A pocos días del 8 de marzo, día internacional de las mujeres, La Izquierda Diario dialogó con Natalia Ferreyra, comunicadora social, artista y una de las impulsoras del colectivo #NiUnaMenos en Córdoba.
David Voloj @VolojDavid
Domingo 5 de marzo de 2017
Natalia Ferreyra es comunicadora social, cineasta y escritora. Es la realizadora del documental La hora del lobo, donde exhibe la crisis desatada tras el motín policial que se produjo en Córdoba en diciembre de 2013. Allí combina imágenes de celulares en crudo con el testimonio de algunos residentes del barrio de Nueva Córdoba -implicados en acciones de justicia por mano propia-, y da cuenta de la violencia social gestada en la noche de los saqueos.
En 2016 publicó su primer libro de cuentos, El resto de los días, una serie de relatos de corte realista en donde los personajes femeninos son protagonistas. Participó en los inicios del colectivo de artistas, comunicadoras y comunicadores llamado #Niunamenos, que junto a organizaciones de mujeres como Pan y Rosas, dieron impulso a aquella histórica movilización del 3 de junio en 2015.
El próximo 8 de marzo se va a realizar un paro de mujeres en más de 30 países. ¿Cuál es tu lectura de este fenómeno internacional?
Hay muchas personas que piensan que saldremos a marchar porque se marcha en Nueva York. Error, acá en Argentina fue donde nació, de este lado del mundo. Es importante marcar que este ‘despertar’ surgió con la espontaneidad y fuerza que nos define como latinoamericanos. Un movimiento y un accionar feminista que salió a la calle por primera vez en el país, a través de una movilización y concentración espontánea convocada por pequeños grupos de mujeres que se organizaron en torno a una tarea genuina: visibilizar la violencia, la muerte, la falta de libertad y la ausencia de leyes y de una justicia que nos protejan a las mujeres. Nació desde la pulsión de vida, de defender las vidas ante tanta naturalización de distintas formas de violencia, femicidio ignorado, invisibilizado y hasta poco nombrado. Después, sí, se sumaron muchas organizaciones, movimientos y partidos, y fue hermoso, éramos más para luchar y exigir nuestros derechos. Pero creo que no hay que olvidar las bases de dónde surgió y por supuesto, la enorme trayectoria de organizaciones que vienen hace años trabajando por el derecho de las mujeres en silencio. La visibilidad masiva se logró hace dos años. La primera marcha del 3 de junio fue multitudinaria porque creo que se sintió como un solo mensaje, una sola lucha, una unidad para pelear por dolores de muchas mujeres… No había figuras, no había conveniencia política o partidaria, había un sentimiento y una razón que nos unía. Así empezó.
¿Qué importancia creés que tiene la acción y movilización en este momento particular, donde hay un giro a la derecha en distintos países?
La importancia que tiene es total y plantea un escenario diferente a escala mundial. Te diría que, en nuestro país, podría ser la acción más importante después de la batalla que hemos dado por los crímenes de lesa humanidad. Por otra parte, con 36 años, no recuerdo otra movilización a nivel mundial así. Es más, no sé si hubo alguna en torno a una sola batalla. En esto veo una esperanza y confirmo algo que vengo pensando desde hace un tiempo: que el futuro político está en el feminismo.
En el marco internacional, me da esperanza que todo no está tan podrido y perdido. Creo que ningún gobierno se preocupó de protegernos, o por lo menos, de luchar por nuestros derechos, sea Trump u Obama en EEUU, o acá, con Cristina Fernández o ahora con Macri. Si bien hay una gran diferencia, a lo que apunto es a que los derechos de las mujeres siempre están al último de las políticas, siempre hay antes otros intereses y el manotazo a una moral que es nefasta. Está también la Iglesia, el qué dirán, el entonces no conviene, y nos analizan en términos de electorado y opinión pública. Entonces, que ahora nos organicemos globalmente me da esperanzas y confirma esto que te digo: en el feminismo está el futuro. Hoy es lo que encuentro más tolerante, abierto y respetuoso para poder planear políticas de Estado más inclusivas, donde el Estado no sea el enemigo sino un compañero. Por otro lado, esta reacción multitudinaria a nivel mundial, cuando la derecha vuelve a tomar los bastiones institucionales de los poderes de estado, demuestra que el feminismo viene trabajando hace años y es el único que ha tenido la fuerza para levantar la voz ante tanto discurso reaccionario gobernante.
¿A qué te referís con que el futuro político está en el feminismo?
