Con la marcha en defensa del INE, que se realizó el pasado domingo 13/11, la oposición neoliberal al gobierno de la 4T intenta recomponerse denunciando que la iniciativa de reforma electoral de AMLO busca imponer un régimen más autoritario.
Sábado 19 de noviembre de 2022
La marcha ’en defensa del INE’ del domingo 13/11 en la CDMX –que tuvo réplicas en otras ciudades del país- mostró algo nuevo en el escenario político nacional, en el marco de la disputa entre el gobierno federal y la oposición política y empresarial al proyecto de la 4T.
Si lo que se había expresado previamente era polarización política entre los partidos del régimen, que confronta al bloque ’oficialista’ (pro 4T) con la alianza ’opositora’ (abiertamente neoliberal), lo que se mostró ahora fue la movilización más numerosa, convocada por la derecha empresarial y política, contra una iniciativa del gobierno federal en lo que va del sexenio, que logró congregar a una significativa base social en las calles, conformada principalmente por sectores de clase media y alta. Sin ignorar que también hubo trabajadores ’acarreados’, que fueron forzados a asistir a la marcha por los alcaldes opositores a la 4T en la CDMX.
Esto ocurre en el marco de la expresión de fenómenos políticos de derecha en otros países del continente, como la base social trumpista en Estados Unidos, el bolsonarismo en Brasil o el paro cívico de la derecha cruceña en Bolivia. Aunque en nuestro país las influencia política de la derecha y sus manifestaciones no alcanzan aún semejantes proporciones.
A diferencia de otros países, la derecha aquí no navega con banderas desplegadas, mostrando claramente su agenda reaccionaria, sino que, frente a la fortaleza que conserva el gobierno de López Obrador ante la mayoría de la población, lo que hace es aparecer como ’defensora de la democracia’.
Más allá de la bandera de la ’defensa del INE’, utilizada para cuestionar al gobierno de AMLO y posicionarse en contra de la iniciativa de reforma electoral propuesta por éste, la oposición no tiene la legitimidad ni un programa político alternativo al de la 4T que sea atractivo para amplios sectores de masas (no sólo para la clase media de derecha y los empresarios neoliberales), ni una figura que pueda competir con el nivel de popularidad de López Obrador. Pero está apostándose a consolidar su base social.
Esto explica que la convocatoria a la marcha no haya sido abiertamente partidaria, aunque hayan participado en ella simpatizantes o militantes del PRI, del PAN y en menor medida del PRD.
La movilización tuvo que ser presentada como de la “sociedad civil”, lo que muestra la debilidad de la oposición partidista –al menos por ahora- para aparecer abiertamente como tal y mantener su alianza electoral, que entró en crisis tras el acuerdo entre el PRI y el Morena para mantener al ejército en las calles hasta el 2028. Esto es una muestra de que los partidos del ’Pacto por México’ no logran aún recomponerse de su profunda crisis de representatividad y del repudio popular en su contra, que se expresó en las elecciones del 2018.
Esto, en el marco de la carrera electoral abierta, que parece no serles favorable, para las elecciones por la gubernatura en el Edomex y Coahuila del próximo año, que anteceden a la elección presidencial del 2024.
Sin embargo, sería un error desestimar lo que se expresó el domingo 13/11, pues puede dar pie a un rejunte oportunista de la oposición, apoyada en el poder de convocatoria de los sectores empresariales que marcaron la pauta de esta movilización. Aunque esta ’reorganización’ implicaría para los partidos del Pacto por México adoptar abiertamente una agenda más proempresarial y de derecha. Lo que ya está en entredicho por las negociaciones que el Morena está teniendo con legisladores del PRI y otros partidos en el Congreso para tratar de llegar a un acuerdo sobre la reforma electoral.
Tanta importancia tuvo la marcha de la derecha que, a pesar de haberla minimizado en la “mañanera” del lunes siguiente, López Obrador tuvo que anunciar un “plan B” ante la posibilidad de que su proyecto de reforma electoral no pase en el Congreso. Y, aunque el presidente niegue que se trató de una masiva demostración de fuerza de los sectores anti 4T, el anuncio de una movilización encabezada por él, para 27 de noviembre, responde a la necesidad de mostrar mayor fuerza que la de sus adversarios.
La reforma electoral, ¿es democrática?
Aprovechando el amplio y justo rechazo a los partidos tradicionales, López Obrador ha presentado su iniciativa de reforma electoral como necesaria para mejorar la democracia.
Por lo cual contempla medidas como la elección mediante voto popular de los consejeros del INE y de los magistrados del Tribunal Electoral. Así como reducir el presupuesto público destinado tanto para el INE como para los partidos.
Al respecto, cabe mencionar que la elección de consejeros del INE estaría limitada a las listas propuestas por los tres poderes de la Unión, es decir, por los mismos partidos e instituciones que detentan el poder político y no por el pueblo en general, mientras que las restricciones presupuestales al órgano electoral no contemplan reducir los millonarios sueldos que siguen cobrando legisladores, jueces y altos funcionarios, a pesar de la supuesta ’austeridad republicana’ que solo ha perjudicado a las y los trabajadores del sector público.
