El pasado 19 de enero, tras una búsqueda intensa, fueron hallados los cuerpos sin vida de Carla Bellott y Jesús Cañisaire. Con este fatídico hecho, se confirma el tercer feminicidio del año en el país.
Martes 23 de enero de 2018
Foto: Periódico digital Lavozdetarija.com
En la madrugada del 1 de enero Carla Bellott y Jesús Cañisaire salieron de su domicilio para festejar el año nuevo, dirigiéndose a la discoteca “Planta Baja” ubicada en la calle Figueroa de la ciudad de La Paz; en este sitio fueron vistos con vida por última vez. Los familiares de ambos jóvenes se percataron de su desaparición al anochecer de ese mismo día, y dieron parte a la policía iniciando así una búsqueda intensa y desesperada que concluyó el pasado 19 de enero, cuando fueron encontrados sus cuerpos sin vida al interior del embovedado del Río Orkojahuira de la ciudad de La Paz.
La autopsia revela que la muerte de Jesús se ejecutó entre el uno y el cuatro de enero, y la de Carla entre el nueve y doce del mismo mes, con lo que se deduce que ambos fueron privados de su libertad antes de su deceso, dejando en evidencia una vez más la falta de diligencia y seriedad en la investigación por parte del Ministerio Público y policía en los primeros días de haberse realizado la denuncia por los familiares, puesto que no fue hasta que estos decidieron hacer una campaña mediática para buscarlos, que se invirtieron los recursos suficientes en encontrar a la joven pareja. De la misma forma, los expertos confirmaron que Carla fue víctima de agresión sexual, por esta razón la hipótesis que se maneja –acompañada por las declaraciones de los aprendidos– es que Jesús fallece primero tras intentar defenderla.
Este doloroso hecho da cuenta del odio y violencia patriarcal que en esta ocasión, cobró no solo la vida de una mujer sino también de quien intentó defenderla. La brutalidad de los captores al mantener viva a Carla aproximadamente una sema más –durante la cual se presume continuó siendo víctima de violación sexual–, termina siendo un horrible y doloroso ejemplo de lo que ocurre cotidianamente con cientos de mujeres, sujetas a una cadena de violencia que va desde los golpes hasta la violación y feminicidio, hechos naturalizados por una sociedad para la que nuestras vidas son desechables, en la que se nos deshumaniza y se victima además a quien intente poner freno a este abuso.
A raíz de las evidencias recientes, el ministerio Público amplia la imputación formal por los delitos de Asesinato y Feminicidio, llegando a ser este el tercer caso de feminicidio en Bolivia a solo las tres semanas de haber iniciado el año. Se constata una vez más la ineficacia de las políticas de prevención establecidas en las normativas legales vigentes, pues pese a que se nos diga que la Ley No.- 348 "Garantiza" a las mujeres una vida libre de violencia (además de otras leyes como la Ley No.- 263: Ley Integral contra la trata y tráfico de personas), sabemos que hasta que no se realicen cambios estructurales y profundos, nada nos garantizará una vida libre de violencia machista, pues lejos está de ser prioridad en este sistema capitalista.
Hasta la fecha son nueve personas aprehendidas y 13 investigadas, quienes habrían conocido a la pareja en el local y salido con ellos de ahí, invitándolos posteriormente a su domicilio. Los principales sospechosos son: Israel León (dueño de la casa donde ocurrió el hecho delictivo), Carla Mayta, que se encuentra detenida y con imputación formal por trata y tráfico de personas en grado de complicidad, Micaela León y su pareja Renzo Cáceres, quienes fueron detenidos en la noche del 19 de enero, y Eliot Ismael León que se encuentra prófugo, posiblemente en Brasil.
Este hecho devela también la corrupción de las instituciones, llevándonos a cuestionar por qué una discoteca que había sido cerrada en siete ocasiones por la Alcaldía de La Paz debido a otras denuncias, estaba en funcionamiento la noche de año nuevo: tanto esta autoridad local como la policía son responsables. Vemos como la policía, en diversas ocasiones es cómplice y encubridora de hechos delictivos, así como lo es el aparato judicial. Es burda la posición de los medios informativos, que aplaude a esta institución y a la Fiscalía como si encontrar los cuerpos sin vida de esta pareja, fuese un acto de heroísmo y sacrificio.
Lo que verdaderamente dio impulso a que se llegue al fondo de los hechos, es la lucha incansable de los familiares y amigos de Carla y Jesús, quienes realizaron protestas y vigilias en diferentes instancias como en las afueras de la discoteca “Planta baja”. Luego se dirigieron a la Fuerza de Lucha Contra el Crimen (FELCC), denunciando el lento avance de la investigación en los primeros días de haber realizado la denuncia de desaparición. Sin esta importante presión y movilización, nada hubiese sido obtenido.
En el momento en que autoridades como el diputado oficialista Montaño, y el alcalde Luis Revilla, se enfrascan en una discusión técnica legal para tratar de deslindar responsabilidad sobre el funcionamiento de lenocinios a sus respectivas carteras de gobierno, vemos que está lejos de las prioridades de este Estado el dar una salida real a necesidades de las mujeres víctimas de feminicidios, a quienes perdieron a sus seres amados como Jesús o a los tantos familiares de víctimas de trata y tráfico. Por Carla y Jesús, por todas nuestras muertas, se hace imperiosa la necesidad de organizarnos y movilizarnos al grito de ¡Ni Una Menos!