La Fundación Libertad publicó un manifiesto titulado “Que la pandemia no sea una excusa para el autoritarismo”, escrito por Mario Vargas Llosa. El mismo lleva las firmas de reconocidos ex presidentes derechistas como Mauricio Macri, Alvaro Uribe y José María Aznar.
Facundo Aguirre @facuaguirre1917
Miércoles 29 de abril de 2020 11:51
Foto: Mario Vargas Llosa/Atilio Borón
La Fundación Libertad publicó un manifiesto titulado “Que la pandemia no sea una excusa para el autoritarismo”, escrito por Mario Vargas Llosa. El mismo lleva las firmas de reconocidos ex presidentes derechistas como Mauricio Macri, Alvaro Uribe y José María Aznar; de políticos como la ex ministra de seguridad Patricia Bullrich Luro Pueyrredón, o empresarios como Alejandro Roemmers e intelectuales como Marcos Aguinis.
Allí se afirma que “en lugar de algunas entendibles restricciones a la libertad, en varios países impera un confinamiento con mínimas excepciones, la imposibilidad de trabajar y producir (…) A ambos lados del Atlántico resurgen el estatismo, el intervencionismo y el populismo con un ímpetu que hace pensar en un cambio de modelo alejado de la democracia liberal y la economía de mercado”.
Resulta chocante que Macri firme una proclama reclamando que no se coarte de ninguna manera el interés privado, cuando es uno de los responsables del desguace de la salud publica y del endeudamiento externo que dejaron al país sin recursos sanitarios ni financieros para enfrentar el peligro de la pandemia. Lo mismo que la ex ministra de seguridad, creadora de la doctrina Chocobar, hable de restricciones de las libertades democráticas y peligro de autoritarismo.
Burgueses al ataque
El documento derechista busca darle un contenido ideológico neoliberal a las posiciones de un sector del capital financiero y del gran empresariado preocupados por la paralización de la economía y por ende del lucro capitalista.
La paralización económica se produce porque la fuerza de trabajo no esta concurriendo a trabajar deteniendo la creación de valor y por ende la extracción y la realización de la plusvalía. Y el daño que esta paralización ha producido a sus ganancias esperan compensarlo con un aumento de la explotación, de la desocupación, la liquidación de conquistas y la pulverización del salario a niveles mínimos de subsistencia.
Para darnos una idea, uno de los firmantes es el economista ultraliberal Roberto Cachanovsky que pregona que la salida a la crisis pasa por bajar los impuestos a los ricos, hacer una reforma laboral y despedir y reducir los salarios de los trabajadores públicos, entre los que se cuentan los esenciales de la primera linea de la salud, entre otros.
Su ataque al populismo, al estatismo y al intervencionismo, se para desde la defensa a ultranza de las posiciones del neoliberalismo y llama a aprovechar la oportunidad para avanzar contra la clase trabajadora. Sin embargo su critica al populismo se detiene en el punto donde los gobiernos anuncian rescates millonarios para los empresarios.
"Palabrerío sicario del capital"
Contra la Fundación Libertad la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad salió al cruce y publicó su propia declaración donde responden que “han irrumpido ustedes con adjetivos ofensivos e irresponsables para increpar a los gobiernos de inspiración humanista que, ante una gravísima pandemia universal, adoptan decisiones en beneficio de sus pueblos. La impunidad grotesca de sus sofismas se vuelve obscena al acusar de “autoritario”, “populista”, “antidemocrático” o “dictatorial” a cuanto gobernante asuma la inmensa tarea de reparar los desastres económicos y sociales producidos por los gobiernos que ustedes exaltan como defensores de la libertad simplemente porque dan rienda suelta al macabro darwinismo social de los mercados”.
La REDH emplaza “públicamente a su Fundación a librar un debate frontal y profundo sobre la grave situación que provoca la combinación del COVID-19 y la profunda depresión económica actual”.
