El día 24 de abril miles de mujeres de distintos sectores se movilizaron en las calles en contra de las violencias machistas; sin embargo, fue destacada la presencia de mujeres jóvenes provenientes de todos los sectores de la CDMX y el Estado de México.

Laura Aparicio Pan y Rosas México
Martes 26 de abril de 2016
Ser mujer en este país significa vivir un sinfín de atrocidades a diario desde que somos niñas. Bajo este sistema patriarcal desde pequeñas nos implantan roles por nuestra condición de mujeres y cuando somos jóvenes, nos vemos más expuestas a ciertas particularidades de la violencia hacia las mujeres como el acoso sexual y laboral, lidiamos con la presión por cumplir con los estereotipos establecidos, con la objetivización de nuestros cuerpos y relaciones afectivas degradantes que conforme pasan los años se agudizan.
Los mitos de la mujer igual a madre, la mujer como ama de casa y profesionista, se suman los estereotipos de la feminidad y la mujer ideal con los que nos bombardean en la televisión y demás anuncios publicitarios que nos muestran el ideal de belleza y nos llevan a competir entre mujeres, y a realizar prácticas de “belleza” que ponen en riesgo nuestra salud.
Por otro lado, vivimos la crudeza de la trata, uno de los hechos más aterradores en el que las mujeres son obligadas a prostituirse. Esta nueva forma de esclavitud es uno de los negocios más rentables que existe –junto con el narcotráfico y la venta de armas-, en donde también se encuentran coludidos los tratantes de personas con las autoridades y servidores públicos de alto rango.
Sólo en la Ciudad de México se estima que son desaparecidas alrededor de 3 a 4 mujeres diarias de entre 13 y 20 años, que se presume son víctimas de las redes de trata, quienes después de cumplir varios años de explotación sexual son asesinadas y desechadas como objetos.
Sumado a todo lo anterior, es cierto que muchas de nosotras provenimos de barrios populares o empobrecidos y muchas veces nos vemos obligadas a dejar la escuela para trabajar a costa de salarios miserables y largas jornadas que nos dejan muy expuestas.
Nuestra invisibilizada realidad
Desde que salimos de nuestras casas estamos expuestas a las miradas irritantes, los “piropos” que más que indeseados son despreciables, los toqueteos y demás ataques de tipo sexual –desde violaciones hasta feminicidios- que se dan en la calle o el transporte público; además todo eso se reproduce al interior de nuestros centros de estudio y trabajo.
Todas las mujeres estamos expuestas a vivir el acoso y demás vejaciones; sin embargo, las jóvenes representamos a una nueva generación que esta disputa a romper con nuestras cadenas opresión y heteronormatividad impuesta. De tal forma que la violencia que vivimos, no solo se naturaliza, sino que nos aleccionan, mandándonos diariamente el mensaje de que no debemos decidir a quién amar, cómo vestirnos, donde trabajar o las horas de llegada a casa.
Así como nos contaba en el Segundo Encuentro de Mujeres Pan y Rosas nuestra compañera maestra Sulem Estrada (Suplente en la fórmula No. 5 “Anticapitalistas a la constituyente”):
Como maestra tengo la posibilidad de ver todos los días la situación que vivimos las mujeres, la veo reflejada en mis alumnas y las madres de mis alumnas. Me contaba una de ellas que su hija falta mucho a la escuela porque nadie la puede llevar y le da miedo que la secuestren porque a muchas chicas de su edad las han desparecido en su colonia.
Es por todo esto que las jóvenes hemos decidido salir a las calles para frenar la violencia que se cierne sobre nosotras y que es reproducida por el capitalismo en alianza con el patriarcado.
Porque gritamos ¡Nos queremos vivas!, ¡Si tocan a una nos organizamos miles! ¡Fue El Estado! Desconfiamos de las instituciones y los partidos patronales que utilizan nuestros derechos meramente como botín electoral con promesas de tomar los casos de violencia feminicida en sus manos, pero lejos de eso, su única respuesta es dejar claro que no les interesa la vida de las mujeres; ya que son ellos mismos quienes la reproducen y legitiman.
Por todo esto es claro que nos sobran los motivos y la rabia; por eso nos organizamos y ganamos la calle codo a codo con las mujeres más oprimidas y explotadas de este mundo. Para dejar claro que no nos van a frenar pelearemos en defensa de todos nuestros derechos hasta ahora conquistados en papel para que se hagan efectivos y por lo que nos faltan.
Este es el inicio, nuestra tarea es enorme, queremos poner en pie un gran movimiento de mujeres contra la violencia machista que luche con independencia política de los partidos al servicio de los empresarios. ¡Organízate en comités de Pan y Rosas! En la Ciudad de México apoya la campaña de la Plataforma Anticapitalista para que la voz de las mujeres de la clase trabajadora y los sectores populares llegue a la Constituyente.

Laura Aparicio
Agrupación de Mujeres Pan y Rosas México