Bachelet, el Gobierno y los partidos vuelven a caer en las encuestas, aún con cambio de Ministros el 6 de Mayo y Cuenta Presidencial el 21. Al rechazo a la corrupción, se suman las movilizaciones que activan las exigencias en materias educacionales y laborales, y el amplio repudio a la represión.
Martes 2 de junio de 2015
Los números
La aprobación a la gestión de Bachelet cae a un nuevo piso de 29%, mientras que la desaprobación se eleva al 66%.
El cambio de Ministros, tuvo un efecto marginal, pasando la aprobación promedio del Gabinete de 48% a 49%. Aunque a nivel individual, hubo alzas: Jorge Burgos alcanza un 54%, mientras que Rodrigo Peñailillo obtenía 42%, y el vocero Marcelo Díaz obtiene 52%, contra el 47% de Alvaro Elizalde.
La identificación con el gobierno bajó dos puntos, de 35% a 33%, a la vez que la identificación con la derecha sube tres puntos, de 25% a 28%, la menor brecha desde el inicio del Gobierno.
De todos modos, la baja aprobación de las coaliciones, un 21% para la Nueva Mayoría y un 18% para la derecha, no muestra un traspaso a la oposición, que, igual de involucrada en los escándalos de los casos Penta-SQM-Caval y otros, no puede capitalizar el rechazo.
El Senado y la Cámara de Diputado mantienen altos rechazos con una desaprobación superior al 75%, y una aprobación del solo 18% para el Senado y 17% para Diputados.
La pregunta por las reformas, nada indica. El acuerdo con la reforma educacional es del 45, y el desacuerdo del 48%, con la reforma laboral, del 42% y 44% respectivamente. Pero los motivos son diversos.
Las explicaciones
En su informe, el director de Adimark Roberto Méndez remarca que “el enrarecido clima de sospechas y acusaciones relativas a financiamiento de la actividad política finalmente pasó la cuenta”.
Es un factor activo y decisivo. Hay que agregar la activación del descontento con las movilizaciones estudiantiles: marchas, paros y tomas, las de los trabajadores con sus huelgas y paros.
En estas movilizaciones, el desacuerdo con las reformas es de un valor distintos, y opuesto, al de los empresarios y la derecha. La aparente mayoría uniforme en desacuerdo, contiene un antagonismo larvado, que la nueva fase de movilizaciones puede descubrir. Por eso la política sigue al mando.