Para los firmantes de la declaración contra la Fundación Libertad el debate es imprescindible pues “en plena pandemia planetaria es más inadmisible aún su verborrea contra quienes luchan denodadamente para salvar vidas y derechos sociales mientras callan que sus gobiernos amigos bloquean la llegada a esos países de insumos elementales para combatir la pandemia. Esa conducta, que ustedes avalan para su eterno deshonor, se llama “crimen de lesa humanidad””.
Llama la atención que si como correctamente sostiene la REDH se trata de enfrentar el “palabrerío sicario del capital”, se los convoque a un debate, cuando claramente son enemigos de los pueblos y buscan lucrar con la emergencia sanitaria y social. Se trataría más bien de llamarlos a combatir abiertamente e impedir que avancen en sus planteos de reformas y de ataque al pueblo pobre y trabajador.
Defensa de los gobiernos "humanistas"
He aquí un problema. La REDH se para desde la defensa de gobiernos supuestamente “humanistas”, que adoptaron “decisiones en beneficio de sus pueblos”. Un ejemplo seria el gobierno de Alberto Fernández, quien decidió la cuarentena ante las primeras señales y la ha mantenido aún frente a la presión de un poderoso lobby empresarial que busca ponerle fin para que el conjunto de la fuerza de trabajo retome a sus tareas.
La política patronal tuvo un símbolo que fue el conflicto con “los miserables”, según palabras del propio presidente refiriéndose a Paolo Rocca. El Grupo Techint despidió a 1500 trabajadores de la UOCRA obligando al gobierno a responder con la prohibición de despidos por 60 días. Pero a renglón seguido el propio Ministerio de Trabajo, habilito un acuerdo entre la patronal y el sindicato donde daba vía libre a los mismos despidos.
Esta actitud llevo a que las patronales presionaran más, suspendiendo personal y reduciendo los salarios a pesar de que el gobierno, para evitar que se afectaran los ingresos de los trabajadores, garantizaban hasta un 80% del salario desde las finanzas publicas.
La solución encontrada fue que, mediados nuevamente por el ministerio de Claudio Moroni, la CGT y la UIA pactaran suspensiones con hasta un limite del 25% de reducción salarial.
No esta demás decir que las medidas de ayuda económica contemplaron un ingreso por única vez para los trabajadores informales de 10 mil pesos, mientras a las patronales se les reducieron los aportes. Es cierto que a las Pymes se les anuncio una linea de crédito a tasas bajas, pero los bancos se niegan a prestarlo a pesar que es dinero entregado por el Estado, sin que por ello se tome algún tipo de sanción contra los mismos.
La falta de respuesta a la actitud de los bancos se corresponde además con la oferta a los bonistas y el intento de negociar un acuerdo con el FMI que deje sometido al país al flagelo del pago de la fraudulenta deuda externa.
Ahora esta mano blanda con los empresarios contrasta con el despliegue de las fuerzas represivas y militares en las zonas "calientes" del conurbano y las grandes metrópolis del interior del país o con la represión a los obreros de Penta que se manifestaron ante el incumplimiento de la patronal de la prohibición de despidos. La velocidad con que pacto la rebaja salarial de la clase trabajadora, contrasta con la lentitud en plantear la votación del impuesto a las grandes fortunas.
Un capitalismo posneoliberal
El problema reside en que los gobiernos que la REDH reivindica, se plantean como defensores de otro modelo de capitalismo. Como lo confesó en una entrevista, Alberto Fernández sostuvo que: “Muerto el comunismo, el capitalismo no tiene discusión. Lo que estamos discutiendo es cómo debe ser el capitalismo”.
En este sentido los firmantes de la declaración de REDH no oponen una política anticapitalista a los planteamientos de la derecha neoliberal, sino una salida del neoliberalismo mediante un Estado presente que como hemos señalado, busca rescatar a las patronales de la bancarrota y evitar que el choque entre las clases en medio de que los empresarios han lanzado una guerra contra la clase trabajadora y el pueblo pobre. Ni hablar de la declaración de su ministro de salud Gines Gonzalez Garcia sobre declarar de utilidad publica el sistema sanitario, afectando por ejemplo al magnate firmante del Manifiesto de la Fundación Libertad Roemmers, que duró menos que un suspiro. El mismo ministro que hizo sentir su voz culpabilizando a los trabajadores de la salud por contagiarse irresponsablemente de COVID.
