En medio de una convulsa semana en la que se han anunciado cambios en la organización de la distribución y uso de las vacunas contra el COVID-19, en los centros de salud de la CAM se ralentiza drásticamente el proceso de inmunización y deja a sus trabajadores vulnerables.
Viernes 16 de abril de 2021
Durante estos días, se ha desatado una gran frustración, nuevamente, entre el personal sanitario. Se recibía hace dos días la orden de paralizar de manera total la vacunación que se estaba llevando a cabo en los centros de salud, para colaborar por otro lado con los servicios externos que se estaban encargando hasta ahora de manera exclusiva a la vacunación de personas inmovilizadas y gran-dependientes en sus domicilios.
Si atendemos a los objetivos del Gobierno, los números no cuadran. Con el actual ritmo no se llega ni por asomo al objetivo marcado por el Gobierno de tener al 70% de la población vacunada para finales de agosto. Ahora, con esta nueva alternativa adoptada la estrategia de vacunación es mucho más ineficiente.
Hasta el día 14 de abril, los centros de salud (la cantidad varía en función de la capacidad de los mismos) estaban recibiendo en horario de tarde durante las últimas semanas una media de 17 viales de la vacuna Pfizer. Por la mañana la cantidad se suele limitar a 5 viales, a pesar de la predisposición por parte de enfermería de asumir más. Como ya es sabido, de cada vial de momento se están extrayendo 6 dosis (si bien es cierto que se ha conocido la noticia de que en algunos centros de salud, parece haberse dado luz verde para el uso de la polémica séptima dosis, sin entender muy bien qué hace que unos centros sean dotados de esa orden, y otros no, y más importante aún, qué cobertura jurídica tiene el personal que lo realiza, al no existir una unificación de criterio por parte de la Gerencia de Atención Primaria).
Ajustando las dosis a 6, que es la media frecuente que se sustrae en la mayoría de los centros destinados a la inmunización de los ciudadanos, en un solo centro de salud, en este vespertino horario se estaban administrando 102 dosis de vacunas.
Sin embargo, ante la nueva e irrisoria petición por parte de las instituciones correspondientes, desde el jueves 15 de abril, en horario de tarde se van a administrar únicamente 3 viales de la fórmula Pfizer, resultando en la paupérrima cantidad de 18 viales en un horario que va desde las 14:30 hasta las 21h.
Esto es así, porque tras la administración de cada dosis, por protocolo debe haber un sanitario cualificado cerca del paciente durante al menos 15 minutos, para vigilar la posible aparición de efectos adversos agudos y en ese caso, actuar para subsanar las posibles consecuencias de los mismos. Es decir, que se va a pasar de vacunar a más de un centenar de personas, a menos de una veintena, sin que ningún otro organismo asuma las dosis que se van a dejar de inocular durante estos días. No existe una alternativa real y práctica, o no parecen verla, para compensar el evidente aplazamiento de la inmunización de la población madrileña.
No contentos con esto, existe otro tema no menos alarmante, y es que los enfermeros responsables de esta tarea (no olvidemos que es esta categoría la que se está encargando de la tardea de vacunación al 100%) al administrar la dosis en el domicilio, no cuentan con ningún médico a su lado que les prescriba los fármacos que pudieran ser necesarios en caso de efectos secundarios, como puede ser un shock anafiláctico al líquido inyectado.
Bien, la profesión enfermera cuenta con una larga experiencia y contacto con la farmacología, y la experiencia y la educación nos dotan de ciertos conocimientos para reaccionar en estos casos, si bien por ley, se necesita expresamente la prescripción de un facultativo para la administración de cualquier tipo de medicamento, cualquiera, incluso el familiar paracetamol.
Entre los enfermeros preocupa este abandono a su suerte por parte de las administraciones, que únicamente, y de manera verbal, nos comentan que ante algún problema en situación de efecto adverso y necesaria administración de la medicación que consideremos oportuna, estamos, y cito textualmente ‘’cubiertos’’.
Las consecuencias por administrar un fármaco no prescrito por un facultativo y el hipotético evento de empeoramiento del paciente o incluso fallecimiento, que pueda mínimamente estar relacionado con la acción de la administración, resulta en consecuencias jurídicas e incluso penales para la enfermería, y desde esta categoría la desconfianza y el rechazo a este tipo de praxis son máximos.
El proceso de vacunación no puede estar sufriendo más atropellos, desde la más que deleznable publicidad amarillista que se le está haciendo a algunas marcas farmacéuticas, hasta la penosa gestión de esta tarea por parte de las adminisraciones del Gobierno central y Comunidades Autónomas.
Si seguimos sufriendo este tipo de giros y decisiones arbitrarias fruto del caos en la gestión dentro de este sistema, que responde a los intereses del mercado y de las administrasicones y sus partidos, el objetivo del Gobierno quizás pueda cumplirse a finales de verano…pero del año que viene.