Continúan las opiniones sobre el proyecto de ley del Gobierno y su impacto en la movilidad jubilatoria. Este es el testimonio de Rodolfo, jubilado de la zona Oeste del conurbano bonaerense.
Jueves 19 de diciembre de 2019
Rodolfo tiene 73 años, tuvo que soportar durante los últimos años un saqueo, y ya de por si cobra menos que la mínima, porque esto de saquear a los trabajadores no es nuevo. En sus más de 40 años de trabajo, sus patrones no hicieron todos los aportes: empezó a trabajar desde muy chico y hoy, luego de tantos años, apenas cobra $12.000. Bastante menos que la jubilación mínima, ni cerca de los $38.000 que un jubilado necesita para cubrir la canasta básica.
No solo eso. Después de la profundización de pérdida que significó la reforma previsional del 2017, cuando se esperaba que, por primera vez en mucho tiempo, aunque sea por unos meses, su jubilación le gane a la inflación, le dicen que esta vez tampoco se va a dar, que se tiene que conformar con un bono que ya sabe que no va a alcanzar, y después de eso 6 meses de congelamiento. Tal vez, si tiene suerte, después de que los empresarios y el FMI negocien de su pedazo de la torta, le van a dar unas migajas. Solo tal vez, por que sería por decreto, y lo que quede para repartir.
Rodolfo cuenta que ni a él y ni a su esposa le cubren todos los medicamentos de PAMI. Ya no compra espejitos de colores y dice que es "chamuyo": “Nos quieren vender que esto es para nuestro beneficio. Que los que cobran un poco más, que no es nada, apenas 20 mil pesos, no van a tener bono y reajuste automático, pero la verdad que la plata es para pagar una deuda que no es nuestra. Mientras, que las farmacias y el resto de los empresarios no se les toca ni un pelo, que la paguen ellos a la deuda, que se la llevaron en pala”.
Ya pasó por muchas, nunca se resignó a las migajas que le tocaban, por eso sabe que es importante estar organizado. Lo hizo desde muy joven, cuando empezó con sus compañeros a pelear por tener botas para trabajar. Le tocó pelear contra la dictadura, que lo obligó a exiliarse. Volvió cuando se pudo para pelearla contra el neoliberalismo, y con más de 70 años participó de las jornadas de diciembre del 2017, en donde se votaba la reforma previsional. Allí fue reprimido junto con el resto de los jubilados, trabajadores, jóvenes y mujeres que le demostraron que pasar el ajuste no iba a ser gratis.
Y nos dice que va a seguir peleando porque "después de una semana, Fernández ya mostró la hilacha. El FMI quiere cobrar y presentó un proyecto a la medida de ellos, por ahora quiere aprovechar las esperanzas que los que los votaron tienen en él, pero las consecuencias son impredecibles y la paciencia en algún momento se termina. Y solo así, si lo enfrentamos en la calle y nos organizamos, vamos a poder frenar los planes del fondo”.