A más de un mes del sismo del 19S, en las escuelas de educación básica siguen siendo evidentes las consecuencias que trajo la falta de mantenimiento y de protocolos de seguridad ante una situación de catástrofe.
Martes 7 de noviembre de 2017
Desde la Secretaría de Educación Pública (SEP), con el fin de menguar todo el descontento que se hizo presente en trabajadores de la educación y padres de familia, Aurelio Nuño implementó una fase extraordinaria de las juntas de Consejo Técnico Escolar (CTE) de donde surge una estrategia de intervención educativa, llamada “pedagogía de emergencia”. Esta estrategia, lejos de brindar ayuda para la reconstrucción de las escuelas, intenta avanzar con la reforma educativa y contra los derechos de las maestras y maestros, pues impuso a los docentes un Consejo Técnico Escolar a contraturno, en día feriado o en fin de semana sin paga extra; argumentando que es con la finalidad de que los alumnos no pierdan clases y podamos recuperar los días que no laboramos debido a la tragedia que se desató con el sismo.
En estos consejos se busca que los docentes indaguemos acerca de los problemas emocionales que nuestros alumnos puedan presentar a causa del sismo, y se les pueda canalizar a ayuda psicológica; asimismo, se pretende que los docentes elijamos estrategias propuestas por la SEP para contener cualquier tipo de emoción negativa de los alumnos derivada del sismo, tales como técnicas de relajación, de catarsis o de información.
Este programa es general para todas las escuelas, a pesar de que cada una padeció de manera distinta las consecuencias del sismo. Hay zonas donde los alumnos resultaron damnificados y el apoyo que ofrece el gobierno no les alcanza a sus familias para brindarles un lugar seguro para vivir, ya ni digamos para hacer la tarea o simplemente relajarse un poco.
Lo mismo pasa con las escuelas, pues en muchas el sismo abrió boquetes, roturas o cuarteaduras y dejó estructuras en mal estado por donde deben pasar los alumnos, poniendo en evidencia para ellos, los peligros que implica asistir a sus escuelas, patios ocupados por automóviles, demasiadas escaleras y salones que quedan hasta el fondo y atraviesan pasadizos que parece se van a caer en cualquier momento.
A pesar de que tales estrategias podrían servir para algunos alumnos, en realidad es un intento de minimizar el efecto negativo que tiene en los alumnos volver a la escuela en condiciones de inseguridad, cargando en los maestros la responsabilidad de lograr que los niños y jóvenes sigan yendo a clases en condiciones inadecuadas que les causan daños psicológicos e incluso físicos en el caso de que alguna estructura colapsara, cosa que puede suceder en cualquier momento.
El gobierno no se ha ocupado de lo realmente importante, la seguridad de los alumnos en las escuelas, garantizando el mantenimiento de estos espacios y un plan de reconstrucción emergente que puede ser financiado a través de la reducción del sueldo de los políticos y altos funcionarios, que no deberían ganar más de lo que gana una maestra; a través del uso de los recursos de la evaluación punitiva de la reforma educativa que es groseramente alto a pesar de sus deficiencias y arbitrariedades; con los recursos que podríamos tener de no pagar la deuda externa; con la aplicación de impuestos progresivos a la educación privada, que hoy no los paga, así como a las grandes empresas; y expropiando los bienes de las grandes constructoras y de los altos funcionarios involucrados en casos de corrupción inmobiliaria que se destaparon con los pasados sismos de septiembre.
Por eso las y los maestros debemos organizarnos para evitar que sigan sucediendo estas arbitrariedades. Los invitamos a la reunión abierta de la Agrupación Magisterial Nuestra Clase, junto a maestras y maestros de telesecundarias organizados, este sábado 11 de noviembre a las 12:00 hrs. En Belisario Domínguez #32, col. Centro, para discutir en común como enfrentar esta situación.
