Declaración Política de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS)
Viernes 16 de febrero de 2018
La catástrofe económica y social se cierne sobre el país, el hambre y las penurias del pueblo son agobiantes, en medio de fuertes devaluaciones una hiperinflación descontrolada pulveriza los salarios de los trabajadores y el ingreso de los sectores populares, provocando una caída brutal de las condiciones de vida del pueblo. La realidad de todos los días es desabastecimiento, paralización de empresas, desmoronamiento de la salud, la educación, el transporte y los servicios esenciales. Cientos de miles de jóvenes buscan un escape en la emigración, en las fronteras reina el caos. La mujer trabajadora y pobre se debate día a día en cómo dar de comer a sus hijos. Faltan medicinas elementales y para muchos enfermos graves es una tragedia que ha llevado a la muerte a unos y pone en ese riesgo a otros.
Las invocaciones a la “guerra económica” de Maduro no pueden ocultar que el principal responsable de esta situación es el gobierno, con su política de pagar la deuda sobre el hambre del pueblo mientras empresarios y funcionarios se enriquecen con el mal manejo de divisas, la corrupción y la especulación en una escala inaudita. La oposición y el alto sector empresarial que representa participa también de este festín aunque no estén en el gobierno; en toda esta etapa jamás dejaron de hacer sus ganancias y organizar una colosal fuga de capitales, en las épocas del boom petrolero como ahora cuando la crisis se acrecienta. Bastaría revisar las ganancias de los banqueros y capitalistas de alto calado, allí están los Vollmer, Escotet, Cisneros, los Mendoza y un largo etcétera que lo atestiguan. Pero ellos como salida pregonan más capitalismo puro y duro, más entrega a las transnacionales y neoliberalismo extremo, mayor sometimiento al imperialismo, un programa cuyos costos golpearían también, tanto o más brutalmente, al pueblo.
Elecciones anticipadas, una maniobra política
En este marco, las negociaciones durante largos meses en República Dominicana entre el gobierno chavista y representantes de la derecha aglutinada en la llamada Mesa de Unidad Democrática, terminaron en un nuevo “impasse”: aunque venían anunciando algunos avances, no pudieron cerrar un acuerdo. El chavismo, que logró ya antes triunfos electorales en las municipales y estatales bajo mecanismos cuestionables, especuló que podría reeditarlos ahora y optó por convocar a elecciones presidenciales para el próximo 22 de abril, aprovechando la crisis y división de la MUD.
Esta decisión es una clara maniobra del chavismo, buscando reelegir a Maduro por un período más y así, relegitimar en alguna medida el decadente bonapartismo del régimen. Las elecciones fueron convocadas inicialmente a través de la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente que se arroga poderes plenipotenciarios y se considera supraconstitucional, impuesta por el sostén que le brindan las FF.AA. Una Asamblea cuya elección fue manipulada por los múltiples mecanismos del régimen para garantizar una mayoría chavista dócil a la alta burocracia gubernamental. Este supuesto “superpoder” sólo sirve para levantar la mano cada vez que se lo piden Diosdado Cabello y Maduro, y es ciega y muda ante la gravísima situación que soporta el pueblo, como lo demostró una vez más con esta “iniciativa”.
La derecha, dividida y en crisis
Los partidos de la MUD rechazaron el llamado y se mantienen divididos sobre cómo responder. Mientras un sector (en el que se ubican Primero Justicia y AD) contempla la posibilidad de participar y hasta se discuten probables candidatos “independientes” de “unidad” como Mendoza –el magnate y “empresario modelo”, a decir verdad, el modelo de construir un emporio viviendo de la renta petrolera pública y la explotación de los trabajadores y pequeños productores–, otro sector impulsa el boicot, apela incluso a una escalada de la presión e injerencia imperialista contra el plan electoral del gobierno, encubriendo sus objetivos reaccionarios detrás de la demagogia de la demanda de democracia que le dejan servida en bandeja las maniobras bonapartistas de Maduro. A los partidos de la derecha tampoco le interesa que el pueblo trabajador pueda pesar en las decisiones ante la catastrófica situación nacional, sino buscar las maneras que le permita disputar el gobierno para sus propios fines, contando para ello con la “ayuda” las presiones y sanciones injerencistas del imperialismo y los gobiernos más reaccionarios del continente.
La Fuerzas Armadas
El plan de Maduro y Diosdado Cabello no se sostendría sin el sostén de las Fuerzas Armadas. Las FANB han acumulado cada vez más poder en el gabinete, en la economía, la distribución de alimentos, en fin, en todos los ámbitos de la vida nacional. Sin los militares en todos estos años de crisis el gobierno de Maduro jamás se hubiese sostenido, son el pilar sobre el que mantiene a los distintos grupos de poderes en que se conforma el chavismo; y cuando las pugnas son insostenibles entre esta burocracia son las Fuerzas Armadas las que salen más entronizadas tal como lo vimos con el enfrentamiento con el grupo de poder de Rafael Ramírez, ex ministro de Petróleo y presidente de PDVSA durante doce años con Chávez, donde los militares terminaron teniendo el control de esta, la principal y prácticamente única fuente de ingreso de divisas al país. Son el verdadero árbitro de la situación y a cada paso más de la crisis, su intervención se acrecienta y se hace más palpable.