Por otra parte, dentro de la propuesta de reforma electoral se contempla la reducción del número de escaños en el Congreso de la Unión (de 500 a 300 en diputados y de 128 a 96 en senadores), además de limitar el número de legisladores en los congresos locales y de regidores en los cabildos municipales.
Aunque es entendible y justo el repudio a la casta política, representante de los empresarios y no del pueblo trabajador, creemos que esto no debería traducirse en medidas antidemocráticas que restrinjan aún más a los representantes electos por voto popular en los órganos legislativos. Esto, junto a otras medidas como la eliminación de los órganos electorales locales y una legislación electoral única (que le quitaría a los estados la atribución de legislar en la materia), apuntan a una mayor centralización del poder en manos del ejecutivo federal.
Mientras que, por otra parte, la iniciativa de AMLO no cambia en nada las restricciones antidemocráticas que se les imponen a las y los trabajadores y la izquierda independiente para poder participar en los procesos electorales, lo que de hecho las proscribe.
Por una alternativa para la clase trabajadora y el pueblo
La disputa en torno al INE es una discusión en la que no interviene la clase trabajadora, ni mucho menos el conjunto del pueblo pobre, que constituye la gran mayoría de la población.
Entre la mayor centralización del poder que propone AMLO, y la defensa reaccionaria del INE por parte de la oposición neoliberal, no hay realmente una alternativa que represente los intereses del pueblo trabajador.
Así como en lo económico y lo social, también en el terreno democrático-electoral es necesario discutir y plantear una posición política independiente de las propuestas de los gobiernos y partidos del régimen, tanto de los que reivindican el proyecto de la 4T como de los que se dicen opositores, pues ninguno responde realmente a los intereses obreros y populares.
Si aspiramos a mayor democracia, deberíamos impulsar la movilización en torno a demandas como echar abajo los obstáculos que impiden a las organizaciones de los trabajadores y la izquierda independiente postularse en las elecciones, así como proponer la elección democrática de todos los magistrados, jueces y altos funcionarios y que, junto con los legisladores, sean revocables en cualquier momento por sus electores y que ganen lo mismo que una maestra o un trabajador promedio.
Así podríamos conquistar, con la movilización en las calles, una democracia más amplia, en la perspectiva de superar la ’democracia representativa’ burguesa, al servicio de los grandes empresarios.
Ante la cual, en la restringida ’democracia participativa’ que propone el gobierno de la 4T con su reforma electoral, a lo sumo podremos elegir entre las opciones planteadas por los mismos partidos del régimen a quienes seguirán administrando desde el poder político los negocios de los capitalistas y garantizando el orden que requieren, por lo que no representa un cambio sustancial ni favorable a los intereses de las y los trabajadores y el pueblo pobre.
’Democracia’ burguesa vs democracia obrera
La historia de los explotados y oprimidos nos ha dejado ejemplos de democracia infinitamente superiores a cualquier democracia burguesa: la democracia directa. En 1871, la Comuna de París puso en pie al primer gobierno obrero de la historia, que tomó una serie de medidas revolucionarias contra los capitalistas y a favor de la clase trabajadora. Para ello conjuntó funciones legislativas y ejecutivas, sus miembros eran revocables en cualquier momento por sus electores y ganaban como cualquier trabajador.
En México tenemos el ejemplo de la “Comuna de Morelos”, cuando en plena revolución los campesinos armados de aquel estado, comandados por Emiliano Zapata y organizados democráticamente en asambleas de sus pueblos y comunidades, pusieron en marcha el Plan de Ayala, expropiaron la tierra y los ingenios y liquidaron la propiedad latifundista.
Otro ejemplo es el que mostraron el proletariado revolucionario ruso y sus aliados, los soldados y campesinos pobres, al poner en pie los soviets (consejos), que luego de servirles para organizarse con el fin de echar abajo al zarismo, les permitieron lograr la insurrección y la toma del poder, sentando las bases del Estado obrero que surgió en 1917, antes de su degeneración burocrática.
Mientras que la democracia representativa burguesa es la mejor envoltura del régimen de explotación capitalista, la democracia de las y los trabajadores, encabezando al conjunto de los oprimidos, es una necesidad en la lucha por superar -mediante la revolución social- este sistema de explotación, miseria y destrucción del planeta, así como para la organización de la sociedad en una perspectiva socialista, en donde los grandes avances de la ciencia y la tecnología estén puestos al servicio de las necesidades sociales y no de la ganancia capitalista. Una sociedad en la que se generen las condiciones para el libre desarrollo de las capacidades humanas, en armonía con la naturaleza.
En esa perspectiva, para enfrentar y derrotar el poder de la burguesía concentrado en el Estado capitalista, es fundamental poner en pie un partido revolucionario de la clase trabajadora, las mujeres que luchan por su emancipación y la juventud combativa, tarea por la cual luchamos todos los días desde el Movimiento de las y los Trabajadores Socialistas.