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Red Internacional
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Teatro. Nuevas aventuras de Juan Moreira

El estreno de “Polvareda en los ojo”, así sin s, en el Teatro Nacional Cervantes, permite revisitar el mito de Juan Moreira y recuperar aquellos personajes que provienen de la gauchesca y se resignifican en la contemporaneidad.

Osvaldo Quiroga

Osvaldo Quiroga @osvaldo_quiroga

Viernes 13 de septiembre 16:13

La última secuencia de “Juan Moreira”, la película de Leonardo Fabio, es impresionante. El sargento Chirino le clava la punta de la bayoneta, una y otra vez, en la espalda a Moreira. Lo hace en el preciso momento en el que el gaucho se trepa a la tapia con su daga entre los dientes y herido de muerte resiste hasta que la sangre fluye de su pulmón izquierdo como un torrente imparable, y recién entonces el cuerpo cae derrotado, exhausto, aunque los ojos siguen abiertos, acaso como el último desafío de Moreira.

Josefina Ludmer, en su ensayo “El cuerpo del delito”, sostiene que Moreira construye subjetividades, funda géneros literarios y sexuales, articula temporalidades, míticas, progresivas y cíclicas. Desde el folletín de Eduardo Guitiérrez hasta hoy, aquel gaucho valiente ingresó a la modernidad a través de la imprenta, recordemos que su historia se publicó en un diario de escasa tirada y que pronto se convirtió en un éxito sin precedentes. Tanto es así que el 10 de abril de 1886, su vida, llevada a la arena del circo por los hermanos Podestá, funda el teatro argentino.

Ana Lucía Rodríguez, la directora de “Polvareda en los ojo”, retoma aquella tradición y monta en el Cervantes un espectáculo potente, cargado de imaginación, de humor y de hondura. Polvareda, una mujer india trans, y su hija, Nácar de Almíbar han sido expulsadas de su tribu y andan por el desierto con rumbo incierto. Arrastran en un destartalado carromato a Heliodoro, un español caído en desgracia que tendrá una suerte parecida a la del ñandú desnucado que forma parte del dispositivo escenográfico. Dos gauchos perdidos, Acosta y Castro, reciben a Juan Moreira con todos los honores, y mucho más, dada la envergadura del personaje y su leyenda. En realidad, hay muchos Moreiras por descubrir. Porque el mismo que fue injustamente perseguido por la justicia, estafado por Sardetti, el dueño de la pulpería, y que llegó a ser guardaespaldas de Adolfo Alsina, mató a culpables e inocentes, de uno u otro bando, contra la ley o a favor de la ley.

Moreira cultivó el coraje por encima de cualquier otra cosa. Pero cuando se encuentra con su amigo Julián, después de un tiempo sin verlo, cuenta Guitérrez, “se besaron en la boca, como dos amantes”.

El Moreira de Damián Smajo, el autor de “Como pata de chancho”, que además interpreta el personaje del cristiano torturado, rompe con las estructuras rígidas y patriarcales de la literatura gauchesca. La sexualidad fluye y Moreira será amante, padre y abuelo. No hay límites en el desierto. De ahí que todo lo que sucede en el espacio habla también de la fundación de la patria. Los gauchos desertores del fortín, el español que supo masacrar indígenas y ahora soporta la misma violencia que engendró, y un enigma que se resuelve al final y que convierte a una vaca en una suerte de oráculo griego. Todo puede pasar en la inmensidad de la pampa.
Es admirable el estilo de actuación que consigue el grupo: suerte de sainete gauchesco con pasos de grotesco y abundante desmesura. El espectador sabe que el circo criollo está allí para mostrar la vigencia de una forma narrativa vinculada a la tradición más genuina del teatro local. Como sostuvo Leónidas Lamborghini, hay risa y tragedia en los poetas gauchescos. Y lo más impresionante: nos siguen contando sus historias, no como parte de un museo imaginario, sino como una memoria viva que activa e impulsa conductas en nuestro presente.
Escenografía, vestuario, sonido e iluminación son rubros muy fuertes en la puesta en escena de Ana Lucía Rodríguez. La directora consigue que estos lenguajes teatrales desarrollen su máxima potencia. Parecen ser parte de una misma orquesta donde nada desafina. El teatro, una vez más, impone su ritmo y su eficacia para quitar velos y hacer visible aquello que suele ocultarse en los pliegues del olvido.

(“Polvareda en los ojo”, de Damián Samjo. Dirección: Ana Lucía Rodríguez. Intérpretes: Melina Benitez, Fabián Bril, Martín Kahan, Hernán Melazzi, Fernando Ritucci y Damián Smajo. Vestuario: Natalia Alayon Bustamante. Escenografía: Rodrigo González Garillo. Sonido: Fernando Tur. Funciones de jueves a domingo hasta el 29 de septiembre en el Teatro Nacional Cervantes).


Osvaldo Quiroga

Periodista especializado en Cultura, creador de El Refugio y Otra Trama. Actualmente al frente de Cultura 2.4, que se emite por la plataforma Global Play.

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