Los dichos del diputado de Revolución Democrática Pablo Vidal no deben ser tomados a la ligera. La definición del referente frenteamplista es la consecuencia lógica de la política que definió el Frente Amplio: ubicarse como una corriente cercana a la realpolitik.
Miércoles 6 de febrero de 2019
Hace unos días explicabamos aqui cómo fue que le Frente Amplio terminó haciendo alianzas con quienes hoy en Venezuela defienden a la derecha golpista organizada desde Washington.
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Hasta ahora no cabía duda que la derecha y la DC renovarían sus credenciales golpistas apoyando el nombramiento de Guaidó como defensor de los intereses estratégicos de Trump en la región. En este esquema tampoco extraño el pronunciamiento del PPD y sectores socialistas que también han reconocido la autoridad de Guaidó como presidente encargado de Venezuela.
Pero una situación diferente ha sido la toma de posición de referentes del Frente Amplio a favor del golpe que se está fraguando en Venezuela. Primero fue la excandidata presidencial Beatriz Sanchez planteando que hoy Maduro es un problema para la democracia en el país y luego el diputado Pablo Vidal reconociendo que piensa que Maduro es un dictador y por lo tanto debe salir.
Aunque en la entrevista que entregó a LaTercera, Vidal se esfuerza en explicar que esta en contra de una intervención militar en el país y que para la izquierda el no haber reconocido el cambio en la situación venezolana después de la muerte de Chavez fue un error, no entrega ningún tipo de explicación de cómo seria un gobierno de la oposición golpista en Venezuela.
Los dichos del diputado no solo despertaron la crítica del Partido Comunista, quienes calificaron de que el diputado estaría fomentando un golpe de estado en Venezuela, sino también dentro de su propio conglomerado.
Un sector denominado "comunes" dentro del RD emitió una declaración rechazando los dichos del diputado no por su contenido, sino por la forma, ya que la posición del diputado seria una definición personal y no partidaria, por lo que hacen un llamado a discutir esto en la interna sin tomar una posición.
Otro punto que llama la atención de la entrevista es que según Vidal "La izquierda ha guardado un silencio doloroso porque nos duele lo que está pasando, porque quizás nos cuesta verlo. Quizás nos hemos demorado demasiado en decir públicamente algo que hace años venimos discutiendo en privado, y es el profundo daño que un régimen como el de Nicolás Maduro le ha hecho a la izquierda latinoamericana." Esto último no es del todo cierto.
Si bien no se puede negar que un sector de la izquierda se mantuvo fiel a la idea del socialismo con empresarios impulsada por Chavez, hay quienes nos mantuvimos diferenciados de este "socialismo del siglo XXI" criticando que el camino que estaba sembrando el chavismo no podría solucionar integralmente los problemas de la clase trabajadora y el pueblo venezolano.
Se puede rechazar la injerencia imperialista en Venezuela y criticar a Maduro.
A pesar de que la polarización política dificulta a los revolucionarios mantener posiciones independientes en situaciones como la de Venezuela, como revolucionarios interancionalistas somos los primeros en rechazar cualquier intento de injerencia imperialista, venga de donde venga. Lo hicimos el 2009 con el golpe en Honduras, rechazamos la injerencia imperialista en las guerras de Siria, Libia y el Magreb. Hoy Venezuela no nos encuentra en una posición diferente.
Pero este rechazo a la injerencia imperialista, no nos pone tras las baneras de Maduro. A diferencia de la izquierda referenciada en Chávez, que en Chile tiene al Partido Comunista a la cabeza, sabemos que no será de la mano del régimen chavista y del gobierno de Maduro que se podrá enfrentar esta ofensiva imperialista. Maduro no sólo es responsable de la catástrofe económica y social que atraviesa Venezuela. Sino que el chavismo es responsable de la desmoralización y decepción de amplios sectores populares, haciendo pasar por “socialismo” un régimen que pacta con las multinacionales (a través de empresas mixtas en petróleo y minería); que favorece a los grandes empresarios nacionales y de la llamada “boliburguesía” militar y civil; con gobiernos que pagan puntualmente la deuda externa; que toman medidas contra los trabajadores como la eliminación de la vigencia de los convenios colectivos de trabajo. Un régimen de poder personal, basado en la cooptación y estatización de las organizaciones obreras y populares, y que descansa en las Fuerzas Armadas como pilar de su poder, no tiene nada que ver con el socialismo.
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