×
×
Red Internacional
lid bot

Editorial. ¿No hay alternativa?

La política tradicional frente a Milei: combatir a la derecha haciéndose de derecha. Editorial de "El Círculo Rojo", programa de La Izquierda Diario que se emite todos los jueves de 22 a 24 por Radio Con Vos 89,9.

Fernando Rosso

Fernando Rosso @RossoFer

Jueves 11 de julio de 2024 23:54

  •  "No hay alternativa" fue el famoso slogan popularizado por Margaret Thatcher y la bandera con la que reseteó Gran Bretaña en la década del ’80 del siglo pasado. Impuso este lema, literalmente, a "sangre y fuego" con batallas que fueron más que culturales. Se destacaron dos dentro de su repertorio: la que libró contra los mineros (la columna vertebral del movimiento obrero británico) con una huelga de un año entre 1984 y 1985, y la guerra de Malvinas contra nuestro país. Podría decirse que el triunfo "cultural" fue un derivado de estas batallas ganadas por Thatcher y perdidas por los trabajadores, trabajadoras y sectores populares, no solo de Gran Bretaña, sino del mundo.

  •  ¿Por qué traigo a colación esto de "no hay alternativa"? Bueno, en primer lugar, porque reeditar una especie de "thatchersimo" al uso nostro es uno de los sueños húmedos de Javier Milei y su banda. Pero eso no es lo más importante porque el presidente se autopercibe muchas cosas: Terminator, el topo del Estado, Menem, Thatcher y tantas otras cosas.
  •  Lo destacado es que gran parte del universo de la política tradicional o los sectores politizados que tienen influencia en la conformación de la opinión pública viene actuando con la idea (más velada o más abierta) de que "no hay alternativa".
  •  ¿No hay alternativa de gobierno o no hay alternativa electoral? No necesariamente me refiero a eso, sino a la idea de que "no hay alternativa" conceptual. Desde esta perspectiva, Milei sería una especie de fatalidad histórica, una expresión genuina e inexorable de la época. Si bien esto tiene aspectos de verdad (algo de representación política de los sentires populares terminó expresando Milei), también tiene mucho de falsedad ideológica.
  •  Trato de explicarme mejor: desde que comenzó la experiencia de gobierno de Milei muchos desde la oposición política o mediática (gran parte vinculada al peronismo que está en "modo balance") comenzaron a afirmar que, en realidad, "el ajuste se tendría que haber hecho antes, así se hacía de manera más ordenada, porque el ajuste había que hacerlo de cualquier forma". Algunos llegaron a afirmarlo con una sinceridad brutal: "Cualquiera que hubiese llegado tendría que haber hecho de alguna manera u otra lo que hizo Milei", dijeron. Esta idea presupone que a Milei lo votaron y lo bancan para que haga el ajuste y no, como yo creo que es, porque una parte de la sociedad estaba harta de las consecuencias del ajuste hecho por aquellos que decían que estaban en contra del ajuste (recordemos la caída del salario real, para tomar sólo un índice, durante el Gobierno de Alberto Fernández).
  •  Otros comenzaron a decir que "tendríamos que haber valorado más la ideología meritocrática o individualista", bueno, porque era una expresión de la época. Como si esa ideología que se resume en "cada uno se salva solo" fuera un sentido común "natural" que habita en muchos sectores y no un producto histórico del que son responsables aquellos dirigentes de organizaciones colectivas (como los sindicatos) que dejaron a la intemperie a gran parte de la clase trabajadora que terminó cayendo en la informalidad o al margen de toda protección social. O de un Estado que te decía que "te salva", mientras dejaba que te salves solo.
  •  Porque, a ver, es completamente cierto que había una distancia abismal entre el relato del "Estado te salva" o "la Patria es el otro" y la realidad de una inmensa cantidad de personas abandonadas a su suerte; ahora, eso no transforma en verdad a la afirmación contraria. Sigue siendo una verdad que "nadie se salva solo". La derrota de una perspectiva que se autopercibía como "colectivista" (en el sentido de reivindicación de lo colectivo o de lo común) no transforma en una certeza a la orientación opuesta también sintetizada por Thatcher: "No existe la sociedad, solo existen los individuos". Bueno, no, no existe nada al margen del trabajo social, de la cooperación social, del trabajo en común. El problema radica en la apropiación cada vez más privada de un trabajo que es cada vez más social.
