Esta crónica de una visita a los trabajadores del Frigorífico Arrebeef busca ser un puente, no solo de anécdota, un invite a pensar, de cómo están nuestras familias y nuestros estudiantes, en un momento donde hay cada vez más pobreza y la miseria crece. En un momento donde la discusión es la vuelta a las aulas sin condiciones y con el solo fin de la foto en tiempos de campaña.
Jueves 4 de marzo de 2021
Viajamos al Frigorífico Arrebeef, a dos horas y media de viaje, pasando San Pedro y tierra adentro hacia el oeste. Las tierras más ricas de nuestro país para la agricultura y la ganadería. Así lo estudiamos en la escuela las riquezas de nuestro país. Pero nunca estudiamos que todo eso tiene dueño. Que por algún motivo que tiene que ver con el origen de Argentina como nación, los recursos básicos para las familias argentinas no están disponibles, como en este caso, la carne.
Ya se vislumbra desde lejos, en medio de los campos cultivados y los árboles, un edificio gigante, imponente, es el Frigorífico Arrebeef, tan blanco y azul. Pero lo que impacta es ver a los obreros y obreras junto a sus familias, junto a los niños y niñas que podrían ser mis estudiantes. El Pueblo de Pérez Millán- donde se encuentra el establecimiento- es un pueblo tan pintoresco, como se suele decir, a quienes quieren justificar a un pueblo pobre. Ellos que diariamente faenan vacas, son los cada vez más pobres, mientras el dueño que por megáfono anuncia el cierre, es cada vez más rico. Pero ahora los obreros se plantan.
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Ni bien llegamos, se ve mucha gente adentro del frigorífico, otros tantos afuera, y en las casas cercanas gente común, pero no tanto, porque ellas y ellos dijeron: Basta de explotación señor patrón. “Los $ 11.000 o $ 21.000 por quincena que nos paga, no nos alcanzan” dicen. Estos trabajadores se plantaron y no van a retroceder, según dicen con bronca. Están dispuestos a conseguir los $ 40.000 por quincena. Y que les paguen por ejemplo la nocturnidad. Mujeres solas con hijos que entran a trabajar a las 2:30 de la madrugada por una miseria.
La toma es un lugar acogedor, todos dispuestos a hablar y escuchar. Hay jugo fresco, tortas fritas, pan casero y todo está muy limpio. Las docentes de la Marrón damos nuestro apoyo porque las comunidades debemos estar unidas. Todos tenemos nuestras peleas, en nuestro caso, por los recursos para una educación de calidad y sin riesgo. Pensamos en los hijos de esos trabajadores que ganan entre $ 10.000 y $ 20.000 la quincena, son niños pobres y los docentes tenemos que apoyar esa pelea por salario con los trabajadores de Arrebeef. Ellos y ellas, también nos están educando con su lucha. ¡Muy bien diez felicitado para las familias que luchan!
Será por salario, pero la rabia ha crecido por el desprecio a la vida que les tiene Hugo Borrel, pese a sus lágrimas mentirosas de patrón, a los trabajadores. Son 1000 en el frigorífico, 180 tuvieron Covid, no hubo cuidados por parte de la organización del trabajo. Murieron 2 trabajadores. Cuánto dolor nos causa a todos que dejen su vida en el trabajo, para que los patrones obtengan ganancias siderales, con el aval del gobierno de Kicillof, claro y el gobierno nacional que les dio ATP a las empresas y siguieron haciendo lo que quería, como siempre. Los patrones agrandaron y modernizaron la planta. 3000 animales entran en los corrales. 1500 animales matan por día. Carne de exportación a China. Los trabajadores precarizados, no vacunados. Los descartables de siempre. Eso somos para los empresarios, un número más en un sin fin de papeles, un simple número de legajo a reemplazar.
Como docente, como no abrazar a estas familias, como no apoyarlas, si nosotras decimos “docente luchando también está educando”, lo que vale para cualquier trabajador o trabajadora que lucha por sus derechos. Las clases en Pérez Millán van a comenzar con protocolo y alternando los días, tanto en primaria como en secundaria. Considero que en un pueblo no es necesario tener clases día por medio. Si crearan más cargos, cada docente podría atender grupos de 10 alumnos y tendrían clase todos los días. Y si hubiera riesgo se puede garantizar con dispositivos de conectividad, pero si en tu casa el salario es de 15.000 la quincena, es difícil pagar internet y continuar una educación de calidad a distancia, menos que menos comprar una computadoras o un dispositivo móvil. Cosas que no le importan al patrón ni a los burócratas entregadores de los sindicatos.
También se tocó el tema de los medios de comunicación y cómo sus mentiras y tergiversación de los hechos trata de modificar la opinión pública. Son experiencias necesarias para saber que los medios, los funcionarios y los patrones juegan en el mismo equipo. Y en el otro equipo estamos los trabajadores, los que ya la pasamos, los que la pasamos todos los años y fuimos ganando experiencia. Estos trabajadores resisten a las amenazas de cierre, de despidos, de la gendarmería. Pero esta lucha es sumamente importante porque están unidos con el pueblo o sea su familia, fuertes, convencidos, plantados, ya lo dicen sus carteles: No al cierre. Todos unidos y el pueblo con ustedes. Unidos por el bien de todos. La lealtad no se negocia. Todos por un sueldo digno. Todos unidos podemos.
Esta crónica busca ser un puente, no solo de anécdota, sino un invite a pensar, de cómo están nuestras familias y nuestros estudiantes, en un momento donde hay cada vez más pobreza y la miseria crece. En un momento donde la discusión es la vuelta a las aulas sin condiciones y con el solo fin de la foto en tiempos de campaña.
Por eso, la experiencia de Comisiones de Seguridad e Higiene en las escuelas, es un puntapié para pensar como nos organizamos por las condiciones edilicias y sanitarias, pero también la necesidad de organizarnos para pensar como peleamos juntos a las familias y estudiantes que se garantice realmente la educación que no se puede garantizar si el desempleo crece y la precarización de la vida aumenta. En la movilización del 8 de marzo, éstas también serán nuestras demandas. No perdamos estas oportunidades de fortalecernos.