Viernes 15 de julio de 2016
Cachito estaba siempre. En las luchas, en las audiencias del Congreso, en los cortes, en los juzgados. A la hora que sea. 6AM Panamericana con -1ºC para apoyar a los despedidos de Lear, o de Kraft, o de Gestamp, qué más da. 11 a. m. en Comodoro Py para acompañarnos en la denuncia al Proyecto X, o en San Isidro (foto) para denunciar a la Gendarmería que nos reprimió y detuvo. 2PM en el Congreso para volver a presentar el proyecto de ley por el desprocesamiento de los luchadores obreros y populares. 7 p. m. reunión del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia para preparar marcha contra la represión y la impunidad.
Todo esto sin contar las horas que le dedicaba junto a sus compañeros de "La Asociación" (de ex detenidos desaparecidos) para encarcelar a los genocidas.
Cachito nunca dejó de militar desde que empezó en Montoneros cuando era estudiante secundario. Le secuestraron y asesinaron a un hermano. Y después la suerte le tocó a él y termina en la ESMA. Las torturas y el suplicio de saber que se encontraba en un patíbulo en el que sus compañeros y amigos partían para no volver más no pudieron con su tesón y voluntad. Salió y siguió.
Tuvo que enfrentar el "por algo será" (que fueron liberados) hasta por los familiares de los compañeros que no volvieron. Junto a sus compañeros de la AEDD le encontraron el objetivo de los genocidas: liberarlos para que expandan el terror y la desconfianza entre la militancia y profundicen el amedrentamiento del pueblo trabajador. Cuánto se equivocaron Massera, Chamorro, el Tigre Acosta, Cavallo, Astiz y sus miserables seguidores.
Cae la dictadura y fue a denunciar a sus secuestradores... ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. El ’gran demócrata’ Alfonsín mandaba a las víctimas y sus familiares a testificar ante los mismos verdugos. Cachito siempre me contaba que a él lo recibió para recibir su denuncia un oficial de la Armada con una carpeta titulada con su nombre y unas siglas que significaban que era un subversivo. Se calló.
Impunidad. Cachito y sus compañeros como Adriana Calvo, Carlos Sueco Lordkipanidse, Osvaldo Barros, Andrea Bello y tantos otros, no bajaron los brazos cuando vieron que la "democracia" tejía un manto de impunidad para salvar a las Fuerzas Armadas: juicios en el Consejo Supremo de las FFAA, Instrucciones a los Fiscales, Punto Final, Obediencia Debida, Indultos.... A todo le enfrentaron con la frente en alto, utilizando hasta el último resquicio como los "juicios de la verdad" en la época de Menem donde un torturador podía ir a testimoniar sus crímenes y se iba con un saludo cordial.
Yo lo conocí a Cachito en 1996, cuando se preparaba la marcha por el 20º aniversario del golpe. Las reuniones eran en el local de la CTA de la Avenida Independencia. Cachito entonces militaba en la CTA y era parte de la directiva. Nos peleamos mucho pero mucho con ese enano barbudo, hasta llegar casi a las manos. Teníamos muchísimas diferencias, pero a partir de ahí nos empezamos a respetar. Y mucho.
Diez años después junto a la entrañable Adriana Calvo, Myriam Bregman, Nilda Eloy, Guadalupe Godoy, nos pusimos al hombro la campaña por la aparición con vida de Jorge Julio López en el marco del Encuentro y la Multisectorial de La Plata. La AEDD junto al CeProDH y Justicia Ya! se cargaron el histórico juicio a Etchecolatz que terminó llevándose nuevamente a Julio López con la complicidad y el encubrimiento de Scioli, Aníbal Fernández y el kirchnerismo. Entonces yo conducía el programa radial "Pateando el Tablero", donde Cachito y Adriana participaban en forma permanente.
Adriana Calvo, que sin dudas era el centro neurálgico de los compañeros de la AEDD, se nos fue. Cachito entonces empieza a tomar más responsabilidades y a tratar de organizar al EMVJ.
Reuniones interminables, lucha de grupos que parecían que ponían todo en riesgo, discusiones muchas veces estériles, y Cachito tratando de seguir el legado de Adriana y componer.
En los últimos meses estábamos bastante distanciados por cuestiones de la política. La última vez que estuvimos juntos fue hace unas semanas en la gélida Ushuaia, yendo a apoyar la dura lucha de los docentes y estatales.
Habíamos quedado en ir juntos nuevamente donde fue su cautiverio, al Casino de Oficiales de la ex Esma con mi hijo. No va a poder ser.
Cachito se nos fue sin siquiera llegar a cumplir los 60. Se fue parte de lo que se generó después del Cordobazo y que el golpe contrarrevolucionario de 1976 vino a liquidar. Se fue uno de los pocos que no transó y no se hizo alfonsinista, ni menemista, ni de la Alianza ni kirchnerista. Se fue alguien que no traicionó sus ideales libertarios contra los opresores y explotadores. Se nos va un militante de la causa obrera y popular. Militó para ello hasta su último respiro.
Nos vemos, querido Cachito.