Apagón en todo el país y ahora en La Plata, por la desidia de Metrovías dos niños atropellados y amenazas de cortes de gas a fábricas recuperadas. Las privatizadas no dejan de aplicar tarifazos impagables: no son accidentes sino crímenes sociales.
Viernes 28 de junio de 2019 00:03
La privatización de servicios esenciales como la luz, el gas, el agua y también los transportes implican tarifazos impagables para la amplia mayoría de los usuarios, que son trabajadores. Volver a lavar la ropa a mano por no poder pagar la factura de luz, o racionar el consumo para que el medidor prepago dure.
Pero también en los últimos días salieron a la luz consecuencias de un sistema donde el hambre de ganancias lleva al descarte de la vida de la población.
El corte de electricidad en La Plata ya lleva casi una semana, y se calcula que afectó a decenas de miles de personas por la desinversión y falta de mantenimiento de la estructura. Sólo una semana después del apagón sin precedentes, que dejó sin servicio de energía eléctrica al país entero y del cual aún no hay explicaciones sobre sus causas ni responsables.
Sin embargo, el Estado les dió un regalo millonario a Edenor y Edesur: les perdonó una deuda por multas y préstamos que alcanzaba los 7 mil millones de pesos.
Mientras las empresas se la siguen llevando en pala, las trabajadoras y los trabajadores pagan tarifazos y no pueden ni siquiera contar con el servicio por el que pagan.
En la Ciudad de Buenos Aires dos niños fueron atropellados por el Premetro, bajo la concesión de Metrovías, y uno de ellos perdió una pierna. La conexión clandestina de gas produjo la intoxicación y posterior incendio en una casa de Mendoza donde murieron dos niños hace tan sólo semanas. Mientras que con el aumento de la pobreza quienes viven en la calle están pagando con su vida la ola de frío invernal.
Estas situaciones no son accidentes, sino que son parte de un sistema que organiza la explotación de recursos naturales -destruyendo el medio ambiente- en función de saciar la sed de ganancias de los empresarios y Gobiernos que los respaldan, son responsables de las consecuencias que se podrían evitar si cambiara la lógica de la organización de estos servicios.
A cinco minutos de “Vaca Muerte” (así bautizado por las terribles condiciones laborales que se llevan la vida de los trabajadores) hay familias que no tienen gas. Una muestra más, entre tantas, de la brutal desigualdad que existe.
Las empresas como Camuzzi Gas del Sur le pidieron a la justicia cortar el gas a las fábricas recuperadas ceramistas de Neuquén, que autogestionadas por sus trabajadores mantuvieron puestos de trabajo contra el destino de la desocupación. Ni siquiera pueden adjudicar una crisis ya que obtuvieron ganancias de más de 2.800 millones a repartir entre sus accionistas, gracias a los tarifazos y el saqueo de los recursos naturales.
No es sólo en Neuquén sino que los tarifazos están ahogando a todas las empresas recuperadas. La imprenta Chilavert recibió aumentos impagables de hasta 1500 %, y ya MadyGraf venía de denunciar los mismos tarifazos para ahogarlos.
Las empresas de servicios públicos privatizadas han tenido ganancias extraordinarias. Algo tan elemental como la luz, el gas, son un derecho, no deberían ser el negocio de unos pocos. Lo que están buscando constantemente es cómo maximizar esas ganancias, y no cómo garantizar un servicio de calidad, accesible y barato para todo el pueblo trabajador.
El gobierno de Macri es responsable de estas situaciones, mientras que un recambio electoral en manos de Fernández-Fernández no propone terminar con el curro de las privatizadas, ni siquiera en su propuesta electoral están por retrotraer los tarifazos.
El Frente de Izquierda Unidad propone cambiar las prioridades: que las necesidades de los trabajadores y sectores populares no sean un negocio y para eso es necesario terminar con las privatizadas. En vez de estar gestionado por estas empresas, las trabajadoras y los trabajadores junto a técnicos de las universidades públicas y los usuarios populares tienen que realizar una planificación social en función de las necesidades populares.
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