Al menos nueve muertos en el tiroteo de Múnich. Una sociedad conmocionada. Polarización social, extrema derecha y Estado Islámico.
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Josefina L. Martínez @josefinamar14
Sábado 23 de julio de 2016
Foto: EFE/FELIX HOERHAGER
La policía de Múnich, basándose en varios testigos, dijo primero que probablemente actuaron tres francotiradores, que se echaron a la fuga después de disparar frente a un local de McDonalds y en el centro comercial Olympia, con el trágico saldo de al menos nueve muertos. Más tarde se informó sobre el hallazgo de un cadáver, sumando 10 muertos, y se aseguró que podría tratarse de un único atacante. En una conferencia de prensa sobre las 2:30 horas, la policía identificó el cuerpo como el de un joven de 18 años, a quien le adjudicó la nacionalidad alemana de procedencia iraní.
El gobierno de Múnich declaró un “estado especial” cerca de las 21 horas, mientras unidades “antiterroristas” alemanas se desplazaban a la ciudad, capital del Estado de Baviera y tercera ciudad de Alemania por cantidad de habitantes. Se cortó el metro, los buses y taxis fueron suspendidos y desde el Ayuntamiento se pidió a la población que no salieran de sus casas.
A una semana del ataque en un tren, donde un refugiado afgano hirió con un hacha a cuatro personas, los primeros rumores apuntaron a la posibilidad de un atentando yihadista. Sin embargo, esa hipótesis no fue sostenida por la policía, ya que no se encontraron pruebas en ese sentido. Con el correr de las horas comenzó a circular otra hipótesis, la de un ataque perpetrado por individuos de extrema derecha. Según testigos, uno de los atacantes gritó “soy alemán” antes de disparar. La otra posibilidad es que se trate de una reacción contra la discriminación a la que era sometido. Aun no está nada claro.
También llamó la atención el hecho que justamente este viernes se cumplieron 5 años de la masacre de Noruega perpetrada por el neonazi Anders Breivik. Aquel día este noruego de ultra derecha disparó a mansalva sobre los jóvenes que participaban en un campamento del Partido Laborista en Noruega, asesinando a 69 personas, después de haber matado a otras 8 personas en Oslo. Lo que en ese momento parecía la obra de un “lobo solitario” o un “demente”, según quisieron interpretarlo algunos, hoy se muestra como parte de un profundo fenómeno político que sacude a Europa.
Más allá de cuáles hayan sido las motivaciones del autor, la situación política y social en Alemania está marcada por el ascenso de la extrema derecha en Europa, con importantes resultados electorales en los últimos años y en auge después del triunfo del brexit en el Reino Unido. En Alemania el partido AfD (Alternativa por Alemania) en marzo de 2016 en Sajonia Anhalt obtuvo el 24,3 % y se posicionó como segunda fuerza. A su vez, en el flanco de la ultra derecha, existen grupos directamente neonazis e islamófobos como el movimiento Pegida. En los últimos meses AfD ha profundizado un curso xenófobo y reaccionario buscando acercarse a Pegida. Por otra parte, los ataques y la “acción directa” contra los refugiados y centros de acogida ha crecido exponencialmente en los últimos dos años en Alemania.
¿Una “guerra civil” en Europa?
Esta semana, el director de la DGSI (Direction générale de la Sécurité intérieure) de los servicios de inteligencia de Francia, Patrick Calvar, alertaba -despertando la polémica- sobre un posible atentado de la extrema derecha en Francia. Calvar decía que era probable que ocurrieran como respuesta a los atentados del Estado Islámico, frente a lo que se percibía como una “debilidad” del estado francés para responder a los mismos. Con estas declaraciones agitaba el fantasma de una “guerra civil” entre la “extrema derecha” y el “mundo musulmán”.
“El extremismo se levanta por todas partes y somos nosotros, los servicios internos, los que estamos intentando desplazar los recursos para acomodarnos a la extrema derecha, que no hace otra cosa que esperar la confrontación”, señalaba.
Claro que la “advertencia” tenía el objetivo reaccionario de justificar una mayor ofensiva represiva interna, reforzando el aparato de inteligencia, la presencia militar en las calles y los controles y penalizaciones sobre la población musulmana y de los barrios pobres. Algo que el gobierno de Hollande, por otra parte, ya hizo esta semana y viene haciendo con la prórroga del “Estado de emergencia”.
Lo que es indudable es que la crisis de la Unión Europea, que se expresa de forma cada vez más aguda por diferentes flancos, ha llevado a una polarización social sin precedentes, germen para el crecimiento de la extrema derecha ante la asimilación neoliberal del “centro político”. A su vez, las guerras imperialistas producen cientos de miles de muertos en Medio Oriente o África, generando una ola migratoria sin precedentes y estimulando fenómenos reaccionarios como el Estado Islámico. Esas acciones ahora extienden sus ecos al centro mismo de los países europeos, por medio de atentados como los del Estado Islámico en París, Bruselas y Niza. Una combinación convulsiva.
En este contexto, la posibilidad de nuevas acciones reaccionarias y atentados por parte de tanto de seguidores del Estado Islámico como de grupos de la extrema derecha está asegurada, polarizando cada vez más la situación política en el viejo continente.
Los próximos días seguramente veremos un reforzamiento del aparato represivo interno en Alemania, siguiendo el camino del “Estado de emergencia” galo, que se vuelve contra el conjunto de la población. En los últimos meses Merkel tomó en gran parte el programa de la extrema derecha, que presionaba con crisis dentro de su propio partido, restringiendo los derechos de los refugiados y hacinándolos en centros de acogida en pésimas condiciones.
Las reacciones internacionales no se hicieron esperar, desde Obama a todos los líderes de la UE se solidarizaron con el gobierno alemán.
En este momento trágico es fundamental solidarizarse con los familiares y allegados de las víctimas y rechazar la masacre, al mismo tiempo que denunciar el incremento de las medidas represivas, las políticas xenófobas contra los inmigrantes por parte del gobierno y extrema derecha. Más que nunca, reforzar la lucha contra el racismo, la xenofobia y la guerra imperialista.
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Josefina L. Martínez
Nació en Buenos Aires, vive en Madrid. Es historiadora (UNR). Autora de No somos esclavas (2021). Coautora de Patriarcado y capitalismo (Akal, 2019), autora de Revolucionarias (Lengua de Trapo, 2018), coautora de Cien años de historia obrera en Argentina (Ediciones IPS). Escribe en Izquierda Diario.es, CTXT y otros medios.