Uno de los defensores de la perspectiva de REDH es Atilio Borón, quien sostiene a propósito del debate intelectual tras la pandemia, que “Zizek confía en que a consecuencia de esta crisis para salvarse la humanidad tendrá la posibilidad de recurrir a “alguna forma de comunismo reinventado”.
Es posible y deseable, sin dudas. Pero, como casi todo en la vida social, dependerá del resultado de la lucha de clases; más concretamente de si, volviendo a Lenin, “los de abajo no quieren y los de arriba no pueden seguir viviendo como antes”, cosa que hasta el momento no sabemos (…) Pero, ¿por qué no pensar en alguna salida intermedia, ni la tan temida “barbarie” (de la cual hace tiempo se nos vienen administrando crecientes dosis en los capitalismos realmente existentes”) ni la igualmente tan anhelada opción de un “comunismo reinventado”? ¿Por qué no pensar que una transición hacia el postcapitalismo será inevitablemente “desigual y combinada”, con avances profundos en algunos terrenos: la desfinanciarización de la economía, la desmercantilización de la sanidad y la seguridad social, por ejemplo y otros más vacilantes, tropezando con mayores resistencias de la burguesía, en áreas tales como el riguroso control del casino financiero mundial, la estatización de la industria farmacéutica (para que los medicamentos dejen de ser una mercancía producida en función de su rentabilidad), las industrias estratégicas y los medios de comunicación, amén de la recuperación pública de los llamados “recursos naturales” (bienes comunes, en realidad)?”.
El recurso de citar a Lenin por parte de Borón contra el optimismo objetivista de Zyzek (que hemos debatido aquí y aquí, cumple la función de señalar una falencia de la clase trabajadora, su no intervención aún en la crisis mundial desatada por el coronavirus debido centralmente al papel de defensa del orden, de sus direcciones.
Pero lo hace para decir que el programa que conduzca a la abolición del régimen social capitalista, tiene que dar paso a uno que busque una reforma del capital y un sujeto acorde que son los estados capitalistas bajo el mando de gobiernos progresistas. Ciertamente mucha de las medidas que señalan deben ser levantadas como parte de un programa de autodefensa social de los trabajadores y el pueblo. Pero los gobiernos como el del peronismo, están muy detrás de lo que plantea Borón como hemos visto sin que ello signifique que no deposite sus expectativas en ellos. Estos gobiernos solo llegaran hasta ahí si se ven amenazados por la emergencia de rebeliones populares y revoluciones sociales.
Reforma o revolución
El intervencionismo estatal al que apelan Borón y la REDH busca salvar económicamente al capital, pero también bloqueando la lucha de clases para impedir que la clase trabajadora pueda resolver por si misma, junto al pueblo pobre, derrotando al capital, la crisis de la sociedad. Pero la crisis actual muestra que unos se salvaran a expensas del otro. Por lo tanto el estado no es un actor neutral sino un instrumento de dominación de clase y las burocracias sindicales, sociales y, porque no, académicas, son una herramienta para contener a los de abajo.
La particularidad de la crisis es que los de arriba ya no pueden dominar como hasta entonces diría Lenin y los de abajo tienen que romper el corsé de sus direcciones para ser los que paguen la crisis sobre su sufrimiento. La critica de la política que busca rescatar al Estado burgués en nombre de superar al neoliberalismo como manera de contener la crisis, es una tarea de primer orden. Para eso la construcción de una fuerza política propia, revolucionaria, independiente de los políticos y gobiernos patronales, es imperiosa.
Facundo Aguirre
Militante del PTS, colaborador de La Izquierda Diario. Co-autor junto a Ruth Werner de Insurgencia obrera en Argentina 1969/1976 sobre el proceso de lucha de clases y política de la clase obrera en el período setentista. Autor de numerosos artículos y polémicas sobre la revolución cubana, el guevarismo, el peronismo y otros tantos temas políticos e históricos.