En el parque eólico de Mayor Buratovich distintas empresas realizan tareas de construcción sin protocolos de seguridad, ponen en riesgo a los trabajadores y generaron un nuevo foco de transmisión del coronavirus.
Martes 19 de mayo de 2020
Foto: La Nueva
Un indignante caso de irresponsabilidad patronal y desprecio por la salud de los trabajadores y la sociedad se vive por estas horas en Bahía Blanca y alrededores. Empresas como Tell3 (del grupo Pérez Companc, uno de los “dueños del país”) y otras contratistas, aprovecharon la venia del Gobierno Nacional para reactivar la actividad de la construcción y trasladaron al parque Eólico de Mayor Buratovich (a unos 90 km de Bahía Blanca), a trabajadores provenientes de distintas provincias del país. Desde ya, los mismos no fueron testeados. Para el 9 de mayo, ya se había formalizado el primer caso de coronavirus positivo.
Al estar cerrados los hoteles del partido de Villarino debido a la cuarentena, los empleados fueron alojados en hoteles y departamentos particulares de Bahía Blanca, lo que generó una serie de contagios que hoy ya se contabilizan en 17, repartidos entre los partidos de Bahía Blanca y Villarino. Entre los contagiados hay al menos dos trabajadores de un hotel donde se alojaron operarios. Recién luego de conocerse estos hechos, el municipio cambió el protocolo para las personas que ingresan a la ciudad. Tarde.
Ante esto, los intendentes de ambos distritos (Gay, de Bahía Blanca y Bevilaqua de Villarino) reparten culpas y se tiran denuncias judiciales por la cabeza respecto al alojamiento de los trabajadores y las faltas de protocolo. Por un lado el subsecretario del distrito de Buratovich, Martín Ravenasi, se justifica diciendo que la actividad hotelera de su municipio estaba suspendida desde el 17 de marzo y que las empresas estaban avisadas. Hector Gay denuncia ante la justicia federal que hubo imprudencia en el manejo del personal que se alojaba en los distinto hoteles de Bahía Blanca.
Mientras tanto la empresa no aplicó ningún procedimiento especial para testear a los trabajadores llegados de distintos puntos del país, ni para aislar a quienes acusaban síntomas, ni para frenar la obra (según testimonios de trabajadores, ante la presentación de síntomas y el pedido de aislamiento las respuestas eran analgésicos y amenazas de despidos) .
Un caso similar tuvo lugar en otro parque eólico, "El Mataco", dentro del partido de Tornquist. Hubo negligencia de la empresa Milicic que tiene a cargo la construcción de la obra. Un delegado a cargo de su monitoreo expresó en el diario La Brújula 24 que habían llegado tres obreros de Buenos Aires y Rosario y la empresa no quería que hicieran la cuarentena, quería hacerles el hisopado y que vayan directamente a trabajar. En consecuencia los trabajadores activaron ellos mismos los protocolos de seguridad.
Luego de haber sido controlado el foco de infección sucedido en el HAM (Hospital de la Asociación Médica), Hector Gay quiso mostrar que Bahía Blanca estaba preparada para una flexibilización de la cuarentena. Su gran problema fue no haber garantizado a tiempo los protocolos necesarios en los accesos de la ciudad ni tampoco en las residencias donde se alojan los trabajadores esenciales. Por el momento, los testeos masivos como principal agente preventivo para aquellos casos asintomáticos siguen sin realizarse, con el peligro de que se genere otro nuevo foco de infección y que afecte a ambas ciudades.
En el medio de esta desidia estatal y empresarial se encuentra la salud de los trabajadores del parque eólico así como también la de todos aquellos trabajadores que viven tanto en Buratovich como en Bahía Blanca. ¿Quién garantiza los controles necesarios para el ingreso y el egreso de los trabajadores esenciales? ¿Quién garantiza que los trabajadores puedan tener un lugar para dormir y condiciones salubres de trabajo en medio de una pandemia, cuando es el mismo Estado quien subsidia las ganancias empresariales sin siquiera exigirles protocolos de bioseguridad?
Resulta que luego de semanas de presión por parte de las grandes empresas industriales y de servicios para levantar el aislamiento y volver a la actividad, presión que incluyó despidos y suspensiones con rebajas salariales, el gobierno finalmente cedió y comenzó a habilitar la vuelta al trabajo de ramas como la construcción e importantes sectores del comercio y de la industria. Esta "vuelta al trabajo" se da sin los protocolos mínimos para para evitar que las fábricas, obras y unidades productivas sean focos de contagio,exponiendo así no solo a miles de trabajadores sino también a las comunidades que habitan.
Hacia los trabajadores se expresa el mismo desprecio que por la salud de quienes viven en los barrios populares, como en el caso de las villas de la Capital donde se registran más de 1200 contagios y donde este último fin de semana murió por coronavirus Ramona, quien denunció la falta de agua en la Villa 31. Mientras tanto, el Estado le aporta a los empresarios la mitad de los salarios y se les permite suspender a trabajadores con rebajas salariales dándoles vía libre para que hagan lo que quieran con la vida de las mayorías.
Tanto el Frente de Todos como Juntos por el Cambio se niegan a tocar las fortunas de estos millonarios, como Paolo Rocca o el grupo Pérez Companc, que ponen en peligro a las mayorías populares y rechazan incluso el tratamiento del proyecto que impulsó el Frente de Izquierda que afecta tan solo 3% del patrimonio de las 15 mil personas más ricas del país y que serviría, por ejemplo para un salario de cuarentena de $30.000 para 7 millones de trabajadores precarios.
Además, porque ya se demuestra que no podemos confiar nuestras vidas en manos de los empresarios, es necesario exigir testeos masivos y la implementación de comités de seguridad e higiene con delegados elegidos por todos los trabajadores sin ningún tipo de distinción en todos los sectores de producción esenciales con la capacidad de parar cualquier actividad si las medidas de bioseguridad no están garantizadas. Por otro lado, es necesario que se garantice el alojamiento seguro y adecuado de los trabajadores esenciales y que esté a cargo de las empresas. Nuestras vidas valen más que sus ganancias.