorizada vista de sus hermanas y mía. Se veía tranquila. Cuando pedí acampanarla se negaron sus captores, y ella me dijo: “no te de pena mamá, yo no voy tan sola, llevo a mi hijo y él me dará fuerzas y muchos deseos de seguir luchando”. En el momento no aquilatamos la magnitud de la detención, no sabíamos del desquiciamiento de que eran capaces los hombres del régimen. Desde entonces empezó el peregrinaje en su búsqueda.

Debo confesar que ahora siento un poco de temor cuando recuerdo todos lugares a que entré, recintos que por lo tétricos deben de haber sido cárceles o lugares de tortura. En algunos de estos lugares me escucharon o aparentemente lo hacían y decían comprender mi angustia, en otros, sencillamente como no tenían una respuesta honorable que dar, me cerraban la puerta en las narices, como me ocurrió en los subterráneos del Ministerio de Defensa. A pesar de toda esta tragedia y con la impotencia de no poder saber de Cecilia, la familia sigue aún viva porque nos anima la esperanza de saber de su suerte y de su hijita, de cuya existencia me enteré durante el transcurso de las averiguaciones que hacía por saber del paradero de mi hija, aunque a ambas todavía no puedo estrechar entre mis brazos.

Hemos aprendido a querer y considerar como nuestra a cualquiera criatura que sufre y se desampara.

Hija, dejaste cuando te llevaron una senda trazada, al principio no la vislumbramos, pero a medida que ha pasado el tiempo, tenemos la seguridad que los desvelos de todos los que están Detenidos y Desaparecidos no han sido en vano. Toda la gente que gira alrededor de esta huella, es como una lumbre que ilumina y con su luz guía y alienta a mucha más gente a unirse, tengan plena certeza que cada día somos muchos más.