Corría el año 1907 y se desató una histórica huelga de inquilinos en todo el país, al frente de la misma: mujeres y niñes, que con escobas defendían los conventillos de donde querían “barrer a los caseros”. A más de 100 años de la Huelga de Las Escobas, en Guernica, Carlitos con sus 11 años, se sube al escenario y habla como protagonista de la pelea de la que es parte. De Miguel Pepe a Carlitos, luchadores en nuestra historia por el derecho a una vivienda digna.
Martes 24 de noviembre de 2020 15:58
Collage: Niños y niñas en la Huelga de Las Escobas, en La Boca
Carlitos, en Guernica (Fotografía: Enfoque Rojo)
Al comenzar el año 1907, se produjo un fuerte aumento en los impuestos municipales y territoriales que los propietarios trasladaron inmediatamente a los precios de los alquileres. Mantener una habitación, en la Ciudad de Buenos Aires, costaba el 25% del salario de un obrero promedio. En la actualidad, según una encuesta nacional de Inquilinos Agrupados, el alquiler se lleva un 45% del salario.
Si a los elevados precios de los alquileres, le sumamos la situación de hacinamiento, centralmente en los conventillos, donde las familias trabajadoras vivían en piezas que eran ocupadas por hasta 12 personas, era un combo perfecto para el estallido que fue la histórica huelga de inquilinos no sólo en CABA (con más de 500 conventillos), sino también en Avellaneda, Lomas de Zamora, La Plata, Mar del Plata, Mendoza y Bahía Blanca. Se sumaron también conventillos de Rosario, para el mes de Octubre, había más de 2000 viviendas en huelga a lo largo del país que reclamaban la rebaja de un 30% en el valor de los alquileres y demandaban mejorar la calidad de las viviendas.
Se organizaban a través de un comité de propaganda y agitación que buscó rápidamente adhesiones de otras viviendas colectivas y de las organizaciones de trabajadores, y entró en contacto con comités de otros barrios. Una experiencia similar podemos ver hoy con la Asamblea Permanente de Guernica que coordina con vecinos y vecinas de Los Ceibos, El Garrote, El Hotelito, Magaldi (Rosario) y también con La Red de Precarizadxs, fábricas recuperadas, docentes, trabajadorxs de la salud y distintos sectores del movimiento obrero. En aquel momento, fue la FORA anarquista (Federación Obrera Regional Argentina), que votó impulsar y apoyar la huelga de inquilinos.
Volviendo a 1907, la famosa Huelga de las Escobas, tuvo como protagonistas a mujeres, niñes y adolescentes. Por las calles de La Boca, desfilaron más de 300 chicos y chicas con escobas en las manos para “barrer a los caseros”, corrían de conventillo en conventillo, entre aplausos de sus vecinos, para defender sus casas del desalojo de la policía de Ramon Falcón, que se cobró la vida de Miguelito Pepe, activista de 15 años. Con su asesinato, la huelga se intensificó.
Miguelito era uno de los tantos niños y adolescentes pobres, que como decía, en ese entonces, el Dr. Agote, caería seguramente en la delincuencia por ser, según la mirada de la época, parte de los miles “niños abandonados material y moralmente por sus familias”. La responsabilidad de no poder garantizar los derechos elementales de estos niñes, pretendía ser adjudicada a las familias obreras y pobres.
El Estado tenía derecho a secuestrar a sus hijos e hijas y enviarlos a las instituciones con el objetivo de enseñarles a trabajar y “moralizarlos”. Un discurso que algunos se animan a repetir hasta el día de la fecha.
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Pero frente a este debate, en ese entonces, y en la actualidad, donde tenemos la ley 26.061 de protección de niños, niñas y adolescentes, y aunque muchas veces la vulneración de los derechos sigue siendo la misma, hubo y hay voces de estos pequeños en edad pero importantísimos actores de la realidad. Observando la organización de las mujeres, en los conventillos, tomaron las escobas de sus mamás para protestar. En el 2020, toman el megáfono y el micrófono. Carlitos llora de emoción, en Guernica, y cuenta cómo la policía de Berni quemó la Escuelita a la iba todos los días a jugar él junto a sus amigos.
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Su voz tiembla, denuncia, pero también grita, que quiere que se sume más gente y agradeció a todos esos jóvenes que lo aplauden y que saben, que su derecho a tener una casita, como le dice la ley que lo protege, lo van a arrancar entre todos, con la lucha. ¿Cómo se desarrollarán infancias libres sin un techo? En Argentina hay niñes y adolescentes que pelean por una casita para poder crecer. Y no sólo por el ejemplo que ven de sus padres y madres, por fuera de la mirada adultocentrista, basta escucharlos para saber, que tener donde dormir, jugar y comer, es algo que toman con mucha seriedad y de lo que son muy conscientes.
Como decía, León Trotsky, “La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente.”