La tensión en la frontera con Colombia y la campaña gubernamental sobre el riesgo de agresión militar que han puesto en alerta a las FANB, no hacen sino avanzar un paso más en el control militar a nivel nacional. Todos los caminos de salida a la crisis política en Venezuela pasan cerca de los cuarteles… que por ahora mantienen su fidelidad al presidente.
Escalada de la presión imperialista y de la derecha latinoamericana
La respuesta del imperialismo estadounidense y europeo a la convocatoria de Maduro ha sido de rechazo, nuevas sanciones y amenazas, cuestión que se ha expresado en la reciente gira del Secretario de Estado, Rex Tillerson, por distintos países de América Latina cuya agenda central ha sido Venezuela, llegando al extremo incluso de alentar al golpismo por parte de las Fuerzas Armadas. Tillerson recorrió varios países para alinear a los gobiernos de la derecha con una línea de mayor presión contra el país. Así se posiciona el llamado grupo de Lima de los gobiernos derechistas, donde personajes como Juan Manuel Santos de Colombia, Mauricio Macri de Argentina, Pablo Kuczynski de Perú, entre otros, actuando como perros falderos, hacen gala de cipayismo. Su preocupación “democrática” se desnuda ante la práctica represiva y reaccionaria en el terreno doméstico, mientras que en política internacional cierran la boca frente al golpe institucional en Brasil, el fraude en Honduras o sobre la bárbara situación mexicana, con 15.000 muertos al año y cientos de desaparecidos. Todos ellos impulsan también desde la OEA una mayor injerencia, teniendo como su principal cabecilla a su secretario general, Luis Almagro.
Desde la ONU hablan de su preocupación “humanitaria”, así como también lo hacen los gobiernos de la región, y lo hace la oposición criolla, desde los más férreos ultraderechistas hasta los que ahora buscan travestirse de oposición moderada, pero el uso de las calamidades que sufre el pueblo, que huye de la catástrofe económica hacia Colombia y otros países, no es más que una utilización política. Con el argumento de "ayuda humanitaria" o la instalación de un “canal humanitario”, el imperialismo y los gobiernos de la región no están haciendo más que empeorar el drama, tal como estamos observando con la transformación de las fronteras en puntos calientes y militarizados. Tal como lo hemos visto más recientemente con el despliegue de tropas del Ejército colombiano hacia la frontera, justo luego de la vista del Jefe del Comando Sur de Estados Unidos a Colombia, y se han anunciado movimientos semejantes del lado de Brasil. El verdadero contenido de estas preocupaciones “humanitarias” no es otro que encubrir los aprestos intervencionistas y legitimarlas ante la opinión pública internacional, mientras hacen preparativos para un eventual agravamiento de la situación interna de Venezuela que, por ejemplo, pudiera detonar una mayor migración o un colapso interno.
Nada se puede esperar ni del gobierno ni de la derecha opositora
Lo hemos dicho, el proyecto chavista ha fracasado porque no hay socialismo con empresarios que valga ni verdadero desarrollo nacional sin romper realmente con las cadenas que atan al país a la dominación de los capitales imperialistas, no resolvió ninguno de los males estructurales de la nación, profundizó el extractivismo petrolero, la dependencia de la renta, el endeudamiento, etc., alimentando a los empresarios parásitos, etc. Ante la crisis, descarga sus costos sobre los hombros del pueblo trabajador, mientras una danza de cientos de millones de dólares se fuga yendo a parar a las cuentas en el exterior de altos funcionarios del régimen, banqueros y empresarios sean chavistas u opositores, tanto por vías legales como ilegales. Nada puede esperarse de esta casta militar “nacionalista”, corrupta y represiva, ni de la cúpula chavista, menos de los políticos de la derecha, agentes directos del empresariado, las trasnacionales y el imperialismo.
A la situación que ha llevado a saqueos, protestas populares, reclamos de distintos sectores de trabajadores, el gobierno contesta con más represión, militarización de los barrios, persecución a luchadores obreros, etc. Ante este despliegue represivo, al MUD y el imperialismo no tiene nada que decir, es que es funcional a sus objetivos y si en algo están de acuerdo chavismo y oposición es en impedir que el pueblo trabajador se movilice, e irrumpa luchando por sus necesidades elementales, ese es el fantasma del “estallido social” que les preocupa.
Pero en las acciones elementales, aún desorganizadas y sin programa de sectores obreros, semiproletarios y populares, así como en los crecientes reclamos y muestras de actividad de trabajadores en empresas y servicios, lo que comienza a insinuarse es que existe una fuerza social potencialmente poderosa, todavía no diluida a pesar de la política nefasta del chavismo y de la estatización de los sindicatos y organizaciones de masas en que se montan las distintas burocracias, y es la fuerza latente de la clase trabajadora y el pueblo pobre. Esto es lo que puede abrir el camino a una irrupción de la clase trabajadora con voz propia, que pese en la escena nacional con su movilización y demandas propias de los trabajadores y el pueblo pobre. Esa es la fuerza que si se pone en movimiento y toma en sus manos un programa propio, puede cambiar radicalmente la dinámica de la situación política y abrir la posibilidad de una salida progresiva a la crisis nacional.
