El Secretario General de Podemos anunció que renuncia a la “vicepresidencia” (¡!) si Sánchez abandona el acuerdo con Ciudadanos (que ratificó ayer). De tantas vueltas la tuerca ya está falseada.
Jueves 31 de marzo de 2016
Hace ya tiempo que en el discurso de Iglesias y los suyos no se habla del PSOE como casta. Ya no se trata de superar a los dos partidos que condujeron el capitalismo español a la peor crisis en décadas. Las negociaciones de investidura son para echar a Rajoy. Que lo diga Sánchez es archisabido. Su partido ha alternado el poder con el PP sin problemas. Al fin y al cabo se han dedicado a lo mismo. Que lo diga Pablo Iglesias es una muestra de otra vuelta de tuerca.
La tuerca de la formación morada en los últimos meses ha dado tantas vueltas que parece ya está falseada. Pasó de su intento de “interpretar” el 15M en clave reformista a buscar un lugar bajo el paraguas del “78” que solo cubre a los cargos políticos y empresarios, dejando al margen a la inmensa mayoría de la población.
Errejón hablaba de manera ambigua sobre un hipotético acuerdo entre Ciudadanos, PSOE y Podemos. Hoy Iglesias renuncia a una vicepresidencia, que aún no tuvo, y a la participación en un gobierno, que aún no existe, siempre que Sánchez rompa con Ciudadanos. Es claro que todo es posible. Sin embargo, Sánchez renovó en esta misma semana el acuerdo con Rivera. Lo cual tiraría por tierra un acuerdo así.
Es sorprendente, que Podemos haya rebajado tan rápidamente su propuesta inicial, faltando aún más de un mes para acabar las negociaciones. Seguramente, el destino no le brindó una sonrisa al Secretario General. Buscar un acuerdo con el PSOE ya era una rebaja importante. Rebaja sobre la cual se fue preparando, limando las asperezas del programa, quitándole la cal viva. Sin embargo, buscar un acuerdo que implique al menos la abstención de Ciudadanos, implica pasar cualquier límite y auto incinerarse.
No es posible saber a ciencia cierta, si esto es un inicio de negociación que facilite la investidura de un nuevo gobierno, o si solamente son fuegos artificiales que preparan unas nuevas elecciones generales. O ambas cosas a la vez. Lo que queda claro es que este mes restante de negociaciones nos depararán muchas novedades.
Si bien no es novedoso, el PSOE se agarrará a su pareja de baile, que no es más que la marca blanca del PP. Lo cual nos muestra que el PSOE ni es obrero, ni es socialista. Esto ya era así hace mucho tiempo. Pero es que ya ha perdido toda gesticulación de izquierda. Ahora tan solo es una sórdida mueca, cada vez más alejada de la clase obrera y más asentada en los despachos empresariales.
En el caso de Podemos, hay una evolución similar a la del PSOE aunque a una velocidad cercana a la de la luz. Si bien Podemos nunca fue un partido de la clase trabajadora, sí atrajo a amplios sectores de la juventud que buscaban superar la situación de sus padres. Sin embargo, la rebaja programática que ha hecho desde las elecciones europeas y las negociaciones con el partido de la “casta”, el PSOE, ha demostrado que rápidamente busca un lugarcito bajo el paraguas del Régimen del 78. Ya estamos viendo los límites de sus coaliciones en el poder en algunas ciudades importantes como Madrid, Barcelona o Zaragoza.
No basta con el cambio, no basta con echar a Rajoy, al PP o a sus políticas, no basta con un gobierno de progreso, ni ninguna de las “pomposas” palabras que utilizan estos dirigentes “progresistas”.
Para resolver las graves carencias sociales que padecen los trabajadores y el pueblo empobrecido es necesaria una herramienta política y militante de los trabajadores. Hay que sacar la política de los despachos, hay que lleva la política a los lugares de trabajo, de estudio, a las barriadas populares. Hay que revolucionar a la clase trabajadora y sus organizaciones para construir una nueva herramienta política y de base de la clase trabajadora. La iniciativa NHTQP (No Hay Tiempo Que Perder), que tendrá su primer encuentro estatal en Madrid el próximo 2 de Abril, apunta en este sentido.
Solo con una Asamblea Constituyente verdaderamente libre y soberana, que pueda discutir y resolver sobre todo, se podrán romper los candados impuestos en la transición a la salida del Franquismo. Sin embargo ésta no puede ser convocada por las instituciones del mismo Régimen del 78, salvo como una maniobra de reforma cosmética. Solo la movilización en las calles puede imponer esta perspectiva.