En su asunción como sucesor de Héctor Aguer, Víctor “Tucho” Fernández fue saludado por Vidal, los intendentes de la región y demás exponentes del Estado. El aborto en el centro de su discurso, plagado de silencios.
Domingo 17 de junio de 2018 12:22
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Víctor Manuel “Tucho” Fernández asumió como arzobispo de la Arquidiócesis de La Plata. Esperado discurso antiabortista y una “llamada de conciencia” a los senadores que deben tratar la ley los próximos días. Tibio reclamo hacia los funcionarios para combatir la pobreza.
Víctor Manuel “Tucho” Fernández, amigo, confidente intelectual y fiel servidor de Jorge Bergoglio, asumió este sábado las riendas de la gravitante Iglesia platense, con el objetivo político de mostrarla moderna y sencilla.
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Afuera, niñas y niños de escuelas católicas, grupos parroquiales que apostados en la Plaza Moreno y una Catedral fuertemente custodiada y vallada. En el interior, feligreses a la espera y en pleno rezo o en confesión.
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A la hora prevista, y tras el ingreso de la jerarquía eclesiástica -fiel al estilo medieval-, hizo su arribo el nuevo prelado en compañía de los intendentes Julio Garro de La Plata y Jorge Nedela de Berisso (ambos ubicándose luego en primera fila), seguidos de otros intendentes de localidades aledañas, funcionarios de segunda línea, autoridades de la Universidad Católica Argentina (UCA) y representantes de la burocracia sindical como Carlos Quintana (UPCN La Plata).
Minutos más tarde hizo su ingreso la gobernadora María Eugenia Vidal, recibiendo pocos saludos y aplausos.
Luego de las formalidades litúrgicas y ceremoniales, y en medio de una Catedral colmada como casi nunca, el arzobispo hizo uso y abuso de sus palabras sin escatimar tiempo.
Con un fuerte tono político y en un contexto que, según él mismo definió, “no es el mejor”, Fernández arremetió como era de esperarse contra la media sanción de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Buscó desmentir cifras de mujeres pobres muertas por abortos clandestinos, concluyendo que “el aborto es para las ricas”, e instó al acompañamiento del embarazo no deseado o la entrega en adopción para evitar “la muerte de los pequeños”.
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“Como decimos en el interior, se agarró el chancho por la cola”, dijo Tucho. Y agregó que “parece que con el aborto se salva el planeta. Que no sea moda, hoy es el aborto, mañana la despenalización de las drogas ¿y después?”, expresó con soltura y descaro.
No se olvidó de los senadores nacionales, representantes del “interior profundo”, a quienes pidió “proporcionen algo mejor para salvar las dos vidas”. Un claro y directo mensaje que supieron derramar varios eclesiásticos en sus homilías a lo largo del país.
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Fernández les recordó tibiamente a la “querida gobernadora” y demás funcionarios presentes la responsabilidad asumida tras el voto ciudadano para mejorar la vida la de comunidad.
Tras un repaso de sus antecesores y su currículum pastoral -coronado con la rectoría de la UCA- y con un tono sumamente ególatra (fiel a la institución que representa), pregonó el programa de Francisco. “Quiero ver menos pobreza, menos gente viviendo indignamente, pero todo no lo puedo solucionar. Deben renovar su compromiso cristiano y me tendrán a su lado para que haya más trabajo, más educación, más cultura y mantener los derechos sociales que dignifiquen al ser humano”.
“Nada de lo humano me es indiferente”, sentenció al final de su homilía, desde las alturas del púlpito.
Como también era de esperarse, Fernández hizo un silencio total, encubridor, respecto a los miles y miles de niños y las niñas que sufren cotidianamente los más variados abusos y violaciones por parte de representantes de la Iglesia en todo el país.
Un ejemplo claro es el escándalo del Instituto Provolo de La Plata, donde durante años el cura Nicola Corradi abusó de niños y niñas pobres y con hipoacusia pero recién fue denunciado y preso en Mendoza, a donde había sido trasladado por al Arzobispado platense para evitar ser descubierto públicamente.
Otro ejemplo es el del cura Héctor Ricardo Giménez, denunciado internacionalmente por la platense Julieta Añazco y sobre quien existe el mayor de los encubrimientos por parte de la Curia de la capital bonaerense.
Obviamente de nada de eso habló Fernández en su larga homilía. Un silencio tan ensordecedor como misógino, ya que no hizo ninguna mención sobre las mujeres muertas por abortos clandestinos.
Nuevo obispo, mismos eternos silencios y encubrimientos.