El investigador y archivista español Javier Escudero está por publicar un ensayo titulado Las otras vidas de Don Quijote, donde detalla hechos y circunstancias que demostrarían que Miguel de Cervantes se inspiró en historias reales para su célebre novela. La particular relación del escritor con su vecino, el hidalgo Alonso Manuel de Ludeña.
Lunes 21 de marzo de 2022 10:45
Ilustración de Johann Baptist Zwecker
Un reciente artículo de la cronista Carme Mayans publicado en el sitio National Geographic se afirma que “algunos de los acontecimientos que narra y algunos de los personajes que aparecen” en Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra “al parecer fueron reales”. La obra (dividida en dos partes) fue publicada por el escritor entre 1605 y 1615.
El descubrimiento lo habría realizado el investigador y archivista Javier Escudero, quien está a punto de publicar un ensayo titulado Las otras vidas de Don Quijote. Escudero asegura que Cervantes tuvo “largas conversaciones con un vecino suyo de Esquivas, en Toledo, un hidalgo llamado Alonso Manuel de Ludeña, que al parecer le contó algunas anécdotas y le habló de ciertas personas que Cervantes acabaría incluyendo en sus obras (no solo en El Quijote)”.
En palabras del propio investigador, “no todo es como se nos había contado. Cervantes es un escritor organizado e informado, y la novela es verosímil y creíble. Su forma de escribir es como la de otros escritores, conoce a una serie de personas, le parecen interesantes y las incluye en sus novelas”.
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En su estudio (por dos décadas), Escudero indagó en archivos parroquiales, diocesanos e históricos de diversas localidades. Se trata de infinidad de documentos de fines del Siglo XVI, en su mayoría sobre procesos judiciales. Allí el archivero descubrió “multitud de personajes, hechos y lugares que se reflejan tanto en las páginas del Quijote como en otras obras de Cervantes como La fregona, La gitanilla, Rinconete y Cortadillo o El retablo de las maravillas, dice la crónica de National Geographic.
Escudero comprobó que en muchos de esos documentos aparecen escenas y situaciones reflejadas por Cervantes en El Quijote. Por ejemplo, cuando un hidalgo atacó un molino de viento, o cuando otro hidalgo compró un rocín que se le cayó, u ortos hidalgos que vestían como si fueran caballeros medievales.
El artículo aclara que Escudero no pretende “poner en duda la creatividad de Cervantes (aunque sí le ha permitido comprobar que el autor ni improvisaba ni era contradictorio, sino que por el contrario era concienzudo y coherente)”. Y agrega que Cervantes “no plasma sus personajes de un modo literal ni cuenta sus biografías, sino que los usa para hilvanar su novela: toma nombres y hechos reales para crear una historia ficticia, pero eso no quita valor a su obra”.
Sobre la “fuente” de Cervantes, el hidalgo Alonso Manuel de Ludeña, Escudero dice que había nacido en Quintanar, que vivió en Esquivias entre 1594 y 1607 y que fue vecino del escritor toledano. Que allí vivía en “una casa con cueva” y que conoció don Miguel “porque arrendó tierras a un tal Lope de Vivar Salazar (cuyo hijo fue heredero de Cervantes) y vendió otras propiedades a Gabriel Quijada de Salazar, que era hijo de Alonso Quijada, casero de Cervantes y de quien se cree que tomó el nombre del protagonista de su obra: Alonso Quijano”.
Otro aspecto de interés es que “los lugares que Cervantes recrea son reales, aunque él probablemente nunca los viera. Por ejemplo, cuando habla de Quintanar, El Toboso o Campo de Criptana, tierra de molinos de viento, estos parajes, según el investigador, posiblemente le fueron descritos por Ludeña”.
En ese sentido, Escudero asegura que “el realismo en situaciones, personajes y aventuras del Quijote empieza desde la primera página; no en la segunda parte, como se nos ha dicho. Sabemos que, escribiera donde escribiera El Quijote, Cervantes lo gestó tranquilamente, en largas conversaciones con Esquivias”.