No lo pienso como forma partidaria sino como marco ideológico, como marco de libertad y creatividad para organizarnos como sociedad, para sentar nuevos acuerdos y lazos sociales. Creo que hace rato que estamos estancados en esquemas que siento agotados. Creo en la política, creo en las organizaciones que median y se organizan en torno a la política, pero no creo más en sus formas, en la manera de comunicarse ni en gestionarse. Están agotadas, se tornan violentas y pujan siempre por mezquindades y poderes. En ese accionar pierden el foco, nos alejan. Y esto pasa, en todos los partidos. En todos. En un punto, se asemejan y eso entristece. Y si evidencias el dispositivo, estás fuera. En cambio, al ver esta movilización, al sentir cómo cada vez más hay grupos como “las ni una menos” (como muchos lo llaman, a veces, hasta despectivamente) me esperanzo, porque siento que ahí hay posibilidades de crear nuevas formas.
En varias provincias del país se vienen realizando asambleas de conjunto de organizaciones convocantes de las marchas por los derechos de las mujeres en las cuales se hacen exigencias a las centrales sindicales para que paren por sus derechos. ¿Qué rol deberían cumplir los gremios este 8 de marzo?
Son respuestas complejas. Porque pienso en cuestiones históricas que me atraviesan y me interpelan. Por supuesto que te diría que todos los gremios deberían apoyar, que es su deber, principalmente porque en los gremios hemos sido también muy poco protegidas por añares.
Tengo amigas, colegas que dentro de los medios también son bastardeadas por su condición de mujeres. Los gremios también, quizás, con esto despierten, durante mucho tiempo han sido cómplices de que no ganemos lo mismo que un hombre o de las grandes diferencias que soportamos, callamos y no nos ayudan a denunciar en los entornos laborales.
Ser mujer en una organización laboral es en sí, un lugar de resistencia. Resistir a la discriminación por género, resistir a los salarios desiguales y bajos, resistir a la mirada o acoso sexual, resistir ante la violencia laboral, resistir ante tanta cosa. Entonces, lo veo también una gran oportunidad para que los gremios desnaturalicen ciertos modos y luchas y abran espacios para pelear por la igualdad de las mujeres en los entornos laborales. Estamos hablando de una cuestión de derechos humanos, entonces creo, que todos deberían parar y acompañar.
Hace ya casi 100 años que se conmemora el Día Internacional de la Mujer. ¿Cuál es la importancia de movilizarse en la Argentina de hoy?
La importancia es que las mujeres estamos pudiendo salir a la calle a reclamar por nuestra libertad, vida y derechos. En una Argentina que parece adormecida, cansada y que se deja vapulear por políticas del Estado que sólo benefician a unos pocos, me parece que esta movilización despierta, mueve algo. Quizás, por eso, el feminismo puede ayudar a desmontar ciertos discursos y estereotipos que promueve este gobierno y que desde mi punto de vista atrasan. El feminismo es un despertar no sólo para las mujeres, sino para todos. Son años y años sedimentados cultural y emocionalmente que hay que desmalezar de prejuicios, de modalidades, de subyugación.
¿Cuáles son los derechos vulnerados y las demandas que siguen en pie?
Los derechos vulnerados y demandas, son muchas… una lista interminable. Necesitamos políticas de Estado para juzgar a los asesinos de mujeres, proteger a los niños que quedan sin mamá, hablo de un trabajo serio y responsable en lo que es la lucha contra la violencia de género, que funcionen los 0800, que la policía atienda como corresponde, que priorice las denuncias, las alertas, que se dejen de subestimar los hechos (conozco casos cercanos de este tipo, las mujeres van a la policía, y a veces, ni les toman la denuncia o la convencen para volver a la casa; tremendo); igual trabajo igual salario (acabar con las diferencias salariales entre hombres y mujeres), educación en las escuelas, un trabajo sostenido con los docentes para enseñar políticas de género, que combatan los modelos machistas que nos atraviesan como sociedad; trabajo con los medios y periodistas (en esto hay que destacar la grandiosa tarea de muchos colegas que sé que luchan al interior de los medios para que existan otros enfoques y abordajes); los derechos reproductivos y sexuales, a decidir sobre nuestros cuerpos. Esas son las más urgentes, pero si tuviera que enumerar, no se termina más; todo está atravesado por el machismo y hay que extirparlo.
La marcha del 8M creo que muestra eso, acá estamos, decididas a acabar con el machismo, la discriminación, la muerte, el sometimiento, vamos a luchar por nuestra real libertad, estamos organizadas, queremos un mundo más igualitario. Ojalá lo logremos.