  •  Hubo algunas expresiones un poco bizarras de esta cuestión de buscar las manifestaciones "apropiables" de la narrativa de Milei. Por ejemplo, luego del imponente y un poco exuberante desfile militar encabezado por Milei y Victoria Villarruel arriba de un tanque de guerra, leí gente que decía "¿Por qué nosotros abandonamos los desfiles militares?".
  •  Bueno, la expresión más desembozada de esta aventura de "construyamos nuestro propio Milei", es Guillermo Moreno, y más que Moreno, todos lo que lo bancan, que son pocos. El que agita que hubiese votado en contra del aborto, que elige a Bolsonaro antes que a Lula por determinadas cuestiones; que deja caer un dejo antisemita, el que copia las formas y que tiene no pocos auspiciantes mediáticos que lo quieren instalar.
  •  Pero también hay manifestaciones más sutiles. Alguna vez destacamos en este espacio que, luego del triunfo de Milei, Cristina Kirchner comenzó a hablar de "privatizaciones buenas" o "reformas laborales necesarias", etc. En la última entrevista con Pedro Rosemblat, en un tramo al que no se le prestó la atención que merecía, dijo que un problema que tuvieron los peronistas (una especie de autocrítica), fue no haberle dado la importancia debida a esa verdad de las "20 verdades" que dice que "el trabajo es un derecho, y es un deber, porque es justo que cada uno produzca por lo menos lo que consume". Y destacó, ligado a esto la cuestión de la productividad.
  •  Esto puede disparar muchas discusiones. Hay un principio socialista (una "verdad socialista" si ustedes quieren) que dice "cada quien según su capacidad y a cada cual según su necesidad". Precisamente porque la capacidad de producción de la humanidad llegó a un nivel tan elevado que permitiría liberar a todos y a todas de la obligación compulsiva del trabajo. Justamente para acercarse a que cada uno aporte lo que puede aportar (porque todos somos diferentes y tenemos diferentes capacidades) y tome lo que necesita, por la misma razón.
  •  Pero más allá de la discusión doctrinaria, plantear así la cuestión en este momento en que el Gobierno de Milei ataca a los integrantes de las organizaciones de desocupados porque quiere dar la idea de que son "improductivos" (porque no "producirían" lo que consumen), a los estatales por "ñoquis", es decir, por "improductivos"; es claramente una capitulación conceptual enmascarada de un intento "diálogo" con esas ideas reaccionarias que quiere instalar Milei.
  •  Porque el problema argentino no radica en que los trabajadores o trabajadoras (formales, informales, de "organizaciones sociales", estatales o desocupados) sean "improductivos" en el sentido de que "no trabajan" o no producen lo que consumen. En la Argentina se trabaja como loco, en el último tiempo más aún (esto está medido: el aumento de la productividad sobre todo en la post-pandemia). El problema argentino (y mundial) es que el fruto de todo ese esfuerzo se lo que quedan precisamente los que viven del trabajo ajeno.
  •  Sobre este núcleo de ideas (quien paga el ajuste, lo que colectivo y lo individual, el trabajo y su apropiación) hay que dar una batalla que más que cultural es política. Para no combatir a la derecha apropiándose de sus principales motivos, pero imprimiéndole otro tono. Y para, en definitiva, construir otra alternativa.


  • Fernando Rosso

    Periodista. Editor y columnista político en La Izquierda Diario. Colabora en revistas y publicaciones nacionales con artículos sobre la realidad política y social. Conduce el programa radial “El Círculo Rojo” que se emite todos los jueves de 22 a 24 hs. por Radio Con Vos 89.9.

    X