Este lunes hubo huelgas y movilizaciones contra las nuevas medidas de Syriza que recortan derechos sindicales, tal como exigen los acreedores financieros.
Martes 16 de enero de 2018 20:10
La huelga de 24 horas paralizó el transporte, mientras que los aeropuertos tampoco funcionarios, ya que se sumaron los controladores aéreos. Las centrales sindicales han anunciado que se viene una nueva ola de protestas y huelgas contra las medidas del gobierno de Syriza que recortan el derecho a huelga.
El lunes por la noche, el parlamento griego aprobó un paquete de más de 100 medidas a pedido de la Troika, que profundiza el ataque a los derechos sociales y de los trabajadores. Las concentraciones de los sindicatos y la izquierda frente a la plaza Syntagma terminaron con cargas policiales contra los manifestantes.
A partir de ahora, los trabajadores que quieran votar la huelga a nivel local necesitarán reunir en asamblea al 50% de los afiliados en ese sector (hasta ahora la ley establecía un porcentaje del 20%). Esta fue una exigencia de las patronales, para limitar enormemente la conflictividad laboral. Las empresas habían pedido flexibilizar los despidos, legalizar el cierre patronal y dificultar la convocatoria a huelgas. “Solo cedimos en lo último", dijo Tsipras para justificarse.
“Estos son derechos ganados con el sudor y la sangre hace más de tres décadas”, dijo Odysseus Trivalas en declaraciones al The Guardian, el presidente de la central sindical del sector público. “Los bancos, los industriales y los inversos extranjeros nos quieren privar de esos derechos. Pero no se los haremos fácil. Tomaremos las calles.”
Desde que comenzó la crisis capitalista que se descargó sobre la espalda de los trabajadores, jóvenes y pensionistas, los sindicatos llamaron a más de 50 huelgas generales. Cuando el gobierno de Syriza llegó al poder, hace 3 años, millones de trabajadores depositaron expectativas en que esta formación neorreformista -que gran parte de la izquierda mundial ponía como ejemplo- llevaría adelante medidas sociales que revirtieran el altísimo desempleo, la precariedad, las privatizaciones, los recortes y la caída del nivel de vida de la mayoría de la población. Pero tan solo seis meses después, el gobierno de Syriza capitulaba sin condiciones ante la Troika, transformándose en aplicador directo de esos planes neoliberales.
Otra de las medidas del paquete de “reformas” aprobadas este lunes es la habilitación de un sistema electrónico para las ejecuciones hipotecarias, que sustituirá las subastas presenciales, boicoteadas regularmente por plataformas de lucha antidesahucios. Esta era otra demanda clave de los bancos y los organismos financieros para dar por “culminada” la etapa de reformas. Además, como parte de los planes incluidos en el “tercer rescate” de la Troika, en diciembre pasado el gobierno de Tsipras profundizó los ajustes presupuestarios, recortó pensiones y privatizó las centrales eléctricas de carbón.
El gobierno de Syriza promete que con estos ajustes lograrán la aprobación de la “tercera fase” del rescate, para poder pasar a la cuarta y última. Recién entonces su gobierno comenzaría una “nueva etapa”.
"Hemos dejado atrás las dificultades. Ahora empieza el esfuerzo para sanar las heridas de la crisis y hacer que el país retome el camino correcto, logrando un incremento de la riqueza productiva y una mejora del nivel salarial", dijo Tsipras en su intervención parlamentaria.
Ya casi nadie cree en estas promesas. La realidad es que Syriza ha aplicado medidas antiobreras y antipopulares con mayor “eficacia” que los gobiernos conservadores anteriores. En 2019 habrá nuevas elecciones. Por ahora, las encuestas de intención de voto colocan al partido conservador Nueva Democracia por delante de Syriza. No es de extrañar.