Ante un nuevo aniversario del Caracazo, histórico, decimos que lo que hace falta no es sólo la volcánica irrupción elemental de las masas, como la que asestó un golpe mortal al régimen proimperialista del Pacto de Punto Fijo y su democracia para ricos, sino superior, con organización y un programa para tomar en sus manos los problemas urgentes y vitales. Para eso, la perspectiva estratégica, difícil en las condiciones actuales pero no imposible, de que los trabajadores unan sus filas y una en su torno al pueblo pobre, está abierta. Esta es una de lecciones centrales que debemos sacar de esa gran irrupción de los sectores populares, que terminó siendo aprovechada incluso por el chavismo que surgía pocos años después robando sus aspiraciones para un proyecto nacionalista burgués que hoy cruje en su fracaso por todos los costados.
Por esto, para imponer una salida obrera y popular a la crisis es imprescindible luchar por la más amplia autoorganización obrera y popular, sin tutela del PSUV ni el Estado, ni de los burócratas sindicales vinculados tanto a la dirigencia chavista como de la oposición, que hoy, ¡ay!, dirige sindicatos como en Guayana con burócratas de Voluntad Popular. Es preciso imponer que los sindicatos rompan con el gobierno y con los partidos patronales. Fuera la policía y los servicios de inteligencia de los barrios, empresas y sindicatos, basta de represión y persecuciones a los luchadores obreros y populares, libertad a los detenidos por denunciar la crisis y corrupción en las empresas o simplemente plantear las demandas de los trabajadores.
Ante la catástrofe económica y social, hacen falta medidas de emergencia que ni Maduro ni su fraudulenta ANC, ni la oposición de derecha quieren aplicar, como la suspensión inmediata del pago de la deuda externa para adquirir los alimentos y medicinas que el pueblo necesita urgentemente, entre otras. Sólo con la movilización obrera y popular podrá imponerse un programa obrero de emergencia a la altura de la catástrofe actual. Para eso no tienen respuesta ni el chavismo ni los partidos de la derecha. Hace falta imponer un plan obrero y popular con medidas de emergencia para frenar el hambre y las penurias del pueblo.
Unas elecciones anticipadas para más de lo mismo
De las elecciones no saldrá nada bueno para el pueblo trabajador. Son para elegir “más de lo mismo o peor”, sea que se presenten candidatos de la oposición de la MUD o no. La tradicional polarización entre gobierno y oposición está desgastada y hay amplios sectores de la población que no confían ni en Maduro ni en la MUD. En la arena electoral buscarán recrearla, porque a ambos bloques les conviene ese juego.
Poco de democrático se puede esperar de un proceso electoral tan manipulado, bajo el estado de excepción, con previa proscripción de partidos, incluidas las opciones a izquierda del gobierno, con arbitrarios obstáculos que hacen muy difícil que corrientes de izquierda o disidentes del propio chavismo puedan sortear las trabas impuestas por el Consejo Nacional Electoral.
De todas formas, que esté en discusión el problema político nacional y con él los acuciantes problemas que aquejan al pueblo trabajador, torna más actual y urgente que nunca la necesidad de una alternativa de los trabajadores, que luche por llevar al movimiento obrero y popular y sus organizaciones, un programa obrero de emergencia ante la catástrofe que nos amenaza. Esto es inseparable de una clara política de independencia de clase, que sin ceder ante el chavismo, tampoco ceda a la política de la derecha proimperialista.
La difusión, solidaridad y coordinación de las luchas y reclamos obreros que vienen dándose en distintas empresas, las campañas contra la represión a las protestas populares y la militarización de los barrios, la persecución a luchadores de izquierda y por todas las legítimas demandas democráticas del pueblo trabajador, de la juventud, de la mujer son pasos importantes en esta lucha, junto a la denuncia de la entrega de recursos naturales al capital extranjero tanto como el pago de la usurera deuda externa, etc., son pasos iniciales para ligar a una perspectiva de movilización de los trabajadores difundiendo un programa transicional, anticapitalista y antiimperialista, a la altura de la crisis.
Hace falta forjar un gran polo de independencia de clase, que levante un programa de acción obrero ante la catástrofe, que se prepare a dar la pelea en todos los terrenos –incluso el electoral- por una salida política de los trabajadores.
La tarea de la izquierda que se reclama obrera y socialista, es ayudar a poner en pie un polo de trabajadores, independiente del chavismo como de los partidos empresariales, que levante un programa de salida obrera a la crisis.
A su construcción queremos aportar desde la LTS, impulsando La Izquierda Diario como una herramienta abierta a los que luchan, al servicio de estos combates de los trabajadores, la juventud y las mujeres, con el norte de construir una nueva izquierda de trabajadores revolucionarios.