El nombre de Nicolás Alvarado se volvió tendencia número uno en Twitter en México, tras publicar una columna donde criticaba al cantante Juan Gabriel, fallecido el domingo. Las redes sociales se han volcado contra el director de TV UNAM, incluso en pocas horas se han reunido más de 12 mil firmas en la página change.org para que pedir que sea destituido de su cargo.
Martes 30 de agosto de 2016
Foto: Notimex
El artículo titulado “No me gusta ‘Juanga’ (lo que le viene guango)”, aparecido en el diario Milenio y en la página web del medio, se inicia con una queja: “La muerte de Juan Gabriel secuestró mi comida familiar” y califica al compositor como “uno de los letristas más chambones de la música popular”, aún cuando, según él, solamente escuchó algunas canciones.
Alvarado narra cómo, haciendo uso de su puesto en TV UNAM, convocó a una mesa redonda encabezada por José Luis Paredes Pacho, el locutor de Observatorio Cotidiano, donde estuvieron invitados los especialistas Marco Hernández, Uriel Waizel y Luis González de Alba, éste vía telefónica desde Guadalajara, Jalisco. El programa será trasmitido el viernes próximo. Tal vez con la polémica creada el índice de espectadores del canal universitario aumente.
El columnista y director de TV UNAM resume su crítica así: “Mi rechazo al trabajo de Juan Gabriel es, pues clasista:
me irritan sus lentejuelas no jotas sino nacas, su histeria no por melodramática sino por elemental, su sintaxis no por poco literaria sino por iletrada…” rematando con una irónica y no menos clasista frase: “Ahora discúlpenme mientras pongo una canción. Se llama “J´suis snob” (soy esnob, elitista) y la canta Boris Vian”.
Redes
Al estar tan fresca la herida de la muerte del compositor e intérprete de “Noa Noa”, los usuarios en redes sociales calificaron los comentarios de homófobos y clasistas, los menos de oportunista. Algunos recordaron al director de TV UNAM que sus declaraciones pueden ser tomadas como una postura de la Universidad Nacional Autónoma de México. También hay quien defiende al conductor e intelectual, los mensajes en los famosos 140 caracteres superaron los 20 mil la tarde de este martes.
Sin duda las palabras usadas por Alvarado para denostar la música popular, las preferencias sexuales de Juanga y el calificar su vestir como “naco”, reverberan el pensamiento clasista y elitista de la clase dominante en México. Naco es el adjetivo que se usa peyorativamente por "la clase alta" para denominar el mal gusto, especialmente de las clases bajas y hasta de los nuevos ricos.
Esta columna se comparó en las redes con los comentarios de la conductora y empresaria Martha Debayle, quien aseguró que no hacía “radio para jodidos”, por lo que fue calificada de clasista, ya que en México a los pobres también se les llama despectivamente jodidos. Debayle es sobrina nieta del dictador Anastasio Somoza Debayle, último en el poder de la dictadura nicaragüense, y no es motivo de asombro su posicionamiento contra los sectores populares.
Recordemos que Nicolás Alvarado es hijo de la conductora Tere Vale, primo de la actriz Angélica Vale, y entenado del ex secretario de educación priísta Miguel González Avelar. De cuna le venía su arrogancia para con las clases empobrecidas evidentemente y de por ahí le llegó también el hueso en la UNAM impulsado por Televisa.
Esta empresa lo sacó del Canal 22, donde se compensaba su manifiesta arrogancia con su incuestionable erudición, era la figura de “La dichosa palabra” un magnífico programa de divulgación cultural literaria, muy por encima de lo que el emporio de Azcárraga Jean sería capaz de hacer. Pero la sangre llama, y decidió pasarse a la televisora donde la familia se identifica muy bien, desde hace décadas.
#EpicFail
Por si fuera poco, en la polémica se subió torpemente el periodista Joaquín López Dóriga, quien también es columnista de Milenio. Éste, por tener la primicia de la noticia de la incineración de los restos de Juan Gabriel, publicó un mensaje en Twitter donde aparecía una foto desagradable de una hamburguesa asándose, pero fue borrado a los cinco minutos.
De nada sirvió, debido que muchos de sus seis millones de seguidores habían tomado esto como una burla, él mismo tuvo que corregir su error como si no pasara nada: “¡Pues claro! Ya borré mi tuit. Fue un verdadero #EpicFail. Ni modo. También nos pasa”.
Debayle, López Dóriga y Alvarado, tres ejemplos de soberbia clasista, van más allá de su papel de transmitir información sesgada a las masas de acuerdo con las necesidades de las clases poseedoras, pues como personajes públicos abusan de su imagen para ostentarse como parte del poder, quizá porque se sienten parte del mismo porque “saben demasiado”.
En realidad saben y dicen lo que los dueños de este país les permiten saber y decir, y creen que pueden, como sus jefes, poner un pie en la garganta de la clase trabajadora y los sectores populares y burlarse de sus iconos. Lo que cosechan es cada vez más repudio. Así, el buen Nicolás rebaja su sabiduría a la moralidad de un simple granadero de Mancera, por ejemplo.
El fisco
Juan Gabriel fue un cantautor no exento de escándalos. En algún momento de su carrera se declaró apartidista, pero en las elecciones del año 2000 apoyó al candidato príista Francisco Labastida, quien perdió ante el panista Vicente Fox, el ex presidente después invitó al “Divo de Juárez” a cantar al Centro Fox en Guanajuato.
En los últimos años el finado fue muy cercano al gobernador de Chihuahua César Duarte, incluso compuso una canción donde lanzaba loas al príista.
Su cambio de actitud obedece seguramente a que fue acorralado por Hacienda, por lo menos desde mediados de los años 80 del siglo pasado. En 1996 varias de sus propiedades fueron embargadas, las cuales recuperó en el año 2000. Hacerle algunos favores publicitarios a personajes del régimen sería una salida para tratar de librar la presión del fisco.
En el año 2005 Alberto Aguilera Valadez, nombre real del cantante, fue detenido por el delito de defraudación fiscal equiparada, pero fue liberado a las pocas horas tras pagar una millonaria fianza. Tras este hecho Juan Gabriel incursionó de lleno al mundo de los negocios, acumulando una fortuna calculada, según distintos medios, en 30 millones de dólares al momento de su muerte.