La BBC compartió un ranking de 100 mujeres de todo el mundo destacadas por sus logros, luchas o experiencias extraordinarias. En dicho ranking se destacaba a seis mujeres transgénero exitosas de América Latina, a pesar de las limitancias de formar parte de uno de los sectores más discriminados de la diversidad sexual.
Melissa Navea V Psicóloga
Jueves 15 de diciembre de 2016
La situación trans en Latinoamérica
Según los datos de marzo del 2016 del Observatorio de Personas Trans Asesinadas, en América Latina ocurre el 78% de los asesinatos a personas trans a nivel mundial, y es la región del mundo en la que el odio a los transgénero se manifiesta de forma más brutal. Más específicamente, de los 2.016 homicidios reportados por esta causa, entre el 1 de enero de 2008 y el 31 de diciembre de 2015, 1.573 ocurrieron en el continente.
La lista de horrores la encabeza Brasil, donde asesinaron a 802; 229 en México; 105 en Colombia; 89 en Venezuela; y 79 en Honduras. Ningún país es la excepción. Del total de asesinados y asesinadas, el 65% de las víctimas cuya profesión se conoce, eran trabajadoras sexuales.
El año 2015, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos revelaba que en América latina, el 80% de las mujeres trans mueren a los 35 años o menos. Lo anterior se debe a dos factores principales: el primero, al alto número de estas mujeres que mueren asesinadas (según la OEA); y por otro lado, también se puede relacionar con la falta de tratamientos que hace que se acuda a métodos artesanales o poco seguros durante el cambio de sexo. Por otro lado, en el caso de los hombres trans, las estadísticas destacan que la mayor parte de la violencia se produce en el entorno familiar en donde son discriminados desde muy temprana edad.
“Seis mujeres transgénero exitosas que rompen moldes en América Latina”, de la BBC
En los relatos de las entrevistas, los discursos de las compañeras trans eran más o menos parecido. Comentaban lo difícil que había sido sobrevivir como una persona trans, sufriendo la discriminación cotidiana.
Algunos de los relatos que buscaban reflejar sus vivencias, daban cuenta del estigma que existe sobre la figura del comercio sexual de las trans femeninas, y veían cómo desgraciadamente para muchas esta era la única alternativa de trabajo, además de la falta de oportunidades para educarse que tenían las personas trans al asumirse como tal. Una crítica más profunda apuntaba al machismo como medio de dominación, y como muchas transgénero lo reproducían buscando en el estereotipo de belleza y de “lo femenino” una forma de encajar en este.
Tanto desde la vivencia, como testigos de una sociedad que margina a sus compañeras por no corresponder con los patrones que se esperan, estas mujeres son protagonistas de sus propias historias, donde superando todo lo que tienen en contra, han logrado vivir su identidad de género de la manera más aceptada posible, aunque nunca libres dentro de los márgenes de lo que les permite este sistema. Y esto porque es imposible ser libre cuando se enfrentan con los asesinatos de sus compañeras trans, las cuales muchas veces se encuentran atrapadas por el comercio sexual porque no tuvieron las oportunidades de surgir, tampoco un punto de apoyo.
Ser trans también es una problemática de clase
"En Costa Rica las mujeres trans, de viejas, vuelven a ser hombres, sin acceso a hormonas se visten de hombres, enfermas de VIH, desgastadas por las drogas y el maltrato", se lamenta. "Toda su vida quedó perdida en una calle", mencionaba Jimena Franco, actriz de Costa Rica.
Respecto al acceso a la salud, las operaciones son cuestiones que en Latinoamérica no están garantizadas hasta el final, y solo quiénes pueden costearlas acceden paulatinamente a cambiar su cuerpo en base a su identidad de género.
Pasa también en la educación, donde vemos muchas veces cómo las personas trans son arrojadas a la marginalidad, no siguen estudiando por el trato que se les da, porque no hay nadie que defienda sus derechos, porque su palabra no vale y no hay sostén para poder continuar soportando la miseria. En la mayoría de los casos les expulsan de colegios, hogares y comunidades, y sin recursos, pocos y pocas llegan a ser profesionales.
"Además yo hablo desde el privilegio, porque vengo de una familia adinerada y porque pude estudiar, pero a muchos otros niños los corren de casa", comenta la colombiana Ophelia Pastrana, fundadora de una empresa de informática y comunicación.
Es así como quedan relegados a la pobreza, la exclusión social y a los problemas de acceso a la vivienda, a la salud y a la educación, un círculo de violencia del que los Estados y sus legislaciones también son responsables.
Una patologización que tiene responsables
Ante esto, hoy existe aún una deuda desde la disciplina. En 1973 la Sociedad Americana de Psiquiatría eliminaba a la homosexualidad, como parte de la sección “desviaciones sexuales” del Manual diagnóstico y estadístico, de los trastornos mentales. Poco después, la Organización Mundial de la Salud (OMS), suprimía la homosexualidad de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 10).
Sin embargo, hoy la incongruencia entre el sexo biológico y el género sigue siendo considerada como enfermedad, ya sea mental u orgánica, en las clasificaciones internacionales de salud tanto en el DSM-V de la Sociedad Americana de Psiquiatría y el CIE-11 de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Lo anterior no hace más que seguir reproduciendo una mirada victimizante de las personas trans, las cuales son tratadas como enfermos, más que como sujetos de derecho. De esta forma, no se ayuda a eliminar el estigma hacia la población trans, se le reniega como parte de la diversidad de formas de vivir la sexualidad, y en complicidad con el patriarcado, colabora con el sentido común y distorsionado que en ningún caso combate la discriminación, sino que la termina favoreciendo.