Soy responsable de la sección "Géneros y sexualidades" de La Izquierda Diario, mi amigo y yo fuimos discriminados por nuestra orientación sexual en La BTK de Santa Mónica.
daniel sputnik @daniel_sputnik
Jueves 23 de marzo de 2017
Conocí al primo de una amiga y luego de comenzar a hablarnos y conocernos por mensajes, decidimos ir el 22 de marzo a La BTK de Santa Mónica porque es un lugar juvenil que consideramos tranquilo y bueno para nuestra primera cita.
Charlamos sobre temas que nos interesan, música, entretenimiento y de la escuela.
Comimos, pagamos la cuenta y al querer dar la propina al mesero, él la rechazó y teniendo a la hostess a un lado dijo "úsenla para comprarse algo bueno con ese varo y por favor no regresen". Nos sorprendió que parecía haber un acuerdo entre los dos empleados, como si fuera una política del lugar. Que se permitiera esta manifestación de homofobia al ver a dos personas del mismo sexo compartir una mesa, reír y conversar como amigos un rato.
Aún sin expresiones de afecto, no hizo falta más para que en este lugar mostraran su odio por la diversidad sexual, aparentemente solapado por la empresa. A través de su página de internet me puse en contacto con Jimena Peláez, encargada de relaciones públicas y hasta ahora la denuncia no procede, pues me han pedido pruebas del consumo realizado en el lugar, comprobante de pago que recogió la hostess a nuestra salida.
A pesar de decir que son un establecimiento que no discrimina, la señorita Peláez afirma que no tienen forma de proceder por la discriminación si no tengo forma de comprobarla. Yo lo veo como una forma de encubrirse, para no proceder de inmediato, frente a una práctica que no debe ser la primera.
¿Comprarnos algo bueno? son las palabras de un mesero que no debe ganar mucho más que un par de estudiantes que complementan sus estudios con trabajos de medio tiempo. Un trabajador homofóbico y desclasado, pues además adopta un discurso que no le pertenece, pues compartimos con él las mismas condiciones de explotación y opresión.. Habla por su patrón y realiza dicha acción avalada por la hostess quien, siendo mujer y viviendo la violencia machista en la vida cotidiana, avala que nos echen de un sitio y nos pidan no volver.
¿Habrá retenido la hostess nuestro ticket para que no hubiera pruebas que “penalicen" su actitud? No lo sé. Pero la comunicación con la empresa en un ir y venir de mensajes que me cuestionan cómo ocurrieron los hechos y si tengo pruebas de ello o la invitación a aclararles dónde noto la discriminación, ya es un absurdo.
En unos días asistiremos al Encuentro Nacional de Mujeres y la diversidad sexogénerica de Pan y Rosas, llegamos con este acto en contra nuestra encima. Se suma a los miles de ataques a la comunidad sexodiversa que vivimos a diario, donde la discriminación parece ser lo menos grave, en un país donde los crímenes de odio se naturalizan y extienden en forma alarmante.