La pandemia puso en evidencia el vaciamiento de los sistemas de salud. Pero hay algo de lo que nadie habla: 3 mil millones de personas no tienen acceso al agua y no pueden comprar jabón, elementos básicos para protegerse del virus. Cifras de la UNICEF.
Mirta Pacheco @mirtapacheco1
Sábado 14 de marzo de 2020 00:30
La más cruda expresión del capitalismo. El 40% de la población mundial carece de agua potable y de jabón, para poder seguir las recomendaciones sobre cómo mantener limpias las manos, es decir las superficies del cuerpo que pueden transmitir el coronavirus. En los países dependientes ese porcentaje se eleva al 75%.
Una aberración que “regala” este sistema dirigido por los gobiernos que no son más que representantes de los grandes empresarios y corporaciones.
Estas cifras fueron dadas a conocer este viernes por la UNICEF, la sección de las Naciones Unidas que por cierto solamente denuncia esta situación.
En el comunicado que emitió, que lleva la firma del director de Programas de Unicef Sanjay Wijesekera, advierte además que el 47% de las escuelas a nivel mundial no disponen de agua y jabón. Ese porcentaje habla de 900 millones de niñas y niños que no pueden seguir los consejos que constantemente emiten los gobiernos para evitar el contagio.
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Estamos hablando de regiones enteras de nuestro planeta donde las personas solo cuentan con trabajos ultra precarios o directamente están desocupadas o que muchas de ellas sobreviven en campos de refugiados, grandes asentamientos o viviendas precarias.
Por ejemplo en Asia central y meridional, el 22% de la población urbana no cuenta en sus casas con instalaciones aptas para la completa higiene personal.
Es la cara del capitalismo que, sobre todo los gobernantes de los países imperialistas quieren ocultar -como si se pudiera tapar el sol con la mano-.
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Pero ¿por qué?. Porque son sus políticas de ajuste, llevadas adelante por esos gobiernos y por gobernantes de los países dependientes, incluso dictadas por organismos como el FMI, el Banco Mundial, que arrojan en la miseria a miles de millones de personas, que provocan guerras, hasta las fratricidas, con las consecuencias nefastas para las trabajadoras y trabajadores de esas naciones y de oleadas de refugiados que se ven obligados a huir de sus propios países.
Ahora que una nueva cepa del coronavirus está provocando esta crisis mundial, los principales afectados son los trabajadores y poblaciones pobres. Las muertes son evitables, pero para eso se requiere imponerles a esos gobernantes y sus partidos medidas que afecten las ganancias de los empresarios para volcarlas a sistemas de salud que puedan abarcar a toda la población de sus países.
A partir de ahí, los miles de millones que hoy no pueden contar ni con agua ni con jabón, podrán vislumbrar algún futuro para sus vidas.