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Red Internacional
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Crónica. Nuestras vidas valen más que sus ganancias: crónica de la explosión en la Enaex de El Loa

El viernes fue un día de incertidumbre y preocupación para algunas y algunos en la comuna de Calama. Pocos minutos antes de las 17:00 horas, en toda la ciudad y alrededores se escuchó un gran estruendo, más de alguno pensó sobretodo de los sectores más lejanos del epicentro de la explosión, que podría haber sido una tronadura más en las faenas que rodean la comuna, pero lamentablemente y como se difundió rápidamente por diversas redes sociales, el estruendo fue la explosión ocurrida en la planta de El Loa de la fábrica de explosivos Enaex.

Domingo 18 de abril de 2021

Apenas supimos con un compañero de lo que estaba sucediendo, partimos del extremo norte de la ciudad hacia el extremo sur, más específicamente a la ruta 25 de Calama donde se encuentra la salida hacia la ciudad de Antofagasta. Mientras buscábamos como acercarnos al sector de los hechos, ya que, se encontraba cercado el lugar declarado como zona roja a 2 kilómetros de la empresa de explosivos, el conductor que nos llevaba y en varias redes, se hablaba de que habrían muerto cuatro trabajadores y más de 20 personas heridas por la explosión que habría estallado en una planta de ácido dentro de las inmediaciones de la fábrica.

Buscando las formas de acercarnos al lugar, logramos como se dice “conejear” en medio del oasis debido a que el control policial y militar no dejaba llegar al lugar y saber realmente lo que estaba sucediendo y sobre todo preocupados de que si realmente había trabajadores, que por la desidia empresarial, fueron víctimas de la explosión.

Gracias al camino que tomamos, logramos ver llegando a la planta lo que no querían mostrar a los medios, y era ver el desastre que se produjo en la fábrica. Nos topamos de frente con los muros caídos del lado norponiente de Enaex, esto mostraba al descubierto estructuras internas de la planta hechas un desastre, en el piso y escombros que expresan la gran magnitud de la explosión. Mientras buscábamos registrar esas crudas imágenes, integrantes del GOPE de Carabineros dieron aviso de nuestra presencia y llegaron a expulsarnos del lugar, es así que tuvimos que dar cuenta que éramos parte de medios de comunicación y que necesitábamos tener información de lo que sucedió, por lo que nos sacaron hacia el frontis de la fábrica.

Llegando al frontis nos topamos con el resto de la prensa, y con las primeras declaraciones del fiscal de la zona Cristian Aliaga, la cual fue muy escueta y general e informaba que hasta ese momento no habría muertos y sólo un herido.

Ante las vagas palabras del Fiscal de Calama, nos acercamos para ver si encontrábamos trabajadores, el primero nos comentó que no podía hablar, ya que la empresa les prohibió decir cualquier cosa. Así que nos acercamos a un grupo más grande, lugar donde habían evacuado a las y los trabajadores, preguntamos por algún dirigente sindical para poder tener una información más clara de lo sucedido y las únicas respuestas que tuvimos fueron “parece que están adentro haciéndose los lindos”, “no han aparecido por acá” o directamente “no sé nadie los ha visto”.

En medio del shock generalizado, las y los trabajadores se encontraban molestos, ya que, se iban a cumplir tres horas desde que los habían sacado de la planta, no tenían sus pertenencias, no los dejaban entrar a buscar sus cosas a pesar de que era una gran distancia entre el punto de la explosión y sus casas de cambio. Además, ni la empresa ni los inexistentes dirigentes del sindicato se preocuparon del frío que comenzaba a afectarlos, ni si tenían hambre o sed, esto fue lo que gatilló unos segundos de malestar en que se acercaron las y los trabajadores a la entrada de la fábrica para poder exigir sus cosas e irse a sus hogares, claramente a la patronal y sus perros guardianes como eran los guardias que estaban en ese momento, y qué decir de las dirigencias sindicales que no estaban, no les importó el estado psicológico como tampoco la preocupación que podía existir en las familias de las y los trabajadores, ya que la mayoría no tenía sus teléfonos celulares, los que estaban dentro de los camarines.

Viendo el ánimo, fue bastante molesto ver el desprecio de la empresa y la invisibilidad de los dirigentes de la fábrica, aprovechamos de hablar por fuera de la cámara con varios trabajadores, que nos daban a conocer que una empresa filial de Enaex durante el 2020 fue protagonista de una explosión en una de sus bodegas. Compartimos experiencias de lucha, recordando con amargura y dolor lo sucedido durante el año 2016 en la fábrica de explosivos Orica, año en el que dos compañeros trabajadores murieron por una explosión, pero también compartimos la decisión de las y los trabajadores de esa fábrica de explosivos para organizarse, encarar a la transnacional que quería culpar a los trabajadores, la comisión investigadora independiente de la empresa aquel año que permitió dilucidar que la responsabilidad fue de la empresa, y las acciones de lucha que permitieron que las y los trabajadores pudiesen ser parte de la fiscalización y vigilancia de las condiciones de trabajo en Orica.

Con gratitud, mostraban el acuerdo y reivindicación que tenían de la experiencia que les comentamos, que había cosas similares como la primera posición que hay en la empresa que culpa a las y los trabajadores de lo sucedido, por tanto, lo que se hizo en Orica debería repetirse en la planta Enaex de El Loa.

Este suceso para nosotros expresa el desprecio que tienen los empresarios con nuestras vidas, nuestras familias, y cómo en un momento de pandemia ponen las ganancias sobre nuestra salud, imponiendo que la producción de sectores que no son esenciales para combatir la crisis sanitaria esté corriendo. También nos hizo reafirmar la importancia de recuperar los sindicatos, que verdaderamente sean herramientas de lucha y organización, que respondan a nuestros intereses y no de un grupo que le sea servil a la patronal, y por último la importancia de que las y los trabajadores sean protagonistas de las decisiones de prevención y seguridad en los lugares de trabajo, con comisiones de higiene y seguridad bajo su control para poner nuestras vidas primero antes que la avaricia de un grupo empresarial, recordándonos otra vez que nuestras vidas valen más que sus ganancias.